Publicado: 26-05-2013

Santa Fe.- Pasaron diez años desde que en 2003 asumió la presidencia de la Nación Néstor Kirchner, y hoy se nos presenta el desafío de analizar esta década en clave de la transparencia. No es un desafío menor dado que mucha agua pasó bajo el puente. Y muchas de las preguntas que pueden surgir tienen que ver con cuánto esfuerzo se hizo por controlar la calidad del agua que ya alcanzó el mar. 

El kirchnerismo tuvo dos etapas fuertemente marcadas en materia institucional. La primera, resultante de la huida de Carlos Menem de la segunda vuelta electoral, que erigió un gobierno débil en cuanto a su legitimidad, ávido de una construcción política que haga viable un determinado proyecto.

Y una segunda etapa, consolidada políticamente, y con un claro apoyo ciudadano en las urnas, que permitió observar un comportamiento institucional totalmente diferente en materia de transparencia. 

La inversión de los primeros años cayó en saco roto en la práctica y a medida que nos acercamos a "la década" nos alejamos no sólo cronológicamente de aquellos primeros años.

La ausencia de políticas efectivas de transparencia institucional es un denominador común. Veamos que sucede hoy con los organismos de control.

Los informes de la Auditoría General de la Nación no son tenidos en cuenta por el Congreso. En ellos se advertía la situación del tren Sarmiento antes de la tragedia. La Fiscalía de Investigaciones Administrativas todavía debate sobre cuáles son sus funciones, no tiene un fiscal efectivo a cargo, y ha disminuido notablemente la cantidad de investigaciones.

Esto último sucede también en la Oficina Anticorrupción que no cumple con su objetivo y pocas veces investiga a los peces gordos. De la Sindicatura General de la Nación a cargo de Daniel Reposo, poco se sabe. Básicamente porque es imposible acceder a sus informes a pesar de que el buscador en su página web los localiza. Sólo los localiza, no se pueden ver.

La Comisión Nacional de Ética Pública extinta de la letra de la ley de Ética Pública hace algunos días atrás es un buen ejemplo de los esfuerzos por la transparencia. Sancionada la ley en 1999 la Comisión nunca fue creada. Ella debía entre otras cosas, recibir denuncias sobre el comportamiento de los funcionarios, y guardar las declaraciones juradas patrimoniales de los tres poderes del Estado.

Hablando de las declaraciones juradas podemos analizar los últimos segundos de esta década. La reforma promulgada esta semana en materia de publicación de las declaraciones juradas reglamenta su publicación en Internet, fantástico, pero limita fuertemente la información pública de esas declaraciones. Ya no se dispondrán de datos como los bienes de los cónyuges, por ejemplo, dado que estarán en un "anexo reservado".

La evolución patrimonial será más difícil de controlar a simple vista. La corrupción no es algo abstracto como se mencionó esta semana. La corrupción es algo concreto, real, tangible. La corrupción estrella trenes, inunda ciudades, quema boliches bailables.

La transparencia y el acceso a la información son algunas soluciones para que la corrupción no mate. Quizá la próxima sea la década ganada por la transparencia. Indudablemente ésta no lo fue.