Paz y democracia; diálogo y tolerancia
La historia de Argentina, como la de muchos países, ha estado marcada por numerosas tensiones y enfrentamientos que han puesto a prueba la resiliencia de la república y su sistema democrático. En la memoria más reciente encontramos la crisis económica y social de 2001, que resultó en violentas protestas y disturbios en todo el país. La crisis, que fue el resultado de años de políticas económicas fallidas, corrupción y mala gestión, culminó con la renuncia del entonces presidente Fernando de la Rúa.
En diferentes oportunidades, hemos hecho referencia a que la democracia es un sistema político que se basa en el respeto y la tolerancia. Estos dos valores son fundamentales para garantizar la convivencia pacífica y el progreso de una sociedad. El respeto es la base de cualquier relación humana. En una democracia, el respeto implica reconocer y valorar las diferencias y los derechos de los demás. Es entender que cada individuo tiene su propio conjunto de creencias, opiniones y experiencias que pueden diferir de las nuestras.
En la misma línea la tolerancia, por otro lado, está la aceptación de la diversidad. En un sistema democrático la tolerancia significa aceptar y permitir la existencia de opiniones o comportamientos que no compartimos o que incluso podemos considerar erróneos, pero que en definitiva nos enriquecen a partir de la convivencia y las experiencias compartidas. Es por ello que el respeto y la tolerancia son especialmente importantes en una democracia porque este sistema político se basa, entre otras cosas, en la participación ciudadana y la pluralidad de opiniones, en tanto todos los ciudadanos tienen el derecho de expresar libremente sus opiniones y participar en la toma de decisiones en el espacio público y en busca del bien común.
Sin embargo, para que esta participación sea efectiva y constructiva, es necesario que exista un ambiente de respeto y tolerancia, que conlleven a la paz y el entendimiento en los grandes temas políticos, económicos y sociales que rigen la vida en comunidad, ya que solo así se puede garantizar que todas las voces sean escuchadas y que todas las opiniones sean consideradas, promoviendo la sana convivencia y la paz. En una sociedad donde se respeta y tolera a los demás, es menos probable que surjan conflictos y tensiones que atenten con el contrato social; por el contrario, la agresión, la crispación y la polarización extrema puede llevar a la discriminación, la violencia y la división irreconciliable.
Los últimos años, y este especialmente por ser época electoral, han puesto de manifiesto el alto nivel de enfrentamiento y polarización que vive nuestra sociedad, con un número no menor de dirigentes políticos y sociales que se sirven de este clima para su propios intereses, aún llevándonos al extremo de enfrentamientos sociales entre grupos de ciudadanos que en definitiva sufren la crisis económica y social por igual. Una de las funciones inherentes a su posición de los liderazgos públicos es precisamente lograr el desarrollo sustentable, el pleno ejercicio de los derechos individuales y colectivos y por sobre todo la convivencia en paz de las sociedades que representan y lideran, ahí su gran responsabilidad.
En tal sentido, el respeto y la tolerancia también son necesarios para proteger los derechos humanos. En una democracia, todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y libertades, independientemente de su raza, religión, género, orientación sexual, etc. toda vez que dichos derechos deben ser respetados y protegidos. Finalmente la convivencia pacífica es esencial para el desarrollo y el progreso de nuestro país. Una sociedad que respeta y tolera la diversidad es una sociedad que está abierta al cambio, a la innovación, a la creatividad y al aprendizaje, es una sociedad que valora y aprovecha las diferencias para enriquecerse y desarrollarse.
Por último es oportuno, para fomentar estos valores democráticos en la sociedad argentina que hoy tanto los necesita, afrontar el desafío de un esfuerzo colectivo, bajo algunas premisas:
- Educación, como una de las herramientas más poderosas para promover la tolerancia. A través de la educación, podemos enseñar a las personas sobre la diversidad de nuestra sociedad y la importancia de respetar las diferencias,
- Diálogo y comunicación entre diferentes grupos y colectivos sociales que puede ayudar a romper barreras y prejuicios. Al entender las experiencias y perspectivas de los demás, podemos aprender a apreciar nuestras diferencias,
- Políticas públicas específicas, a partir de normas y programas que promueven la igualdad y protegen contra la discriminación ayudan a construir un ambiente de tolerancia, siendo muy importante que dichas políticas se apliquen de manera justa y consistente,
- Modelos a seguir en quienes lideran y/o se erigen como figuras públicas de relevancia en todas las ciencias, artes y campos de acción pueden desempeñar un papel importante en la promoción de la tolerancia, en tanto que al mostrar respeto y aceptación hacia los demás, pueden inspirar a otros a hacer lo mismo,
- Medios de comunicación, sin dudar los medios de comunicación, en todas sus formas y plataformas, tienen un gran impacto en la forma en que nos relacionamos y pueden ayudar a promover la tolerancia,
- Activismo y participación ciudadana, generando y apoyando actividades públicas que promuevan la paz, tolerancia y respeto en todos los órdenes.
En conclusión, el respeto y la tolerancia son valores fundamentales para la vida en democracia. Son la base para la convivencia pacífica, la participación ciudadana, la protección de los derechos humanos y el progreso de nuestra sociedad. Sin estos valores fundamentales, una sociedad puede caer en la violencia, la opresión y la injusticia. Por lo tanto, es crucial que continuemos promoviendo el respeto y la tolerancia en nuestra vida diaria para proteger y fortalecer nuestra democracia y lograr un país mejor.