A fines del año pasado, Transparencia Internacional (TI) elaboró el Índice de Percepción de la Corrupción 2016 (IPC) en el que se estudió el grado de corrupción en el sector público de 176 países, según la apreciación de empresarios y analistas. 

El IPC, que califica a los países en una escala de 0 a 100 (el primero indica altos niveles de corrupción y el segundo representa bajos niveles), ubicó a Dinamarca (90) en el podio, al igual que en 2015. 

A continuación le siguen Nueva Zelanda, Finlandia, Suecia y Suiza, con una puntuación de 90, 89, 88 y 86 respectivamente. Según el informe, los países mejor rankeados “comparten características de gobierno abierto, libertad de prensa, libertades civiles y sistemas judiciales independientes”.

En el otro extremo y por décimo año consecutivo, Somalia obtuvo el peor resultado con apenas 10 puntos. En los últimos puestos también se encuentran Sudán del Sur (11), Corea del Norte (12), Siria (13) y Yemen (14), los cuales se distinguen por una “impunidad generalizada de la corrupción, gobernabilidad deficiente e instituciones frágiles”.

Transparencia Internacional reveló que el 69% del total de los países evaluados obtuvieron una puntuación inferior a 50 y aseguró que “este año fueron más los que descendieron posiciones que los que escalaron”. No obstante, Argentina forma parte de los últimos y logró un leve ascenso en la tabla al pasar de tener 32 puntos en 2015 a 36 actualmente. 

Ahora bien, dentro de América del Sur, nuestro país no está tan bien posicionado. Es que esa región está liderada por Uruguay con 71 puntos, el cual –a nivel global- se ubica muy cerca de Estados Unidos con un puntaje de 74. Al país presidido por Tabaré Vázquez le sigue Chile (66), Brasil (40), Colombia (37) y Argentina (36). Por su parte, Venezuela es el último en la tabla con solo 17 puntos sobre 100.