Desarme: ¿Cuál es la situación de las armas de fuego en Argentina?
En el país, hay 8 muertes diarias por el uso de armas de fuego en causas mayormente vinculadas a conflictos interpersonales, femicidios o suicidios.
Cada 9 de julio se conmemora el Día Internacional de la Destrucción de Armas de Fuego. En Argentina se calcula que en el 7% de los hogares hay armas de fuego, las cuales son las causantes de 8 muertes diarias en nuestro país. ¿Cómo funciona el programa de desarme voluntario y qué hace falta para terminar con la cultura de la violencia?
“Según estadísticas el 52% de las muertes por armas de fuego son causadas por conflictos interpersonales evitables. Además el 25% de los femicidios y el 50% de los suicidios son llevados a cabo con armas de fuego”, alertó Gustavo Colas, integrante de la Red Argentina de Desarme. Según el Ministerio de Salud de Nación entre 2011 y 2019 unas 22.497 fallecieron a causa de un arma de fuego, lo cual equivale a unas 8 muertes por día.
Creado por la Ley 26.216, el Programa Nacional de Desarme Voluntario existe desde hace 16 años y hasta el momento logró recolectar y destruir unas 210.000 armas de fuego y 2 millones de municiones. Esta iniciativa es llevada adelante por la Agencia Nacional de Materiales Controlados (ANMAC) y el 31 de diciembre vence la prórroga que lo mantiene en vigencia.
“Es un programa valioso, eficiente y que mereció ser sostenido. Por ahí lo que podrían ajustarse son estas cuestiones de abrir a la participación de otros sectores sociales como escuelas, clubes de barrios, iglesias, espacios culturales, para potenciar la entrega de armas”, señaló Colas.
Recursos escasos
El desarme voluntario es prorrogado todos los años para mantenerse en funcionamiento. “Actualmente avanza, pero lo hace muy despacio porque no tiene los recursos financieros necesarios más allá de la buena voluntad de la actual gestión del ANMAC. Están haciendo un gran esfuerzo con pocos recursos humanos y financieros”, comentó Adrian Marcenac, integrante de la Asociación Civil Alfredo Marcenac, quien festejó la reciente creación del Comité de Coordinación y el Consejo Consultivo de las Políticas de Control de Armas de Fuego.
¿Cómo funciona el programa? Para entregar un arma es necesario acudir a alguno de los puestos de recepción de desarme voluntario. En el lugar se identifica y registra el arma, se crea un acta electrónica con todos los datos y en el momento se inhabilita el arma con una prensa hidráulica. Al finalizar se hace entrega del acta y de un cupón de incentivo, que ronda entre los $3.000 y $9.000 según el calibre, para cobrar en los centros de pago autorizados. Actualmente la ANMAC solo tiene 10 puestos de recepción para cubrir las 24 jurisdicciones.
En las provincias
A través de sus delegaciones, el programa de desarme voluntario llega a las provincias. En el caso de Córdoba, “en la Capital, hay una boca de recepción en Avenida Colón al 1662 y muchas veces se ponen puntos de recepción móviles que se llevan a las ciudades del interior de la provincia”, comentó Martín Angerosa, ex delegado de la ANMAC en Córdoba.
Durante su paso por el ANMAC, realizaron en distintas ciudades cordobesas actividades de concientización en clubes de barrios y actividades de recepción de juguetes bélicos. Para Angerosa sacar las armas de circulación en las provincias es fundamental: “Vemos lo que sucede en Brasil donde la gestión anterior liberó la portación y ahora está inundado el mercado de armas. También lo podemos ver en Estados Unidos donde las armas causan problemas en escuelas, cines, teatros, iglesias y en la vía pública. Es muy trágico”.
“Hoy tenemos por día unos 8 muertos por arma de fuego, es un número altísimo”, alertó Angerosa. En países donde la circulación de armas es mayor, como en Estados Unidos, estas cifras alcanzaron las 49.000 muertes en 2022.
Juegos no violentos en la infancia y la cultura de la paz
El 6 de julio de 2006, Alfredo Marcenac caminaba por la avenida Cabildo, en el barrio de Belgrano, cuando Martín Ríos disparó 13 veces, hiriendo a seis personas y asesinando a Alfredo. Desde entonces, sus padres Adrian y Mónica luchan para que las armas salgan de circulación y para enseñar más sobre la cultura de paz. “Es fundamental empezar a trabajar con los chicos la cultura de paz y la resolución pacífica de los conflictos. También capacitar a docentes para que puedan ser multiplicadores”, señaló Marcenac, quien desde la Asociación brindan talleres en escuelas de Necochea y fueron los impulsores de la Diplomatura Superior en Educación para la Paz y el Abordaje de la Conflictividad Social, de la UNICEN.
“Hay que trabajar con jóvenes y adolescentes que lamentablemente copian los modelos que ven de los mayores, en los medios de comunicación, en su familia y lo trasladan a sus actos diarios. Es una tarea bastante grande, pero es el camino”, insistió Marcenac.
Construir modos de relacionarse más sanos desde la infancia es crucial para que en la adultez, las personas cuenten con más herramientas a la hora de resolver problemas y las armas de fuego no sean una opción. En Argentina existe desde 1996 la Ley 24.703 que prohíbe la venta de réplicas de juguetes de armas de fuego. Desde entonces, esta ley no se cumple.
“La Ley 26.216 que crea el programa de desarme, prohíbe en sus Artículos 12 y 13 la venta de réplicas de armas y tampoco se cumple. Lo que pasa es que es muy difícil de controlar y depende de la voluntad de que los municipios controlen a los comercios de sus localidades. Hace falta una bajada de línea nacional al respecto”, remarcó Marcenac.
La historia de las armas en Argentina
En nuestro país, hasta 1995 solo se registraban las armas de guerra. Las armas de uso civil, no tenían una fuerte regulación y su venta era libre. “La persona compraba un arma y asumía el compromiso de registrarla en la dependencia policial de su domicilio. Muchas personas las adquirían y no hacían el registro posterior”, explicó Colas. Los registros locales dependían de las provincias que tampoco tenían una formalidad.
“Hasta 1995 hubo una compra masiva de armas. Era tan fácil como comprar un electrodoméstico. A partir de este año, se le comienza a dar a todas las armas de fuego el mismo sistema registral que las armas de guerra”, indicó Colas. Desde entonces para tener un arma y poder utilizarla es necesario tener la Credencial de Legitimo Usuario, que debe ser renovada cada cinco años.
Los requisitos son ser mayor de 21 años, aprobar el examen psicofísico, acreditar manejo de armas, y contar con el certificado de antecedentes penales. Además el arma tiene que estar registrada en la ANMAC con fotos y la información correspondiente.
Cuando comenzó a aplicarse el registro, por sus costos y sus mismos pasos, desalentó a las personas y muchas armas quedaron sin ser registradas. Hoy no se sabe con exactitud qué cantidad de armas hay entre los argentinos, uno de los últimos datos oficiales es de 2009, donde la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo reveló que el 7% de los encuestados tenia un arma en su entorno, las cuales muchas veces causan accidentes o terminan en el mercado ilegal de armas, luego de un robo.
Contrariamente a lo que se cree, las armas no proveen mayor seguridad. “Las estadísticas nos demuestran que la mayoría de las muertes y homicidios tienen que ver con riñas, discusiones, conflictos interpersonales que ante la presencia de un arma, terminan de la peor manera. Esta percepción no tiene respaldo en la realidad: las muertes que se producen en un contexto de legítima defensa son el 8% y las que se dan en situación de robo son el 10% de los homicidios, el arma solo empeora la situación”, mencionó Colas.
Según datos de la ANMAC, en 2021 había 1.060.910 legítimos usuarios, de los cuales el 75% tenía su credencial vencida. La ley establece entre 1 y 8 años de cárcel por tenencia o portación ilegítima.
Informe de Auditoría
Según un informe de la Auditoría General de la Nación (AGN), publicado en 2021 sobre la gestión 2016 - 2017 de la ANMAC, durante este período hubo unas 370 mil personas con permisos vencidos y armas denunciadas. Además, dentro de los recursos humanos de la Agencia se encontraron solo 15 personas trabajando en planta permanente.
Entre otros hallazgos, la AGN no pudo verificar acreditaciones fehacientes de las capacitaciones realizadas y encontraron fallas en los procesos de control de la Agencia en cuanto a inspecciones y verificaciones.