La credibilidad de la política requiere la alineación de su práctica con el servicio civil. Servir desde la política y lo público es desarrollar una gestión de gobierno responsable e íntegra. Un gobierno de estas características armoniza, con equidad y razonable eficiencia, las diferentes demandas sociales. Un gobierno responsable e íntegro rinde cuentas en forma pública y regular de sus actos, decisiones y conductas.

El buen gobierno y la buena política se necesitan mutuamente. Entre los dos, crean, conservan y acrecientan el capital institucional y el capital social de una Nación.

Pero la consolidación de buenas instituciones humanas no ocurre espontáneamente sino que es producto de un permanente trabajo de apuntalamiento y construcción mediante la crítica y la reforma.

El gran desafío es entonces cómo mejorar o aumentar las capacidades institucionales del sistema político, lo que supone también poner decisión y acción en la construcción de capital institucional y capital social.

La gobernabilidad sustentable y creíble no se consigue ni asegura con la mera conformación de una masa crítica de incondicionales que sigue sumisamente las decisiones del jefe político. Más constructivo es diseñar, instalar y hacer operativo un marco de reglas de juego capaz de garantizar una gestión pública efectiva en términos de los resultados de las políticas y responsable en relación con los ciudadanos. Esto es, la política también se reforma reformando las instituciones de gobierno.

La lucha por la democracia, por el estado de derecho, es el esfuerzo colectivo encaminado a construir instituciones que promuevan los valores de progreso y cohesión social, protejan a la persona responsable y decente y anulen al déspota y al corrupto.

Hugo Quintana