La muerte de un chico de 23 años en Rosario, luego de asistir al boliche La Tienda (su cuerpo fue encontrado en el río Paraná siete días después), la denuncia de una madre contra los custodios de la disco Lumia, de la calle Honduras, por haber dejado internado a su hijo de 18 años tras una feroz golpiza y el joven de 24 años que terminó en coma tras ser agredido por un patovica en Trelew, son algunos de los casos más recientes que volvieron a poner en tapa la falta de adhesión de las provincias y los escasos controles en el cumplimiento de la Ley Nº 26.370, que regula la actividad del personal de admisión y permanencia en los boliches.

Martín Castelluci murió en 2006, con solo 20 años, en el Hospital del Diagnóstico. Tras cuatro días de agonía, falleció producto de la paliza recibida en manos de dos patovicas del boliche La Casona, en Lanús. Desde el dolor, su padre, Oscar, trabajó en la redacción de un proyecto de Ley que establezca las reglas de habilitación del personal que realiza tareas de admisión y permanencia de público en general en eventos y espectáculos públicos. A casi una década de la pérdida de su hijo y a seis años de la reglamentación de dicha normativa, Castelucci, en diálogo con este medio, afirmó que el cumplimiento de la ley es deplorable.

Hay siete provincias adheridas, pero en pocas se cumple efectivamente lo que dice la Ley, explicó Oscar Castelluci y amplió: Lo importante no es que adhieran, sino que cumplan con el articulado. Porque mientras no estén los registros provinciales no habrá información para aportar a nivel nacional. 

En los últimos tres años, solo Chubut y Santa Fe se sumaron a la lista que integraban Buenos Aires, Chaco, Río Negro, Salta y Santa Cruz. Santa Cruz adhirió, pero no hizo nada y en Santa Fe hace menos de un mes que empezaron a discutir el aspecto administrativo de la reglamentación, criticó y agregó: En Mendoza hay un gravísimo problema de nocturnidad y ni siquiera se preocupan por adherir.

En Capital Federal el caso es diferente al resto de las provincias anteriormente mencionadas. La Ciudad se sumó en 2011 a través de la Ley N° 4.010, pero desadhirió en 2013 mediante la sanción de otra norma, la N° 4.885. Es un disparate. Como no hubo forma de consensuar prevaleció la presión empresarial. En ese marco, es muy difícil dar batalla, se lamentó el padre de Martín.  

Hay falta de voluntad política. Esto requiere de una fiscalización constante por parte del Estado y justamente es lo que no sucede. Mientras no haya control permanente no se van a cumplir con la Ley porque los empresarios toman la seguridad como un gasto y no como inversión, continuó Castelucci.

Además, se refirió a la responsabilidad de todos los actores de la sociedad. Venimos de un modelo de sociedad de consumo que se volvió muy perversa y se sigue manejando con el lucro como valor principal y la vida es un valor secundario, analizó y aseguró: Solo el Estado puede revertir la batalla cultural. Se tiene que difundir la Ley y respetarla.

Por último, Oscar Castelucci apuntó a los medios. Solo haciendo un seguimiento sobre lo que se publica, todos los fines de semana hay, al menos, un problema de violencia nocturna en alguna provincia. Pero sale un 10% de todo lo que realmente pasa, advirtió y concluyó: No hay consciencia de que la noche es un tema grave, que se lleva la vida de pibes. Hay un discurso esquizofrénico porque se apunta a la juventud. Mientras tanto, la Ley se deja de lado.