En un mundo de liderazgos públicos extremos y campañas electorales basadas en la exaltación y en apelar a las diferencias más que a los puntos comunes, la política se asemeja a un campo de batalla donde el diálogo y el consenso son las primeras víctimas. Las elecciones en Estados Unidos pueden ser una muestra de dicha tendencia. 

Ante la incertidumbre y el conflicto, lo que se necesita es retomar el diálogo. La política, en su esencia, es el arte de llegar a acuerdos, y la gestión pública es la acción que transforma esos acuerdos en soluciones concretas para satisfacer las necesidades de la sociedad. Si algo la historia nos ha enseñado es que los grandes avances en políticas públicas y sociales no se logran desde el resentimiento o las peleas, sino desde la capacidad de los líderes para sentarse a dialogar, escuchar y construir consensos y acuerdos duraderos. 

En Argentina, hemos sido testigos de cómo los momentos de mayor progreso han sido aquellos en los que se ha priorizado el diálogo y la cooperación por encima de las diferencias partidarias y las rencillas de campaña. La gestión efectiva de políticas públicas requiere de un terreno fértil donde los acuerdos políticos puedan florecer.

El poder público y la política no pueden ser un fin en sí mismos, sino un medio para alcanzar el bienestar de la sociedad. Los acuerdos políticos son la base sobre la cual se construyen las políticas públicas, es decir, los planes, programas y proyectos para asegurar los bienes y servicios esenciales, que deben ser gestionados con eficiencia y transparencia. Sin acuerdos, la gestión se convierte en una tarea titánica, llena de obstáculos y resistencias. Por el contrario, cuando hay consenso, la gestión fluye y las soluciones llegan más rápido a quienes más las necesitan.

En el ámbito internacional, la necesidad de acuerdos y diálogos es igualmente crucial. Los desafíos globales, como el cambio climático, la migración y las desigualdades, requieren de una cooperación estrecha entre naciones. Los acuerdos multilaterales y el diálogo constante son las herramientas que nos permitirán enfrentar estos problemas de manera efectiva y sostenible. La gestión de políticas globales no puede ser efectiva sin una base sólida de acuerdos y consensos entre los países. Es un momento donde la polarización y el conflicto parecen dominar el escenario político internacional, por lo que urge recordar que la política es, en esencia, el arte de la negociación y los acuerdos. La gestión efectiva de políticas públicas requiere consenso y diálogo, no resentimiento ni peleas.

La política pública puede definirse también como el conjunto de objetivos, decisiones y acciones de un gobierno en respuesta a los problemas que afectan a la sociedad. Sin embargo, para implementar estas políticas de manera efectiva, es necesario contar con el apoyo y la colaboración de actores políticos y sociales, en los sistemas democráticos y republicanos como el nuestro. El Congreso es el lugar natural para el debate constructivo y aprobación de los mejores proyectos, por parte de las fuerzas políticas, en mayorías y minorías, que representan a nuestra sociedad. En tal sentido, la comunicación intergubernamental juega un papel clave en este proceso, permitiendo a los gobiernos llevar adelante políticas públicas inclusivas y efectivas. Esta comunicación no puede ser unidireccional; requiere diálogo y escucha activa para lograr los mejores resultados.

La política necesita recuperar su esencia como espacio de encuentro. La gestión pública no logrará resultados de largo plazo si se basa en la confrontación y el resentimiento. Los acuerdos permiten a los gobiernos responder a las necesidades sociales y resolver problemas. Es claro que muchas medidas de shock pueden ser necesarias en un momento determinado para corregir el rumbo de manera urgente, pero superado el momento crítico es necesario pensar en planes de desarrollo estratégico de largo plazo y, para ello, es necesario el compromiso de todos los actores de protagonismo político y social, abandonando la constante polarización y el resentimiento, para buscar el entendimiento muto, en una sociedad como la de Argentina que necesita retomar el rumbo del desarrollo equilibrado, sostenible y equitativo, revirtiendo una situación de exclusión tan terrible como es el 50% de la población en condiciones de pobreza y el 18% por debajo de la línea de indigencia, en números redondos, pero no por ello menos hirientes.

En conclusión, la política es acuerdo y la gestión es acción, pero los resultados de esta última dependen del éxito de la primera, es decir para poder llevar adelante una gestión de políticas públicas efectivas, es imprescindible retomar el camino del debate público serio y responsable que permita priorizar los temas importantes de la agenda pública a largo plazo. Solo así podremos transformar los grandes desafíos de la gestión estatal en respuestas a las necesidades sociales en soluciones concretas y duraderas. La política debe ser el espacio donde se construyen puentes, no donde se levantan muros. Es hora de recordar que, más allá de las diferencias, todos compartimos un objetivo común: el bienestar de nuestra sociedad, y la construcción de una Argentina mejor para nosotros y sobre todo para las muevas generaciones.