La dureza de la espera
La espera no tiene forma. No la tiene porque no tiene cuerpo, aunque está en el cuerpo. La espera es nuestra pero no depende de nosotros. Se espera por algo o alguien, por el afuera.
Espera el mendigo una moneda. Espera el rico frente a una pizarra o una pantalla.
Espera el desempleado una oportunidad en la fila. Espera la niñez una sorpresa. Espera el trabajador un reconocimiento. Espera el enfermo una buena noticia. Espera el preso en cámara lenta. Esperan los padres por el hijo que no llega, con todo lo que significa esperar un hijo.
Esperamos un gol, una vacuna, un llamado, una visita, un beso, un consuelo, un amigo. Esperamos hombres y mujeres, esperamos con el alma, con las manos y, en general, esperamos lo bueno, lo que no quiere decir que la espera no sea dura.