Desde una ciudad habitada por millones de personas, conectar con la naturaleza puede resultar una tarea poco sencilla. La preocupación por la crisis ambiental se profundizó con la llegada de la pandemia y una vez más son los jóvenes quienes avanzan con propuestas que superan los desafíos que presentan los grandes conglomerados.

La casa con jardín es un sueño que pocos pueden cumplir en las urbes. El metro cuadrado es un bien escaso y cada vez hay menos espacios verdes para transitar. Por eso desde Cultivarte promueven que cualquier rincón, por más chiquito que sea, se transforme en una huerta. “Diseñamos proyectos que conectan con los deseos”, dicen.

Proyecto Cultivarte nace con la idea de acercarle el mundo de las huertas y composteras a aquellas personas, empresas o instituciones verdaderamente interesadas en tener una vida más natural y sustentable. La iniciativa surgió en 2015 pero el último año y medio se potenció. “Se multitplicaron las consultas”, cuenta su director Tomás Lusardi a ElAuditor.info

Desde la organización ofrecen capacitaciones y brindan herramientas para que cualquier interesado pueda cosechar una huerta en un terreno, en un balcón o hasta en la vereda. También asesoran sobre el compostaje, la conversión de residuos orgánicos en abono para fertilizar la tierra.

“No nos gusta predicar el ecologismo, nos interesa más trabajar con personas o instituciones que quieren dar sus primeros pasos pero no saben cómo”, asegura el joven de 27 años que estudió la Tecnicatura en Producción Vegetal Orgánica que dicta la Universidad de Buenos Aires. 

La integración social es otro de los ejes que se propusieron desde la organización. Desarrollan actividades en el servicio penitenciario y en comedores sociales. “Es una satisfacción muy grande, recibimos mucha gratitud porque, además de todos los beneficios ecológicos, económicos, también es muy terapéutico trabajar la tierra”, afirma Lusardi.

Madera plástica hecha con ecobotellas

Los contenedores de las huertas y composteras utilizados por Cultivarte son de madera plástica realizada con ecobotellas. 

Botellas de amor es una organización con base en Bernal, provincia de Buenos Aires. Desde allí promueven incorporar como hábito sustentable el relleno de botellas con restos de residuos plásticos que luego puedan ser transformados en madera plástica. 

Surgió en 2018 como un cierre de ciclo para todos los plásticos de un solo uso que hasta el momento no tenían tratamiento. "Para incorporar el hábito, invito a que podamos pensar qué pasa con nuestros residuos y el daño que generan en el ambiente. Si tenemos esa información, seguramente sea más fácil comenzar a discriminar los residuos", señala Julián Cabrera, coordinador de la Fundación Botellas de Amor

Con las botellas se produce madera plástica, que se utiliza para la construcción de bancos, mesas, composteras, juegos infantiles y cestos.

Las botellas de amor son envases de PET rellenos de etiquetas, envoltorios o bolsas plásticas. Hasta el momento, ya se recolectaron más de mil kilos de botellas de amor, unas 2.000 unidades, de unos 500 gramos cada una. Con las botellas se produce madera plástica, que se utiliza para la construcción de bancos, mesas, composteras, juegos infantiles y cestos, entre otros productos.

"Es importante dejar de tirar la pelota afuera y empezar a ver cada uno qué granito de arena puede sumar. Ser conscientes que todos los días generamos residuos que tienen un impacto negativo en el ambiente. Si ponés una botella al lado del tacho, seguramente cuando tires un paquete de plástico lo hagas en la botella", afirma Cabrera.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, las botellas de amor se reciben en 72 puntos verdes dispuestos en los distintos barrios. Varios de ellos se encuentran en parques y plazas. Los horarios de los Puntos Verdes con atención se pueden consultar en www.ciudadverde.gob.ar. También se pueden encontrar en supermercados y dependencias municipales. Los puntos verdes forman parte del plan de reciclaje que lleva adelante el gobierno porteño.