¿Cómo cambian las expectativas de vida, la calidad educativa y el acceso a la salud en función del lugar del país que se habite? ¿Cómo están conectadas las diferencias territoriales y las de género? Estos son los interrogantes que plantea el informe sobre brechas regionales en Argentina elaborado por Fundación Éforo. En el análisis concluyen que la provisión de servicios es variada y que depende de las capacidades financieras, productivas y de recaudación impositiva de cada provincia.

Argentina es el octavo país con más territorio del mundo. Que haya un desarrollo equitativo entre regiones tan distintas es uno de los mayores retos que enfrenta el Estado en lo que refiere a la ejecución de políticas y distribución del gasto social. De acuerdo al informe de Éforo, hay provincias que pueden afrontar con recursos propios los gastos en Salud y Educación, mientras que otras dependen del aporte de las transferencias del Estado Nacional para brindar los servicios. 

La provincia que más gasta por habitante en salud septuplica (7 veces más) en recursos a la que menos gasta.

En lo que respecta a la cuestión sanitaria, se analizaron indicadores como tasa de mortalidad infantil, causas de mortalidad materna y los porcentajes de la población sin cobertura de salud entre las 24 jurisdicciones del país. En el informe advierten que el servicio público de salud no es homogéneo en cuanto a acceso, calidad o recursos destinados, sino que depende de cada jurisdicción. 

Éforo observó que la provincia que más gasta por habitante en salud septuplica (7 veces más) en recursos a la que menos gasta. Además la tasa de mortalidad infantil en las jurisdicciones de peor desempeño duplica a las de mejor resultado y hay provincias donde el riesgo del parto es 8 veces superior respecto a las de mejores resultados.

Además analizó que mientras el promedio nacional de personas sin cobertura
de salud se ubica en 37%, hay provincias en las que el mismo indicador supera el 50%. Es decir, más de la mitad de los habitantes no cuentan con cobertura de salud. Y la situación se vuelve peor cuando se trata de la población femenina. En todas las provincias, las mujeres presentan niveles más bajos de acceso y cobertura de salud respecto a los hombres, indica el informe.

Educación sin equidad

Un panorama similiar se observa en lo que refiere al sistema educativo. Las trayectorias escolares y las posibilidades de abandono escolar varían según el lugar. Al evaluar la tasa de analfabetismo, de abandono interanual y de escolarización, Éforo notó que la provincia que más gasta por estudiante en educación casi que cuadruplica (4 veces más) en recursos a la que menos gasta. La posibilidad de ser analfabeto es 6 veces superior con respecto a las provincias con mejor nivel de alfabetización, y 15 provincias están por encima del promedio nacional de analfabetismo (1,9%). Es decir, que en 15 de las 24 jurisdicciones es más probable que una persona sea analfabeta.

Los niños abandonan la escuela primaria más en unas regiones que en otras. Hay provincias donde la deserción es casi 4 veces mayor. Por otra parte, el 14.5% de la población entre 0 y 3 años está escolarizada a nivel país, aunque existen diferencias entre provincias, donde la tasa más alta llega al 30% y la más baja a 4%. Solo cuatro jurisdicciones se encuentran por encima de la media. Esto está relacionado a que las provincias con menos escolarización de niños de entre 0 y 3 años tienen una baja inserción laboral de las mujeres, en las que recaen principalmente las tareas de
cuidado. 

Las provincias que tienen los mercados laborales menos desarrollados son las que presentan más inequidad en cuanto a género.

Las desigualdades territoriales se expresan también en términos de inequidad de género ya que afectan más a las mujeres que a los hombres. Las provincias con niveles más bajos de participación laboral femenina son también las de menor desarrollo productivo. Y las que tienen sus mercados laborales menos desarrollados son las que presentan más inequidad en cuanto a género. 

El informe señala que es 12 veces mayor la posibilidad para las mujeres, respecto a los hombres, de quedar expuestas al desempleo y a la informalidad. En las provincias menos equitativas el 64% de los hombres tiene empleo ante el 39,1% de las mujeres, mientras que el 5,1% de los hombres está desempleado y en las mujeres, esa cifra asciende a 8,2%.

Todos los indicadores muestran peores resultados para las mujeres que para los hombres, excepto para los de pobreza e indigencia. Esto se explica por el hecho de la
fuerte focalización de las políticas de ingresos llevadas a cabo por el Estado Nacional, que prioriza a las mujeres como perceptoras de las asignaciones monetarias.

Los mayores niveles de actividad (66% hombres vs. 47% mujeres) y empleo (64% hombres vs. 44% mujeres) en hombres, como el mayor desempleo, (9% hombres vs. 11% mujeres) e informalidad (35% hombres vs. 40% mujeres) en las mujeres, se han mantenido invariables en los últimos 15 años.

Dime dónde vives

Siguiendo el análisis de Éforo, cada ciudadano/a tendrá diferentes posibilidades de acceso y calidad del servicio de salud y educación según el lugar de nacimiento o de origen. Las brechas de desarrollo regional amplifican, además, las brechas de género, cuyas mayores consecuencias de desempleo e informalidad recaen sobre las mujeres y, a su vez, las desigualdades de género incrementan las asimetrías de desarrollo entre las provincias.

Cada ciudadano/a tendrá diferentes posibilidades de acceso y calidad del servicio de salud y educación según el lugar de nacimiento o de origen.

El sistema de transferencias a las jurisdicciones, ejecutadas desde el Gobierno Nacional con el objetivo de atender las inequidades, no logra compensar las brechas regionales ni las de género. Desde la organización destacan que es necesario que no solo se responda a situaciones de urgencia y/o emergencia sino que se contemplen, además, las diferencias existentes para alcanzar una provisión más equitativa de los servicios sociales básicos.

"Al poner foco sobre los resultados, los presupuestos con perspectiva de género (PPG) constituyen una valiosa herramienta de los gobiernos para identificar asimetrías y contribuir al diseño de políticas activas y focalizadas en las poblaciones más vulnerables, que tiendan a reducir las brechas registradas", señala el informe.