Eduardo Mondino: "El rol del Defensor es central en la democracia, fortalece la transparencia y garantiza los derechos ciudadanos"
Fue el segundo defensor del Pueblo de Nación y el último en ser elegido por el Congreso de la Nación. Desde entonces, hace 15 años, el rol está vacante. ¿Cuál es la importancia de este organismo?
En el marco de los 15 años sin Defensor del Pueblo de Nación, El Auditor.info junto a Fundación Éforo lanzan la serie de entrevistas Defensores de la Argentina, con el objetivo de conocer la función e importancia de tal figura en el país. De la primera edición participa Eduardo Mondino, periodista y politólogo, quien ocupó por última vez ese cargo entre 1999 y 2009.
-¿Cuál es el rol y qué importancia tiene una defensoría en Argentina?
Las Defensorías, u Ombudsman como se denomina en el continente europeo, son una creación de los sistemas parlamentarios. En Argentina, llega a mediados de la década del '90 a través de una Ley que crea la figura del Defensor. Es una norma similar a la del Defensor del Pueblo Español. Luego, se incorpora a la Constitución del '94, con la reforma, mediante el Artículo 86 y se le da una serie de facultades, inclusive las facultades de poder litigar en nombre del colectivo.
Es lo que se llama un poder independiente que en la democracia moderna cumple el rol del contrapoder, por eso la Constitución lo define como una figura independiente que no recibe instrucciones de ninguna autoridad y tiene un ámbito de actuación que es el Parlamento. Es una figura donde su elección es netamente parlamentaria, se requiere de los dos tercios de ambas cámaras para ser nominado Defensor por un período de cinco años. Se buscó que sea un período de cinco años para evitar que coyunturalmente fuera acompañado por procesos electorales que en Argentina se dan cada cuatro años.
La Constitución Argentina en el '94 incorpora tres institutos nuevos: el Defensor del Pueblo, el procurador del Ministerio Público Fiscal y la Auditoría General de la Nación. El Defensor cumple el rol de defensa de los intereses colectivos, tanto en materia de derechos humanos como también en la cuestión de la Administración, o la acción o no acción que pueda tener el poder administrador. Es una figura central en la mayoría de los países, ni que hablar en los países escandinavos o en la misma España donde tiene un rol determinante ante las cortes como se le denomina al Parlamento español.
Argentina tuvo tres defensores: el primero del '94 al '99. Y luego, durante dos períodos hasta el 2009, ejercí yo la defensoría. El Defensor es una figura central en la democracia moderna por una cuestión de transparencia y de defensa de los derechos de los ciudadanos.
- 15 años sin Defensor del Pueblo de la Nación, ¿en qué momento crees que hubiera sido importante que contemos con su figura?
Que se cumplan 15 años sin Defensor del Pueblo habla de una institucionalidad muy débil en la Argentina. Es impensado que en cualquier democracia donde haya procurador o defensor, una autoridad constitucional, pasen 15 años sin ser nombrado.
En este tiempo ha habido un sinfín de temas que un defensor hubiera podido llevar adelante. Temas que quedaron pendientes de mi gestión: Riachuelo, comunidades indígenas, jubilados, una serie de avances que habíamos logrado. En 2009, la Defensoría ocupaba un rol central. Nosotros participamos muy activamente durante 2008 en la crisis del campo, que había generado un conflicto de sectores. Ni qué hablar en este tiempo y en lo que fue la pandemia. En la pandemia prácticamente la Argentina vivió un estado de sitio, en la cual se avanzaron sobre los derechos individuales de los ciudadanos. El rol del Defensor como una guía, como un aporte en esas circunstancias tan dramáticas de la pandemia hubiese sido esencial.
Además en Argentina, el Defensor y la Defensoría han tenido un rol internacional y es la organización independiente que reconoce Naciones Unidas como la Organización Nacional de Defensa de los Derechos Humanos. De hecho, anualmente en Ginebra todas estas instituciones (defensores del pueblo) están dentro del Consejo de los Derechos Humanos de Naciones Unidas para poder transmitir aquellas violaciones de derechos humanos. Argentina tiene riesgo de perder ese lugar en Naciones Unidas por la falta de un Defensor. Es una falta grave, desde el punto de vista institucional, que no tengamos Defensor del Pueblo de la Nación.
- ¿Cómo analizás el vínculo de la ciudadanía con las defensorías? ¿El argentino de a pie conoce el rol de los defensores?
En el año 2009 lo conocían muy bien. Nosotros iniciamos, prácticamente cuando yo asumí, una campaña muy fuerte de conocimiento de la Defensoría. Al primer defensor le tocó armar una estructura desde cero, lo cual era una institución muy administrativa. Nosotros le dimos un vínculo muy fuerte con la sociedad, llegamos a ser la primera institución que promocionó una consulta popular que se denominaba: “La Vida Vale” y que tenía que ver con los siniestros viales.
El vínculo de las defensorías con los ciudadanos tiene que ver con el titular porque el Defensor del Pueblo es una institución unipersonal con lo cual tiene mucho que ver cuál es el rol que está dispuesto a cumplir esa persona. Primero ser independiente, lo cual a veces es difícil porque hay que pelearse con el poder, que es una de las características de mi gestión, más allá que me tocó transitar, pensemos que de 1999 al 2009 transité por distintos gobiernos, con mejores o peores relaciones, pero siempre el defensor es un crítico de la situación porque defiende los derechos de los ciudadanos. Puede ser un colaborador crítico, desde el rol que tiene, planteando recomendaciones, exhortaciones o requerir a veces, como me paso a mí, especialmente en los últimos años de mi gestión, requerir al poder judicial que accione para que no se vulneren determinados derechos y, que a veces, naturalmente la Administración del Estado vulnera por acción o por omisión, o algunos privados.
Creo que el rol del Defensor es clave. Argentina está con una falencia enorme en esta materia, creo que hubiera cumplido un rol fundamental. Después de 15 años sin Defensor del Pueblo de la Nación, no sé cuánto conocimiento hay. Sigo un poco las redes, hay grupos que hace años vienen llevando adelante una campaña a favor de la designación, pero creo que habría que restablecer quién sea el próximo Defensor, si alguna vez Argentina logra los dos tercios de ambas cámaras.
Yo he tenido la suerte de haber sido electo en dos oportunidades por unanimidad del Congreso, hay que restablecer ese vínculo porque creo que con el paso del tiempo se ha deteriorado. Hoy la Defensoría del Pueblo es una oficina más administrativa que tramita ante el Ejecutivo. Otra cosa es la acción, la determinación de generar acciones con la gente y con el colectivo social que hay que representar.
- ¿Cómo fue tu experiencia como Defensor del Pueblo?
Comencé a transitarla en el año 1999, conociendo la institución y comenzando a darle esa funcionalidad de tratar de hacerla conocer en el interior. Desde mi punto de vista, fue una experiencia maravillosa porque es un lugar determinante donde uno siente que es útil todos los días, para muchos ciudadanos que no tienen adónde recurrir o no tienen los elementos necesarios para acceder a la justicia, por ejemplo. Hay colectivos sociales para los cuales el Defensor es el único vínculo que tienen para acceder a la justicia, como sucede con los jubilados. Hay una causa muy emblemática en mi gestión, que llegó a la Corte, de las comunidades Tobas del Chaco, los cuales prácticamente no tenían ni comida ni agua cuando hice esa presentación.
Fue una experiencia muy buena desde ese punto de vista, hemos tenido reconocimientos nacionales e internacionales que habíamos cumplido. Si bien es una institución unipersonal tiene mucho que ver cómo se conforma el equipo. Logré conformar un gran equipo en la Defensoría con especialistas de todas las materias: ambiental, derechos humanos, servicios públicos. Y ese también es el nudo de la cuestión. De un lado está el Estado poderoso y del otro lado están los ciudadanos. Tratar de llevar adelante ese vínculo de representar al ciudadano, de ser un colaborador crítico del poder, pero a su vez, confrontar con el poder, tiene sus aristas. A veces hay cuestiones buenas y a veces malas, como toda función que uno lleva adelante, pero desde mi punto de vista y en mi caso fue transitado por la función pública como legislador, como Secretario de Estado que fue la función más importante que ocupé como funcionario público.
-¿Cuáles son los desafíos que tiene un defensor? ¿Y cuáles son los desafíos que tendrá el próximo Defensor del Pueblo cuando se lo designe?
Evidentemente hoy los desafíos son distintos. A mí me tocó ejercer la Defensoría en una década sin redes sociales, la nueva comunicación era muy incipiente. Hoy el gran desafío que tendría un defensor sería poder interpretar esta nueva realidad. En Argentina tendría un desafío enorme. Acabamos de ver que se ha publicado en estos días que el país tiene el dolor enorme de tener 57% de pobres y que seguramente son quienes más necesitan un defensor para todos sus derechos. El pobre no solo es pobre económicamente, tiene una pobreza de conocimiento: quien no conoce sus derechos es muy difícil que los defienda. Una figura como el defensor tendría que tener ese gran desafío, poder interpretar qué le está pasando a millones de argentinos que están en esa situación de emergencia, algunos inclusive con emergencia alimentaria.
Sería un desafío enorme poder interpretar y representar ante el poder político a ese sinnúmero de argentinos. Menciono a los sectores más vulnerables porque a veces carecen del conocimiento y de los medios para poder ejercer esa defensa. Hoy, por ejemplo, estamos en un debate sobre tarifas, una cuestión que a lo mejor en los sectores medios y altos aparece como un elemento necesario para poder ordenar nuestra economía, pero representa serios desafíos para aquel que no puede pagar ese servicio. El Defensor puede interpretarlos y hacerles llegar a los sectores de decisión esas inquietudes, llevar propuestas que permitan que esos sectores puedan afrontar los costos de una crisis social, económica, cultural que tiene la Argentina en este tiempo.
Creo que sería un desafío enorme y requeriría mucho coraje, además de una percepción de esta nueva sociedad en la cual estamos viviendo. Hoy la comunicación sería mucho más fluida: las redes y las nuevas maneras de comunicación le van a permitir o le permitirían a ese defensor tener un contacto más fluido. Lo nuestro era el email y la mensajería telefónica, no había este fenómeno nuevo que abre una perspectiva enorme de representación y de vinculación con el ciudadano.
Hoy pensemos que todos los ciudadanos, cualquiera que sea su condición, tienen un elemento que los iguala, un celular. Por lo tanto, existe una red, existe un medio de comunicación por el cual llegar a todos. Sería un desafío enorme poder estar ahí.
*La serie entrevistas a Defensores de la Argentina las encontrás en todas las plataformas y en las redes de www.elauditor.info.