Con el objetivo de compensar la ausencia de especies autóctonas, en 1946 fueron introducidos los castores a la fauna fueguina. No pasó mucho tiempo para que se convirtieran en plaga y en una gran preocupación que se extiende hasta el día de hoy. Es considerada una especie invasora y buscan erradicarla.  

Los castores son roedores de unos 75 centímetros de largo, más una cola. Pesan entre 15 y 20 kilos, y son hervíboros. Con una longevidad de entre cinco y seis años, sin depredadores nativos que los molesten y rodeados de un entorno ajeno a una especie con sus características, la especie se multiplicó sin ninguna resistencia. Se estima que hay entre 100.000 y 150.000 castores aunque se le otorga más trascendencia al hecho de que la invasión afecta el total de las cuencas hídricas.

La presencia de la especie genera un profundo desequilibrio ecosistémico en la zona. El principal impacto que han producido es una transformación en las riberas de ríos y arroyos. Los castores fabrican diques, derribando troncos de árboles que tardan varias décadas en crecer, crean lagunas “artificiales” que se terminan drenando. La problemática no se detiene en las zonas arboladas, también afectan a humedales y contaminan el agua de pueblos.

Se estima que alrededor de 40.000 hectáreas de bosque están afectadas por los castores.

Argentina y Chile, que también se ve afectado por la invasión de los roedores, firmaron un Acuerdo Binacional sobre la Restauración de los Ecosistemas Australes Afectados por el Castor Americano. Fue en 2008. Le solicitaron apoyo al Fondo para el Medio Ambiente Mundial para comprobar si la erradicación de la especie era factible. Con diferencias de enfoque, y en distintos años, la iniciativa se concretó a través de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En 2014, la especie fue declarada exótica e invasora para Argentina, aunque Tierra del Fuego le había dado tratamiento legal de “dañina y perjudicial” desde 2006.

El último informe (2015) de la Auditoría General de la Nación (AGN) sobre la Administración de Parques Nacionales, con el objetivo de verificar la implementación de los Planes de Manejo de Áreas Naturales Protegidas de la Eco-Región Bosque Patagónico-Patagonia Sur, detectó serias falencias a la hora de conservar los sitios arqueológicos en el Parque Nacional Tierra del Fuego y remarcó que una de sus principales causas es la presencia, sin control, de los conejos y los castores.

En ese entonces un informe del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Bariloche, advirtió que mientras más tiempo se demora en encarar una estrategia de manejo, mayor será la magnitud del problema y más compleja su solución en términos de estrategia y de costos. Pese a las advertencias todavía no se han elaborado una estrategia concreta de trabajo. Según expertos, la erradicación del castor necesitaría una inversión de 15 millones de dolares en el transcurso de 15 años.