La nota publicada en el diario The New York Times asegura que “tres de cada cuatro estadounidenses creen que la corrupción aumentó desde 2009” y que “tomó mayor fuerza en los últimos años”. El Banco Mundial coincide con el aumento de ésta práctica deshonesta y destaca “un debilitamiento en sus controles desde finales de 1990”.

El artículo, a su vez, expone los resultados del índice de Percepción de Corrupción de la organización Transparencia Internacional, que sostienen que “en 2001 los Estados Unidos figuraban en el puesto 16 dentro de los países menos corruptos, pero para 2009, había caído al lugar 24”. Paralelamente, y en relación al sistema financiero, se expone que según sondeos de opinión “sólo a uno de cada cinco estadounidenses le inspiran mucha seguridad los bancos”, proporción que representa la mitad del nivel que existía en 2007.

Para The New York Times, “es difícil de comprender las implicancias sociales de mala conducta corporativa, pero su impacto más duradero puede estar en la confianza de los estadounidenses en las instituciones que sustentan la democracia liberal de mercado”.

¿Aumentó la corrupción o los ciudadanos están más atentos a esas prácticas? Si bien es difícil saber el motivo de su propagación, una de las explicaciones posibles es la que desarrollaron los economistas Justin Wolfers y Betsey Stevenson, de la Universidad de Pensilvania en 2009, cuando expusieron que “la confianza en el gobierno y en las empresas cae cuando aumenta el desempleo”. De hecho, “después de años de pésimas exceptivas de trabajo, los estadounidenses están perdiendo seguridad en una amplia gama de instituciones, incluyendo al Congreso, la Corte Suprema, la presidencia, las escuelas públicas, los sindicatos y la iglesia”.

El artículo, publicado en julio de 2012, expone que “la tentación de romper las reglas es probablemente más alta al final de una fase de expansión económica, cuando los directores deben ser muy creativos para mantener las ganancias”. A los ejecutivos de las compañías, continúa, “se les paga para maximizar los beneficios y no por comportarse de manera ética”, lo que se asemeja mucho al clásico postulado maquiavélico de que el fin justifica los medios.

Otra de las posibles causas, según se explica en la nota, es que “cuanto más grandes son los mercados más fácil es realizar fraude” ya que “las compañías importantes tienen balances complejos con un mayor número de escondites”. Además, se señala que, la creciente participación de las empresas en las campañas partidarias es porque prefieren "pagar a los políticos para que modifiquen las leyes antes que a los funcionarios para que las ignoren".   

Por último, The New York Times alerta sobre que “el mal comportamiento de las empresas es visto como una cuestión de rutina” y que seguramente lo siga siendo ya que es posible que “la globalización esté fomentando a la corrupción porque las empresas compiten con uñas y dientes por nuevos mercados”.