Alumnos de colegios secundarios de General Rodríguez detectaron que la policía que trabaja en su zona no cuenta con los recursos materiales necesarios para velar por la seguridad de ese municipio bonaerense. Los chicos elaboraron un informe en el que se destaca que los efectivos reciben solamente $ 180 mensuales destinados a conservar su vestimenta en buen estado y, por eso, deben rellenar sus chalecos antibalas con algodón.

No obstante, las carencias no se limitan a lo material. Tras recorrer la localidad, los jóvenes también descubrieron que hay un destacamento donde se desempeña una sola persona que, por normativa, no puede abandonar su puesto en situaciones de emergencia.

Estos hallazgos figuran en un informe que presentaron los chicos ante el Concejo Deliberante local, en el final del programa Escuela de Vecinos, una iniciativa de la Fundación Éforo que se realizó por cuarto año consecutivo en General Rodríguez. Además de este trabajo, realizado por la comisión “inseguridad”, los concejales recibieron otra investigación, también hecha por alumnos, sobre violencia familiar.

En su diagnóstico sobre la “cuestión policial”, como dice el informe, los alumnos observaron que una norma de tránsito vigente para todo el municipio podría estar afectando la labor de la fuerza bonaerense. Se trata de la prohibición de circular a más de 40 kilómetros por hora en las calles de Rodríguez: “Si –los efectivos- sobrepasan ese límite en una persecución, son sancionados, al igual que si no logran atrapar al delincuente”, razonaron, y añadieron que, en caso de un choque, son los propios oficiales los que “deben hacerse cargo de las reparaciones” del móvil.

Además, los jóvenes también se enteraron que en las comisarías 1° y 2° funcionan foros de seguridad, pero resaltaron que la labor que se realiza desde esos espacios no tiene la difusión necesaria en la comunidad.

Encuestas y propuestas

El documento sobre inseguridad que presentaron los alumnos ante el Concejo Deliberante incluye una serie de propuestas dirigidas a la policía, al municipio y a los vecinos de General Rodríguez.

En primer lugar, resaltaron la necesidad de dotar a la fuerza bonaerense de los recursos materiales y humanos mínimos para desempeñar su labor. “Pensamos que este debería ser un tema central de los foros de seguridad”, aseveraron.

A las autoridades comunales les recomendaron extender la iluminación en las calles e instalar “más cámaras en lugares estratégicos”, que deberían ser elegidos por los ciudadanos. Y, para aquellos que ya tienen contratado un monitoreo privado, darles la posibilidad de conectarse al sistema municipal, concesionando las zonas vigiladas.

Asimismo, pidieron crear identificaciones especiales para taxis y remises, más allá de la habilitación provincial. “Que sean de colores visibles para prevenir casos de secuestros”, abundaron los alumnos, y reclamaron que se controle que los taxis estén pintados con un material especial para reducir la posibilidad de que circulen autos “disfrazados”.

Y convocaron a los vecinos a generar acuerdos en los lugares donde no funcionan los foros de seguridad para resguardar las cuadras que queden descubiertas porque dicen, “el miedo ayuda al delincuente”.

Por otra parte, los chicos entrevistaron a 113 vecinos sobre cuestiones de seguridad. De esa encuesta se desprende que cuatro de cada 10 personas sufrieron un hecho de inseguridad, un porcentaje menor a lo registrado en 2007 (60%). El descenso se repite en la pregunta sobre si aumentó la inseguridad en General Rodríguez: el 68% respondió afirmativamente, mientras que hace dos años, ante la misma consulta, las respuestas positivas ascendieron al 80%.

En tanto, ocho de cada 10 vecinos piensan que hay zonas más inseguras que otras en el municipio y “en general las identifican como ‘los barrios aledaños’”, dice el informe. Sobre las causas de la inseguridad, los consultados enumeraron la “falta de trabajo, pobreza, ausencia de normas o valores compartidos”.

Según los encuestados, la situación de violencia que más afecta a los jóvenes son las peleas entre ellos mismos. Una respuesta que también se dio en el trabajo de 2007. Este dato llevó a los participantes de Escuela de Vecinos a proponer “programas educativos de integración para disminuir la violencia entre pares”, y completaron: “El uso del mate en las escuelas nos parece una medida sencilla de implementar, además del deporte sin competencia”.