Soledad Barruti: “No se come comida, sino productos”
La periodista especializada en la problemática de la alimentación considera que la sociedad dejó la decisión de qué ingerir en manos de las grandes empresas. Además, reclama por la sanción de la ley de etiquetado que espera ser tratada en la Cámara de Diputados.
Publicado en el suplemento
Acciones para la Participación Ciudadana, de diario Perfil
La obesidad es una consecuencia prácticamente directa de la mala alimentación de las personas. Aunque, generalmente, las cosas que se comen también son causantes de enfermedades invisibles.
Soledad Barruti es periodista y su primer gran impacto lo causó en 2013 con la edición de su libro Malcomidos. En 2018, dio otro golpe con Mala leche, el supermercado como emboscada. Desde entonces, se convirtió en una referencia a la hora de hablar de la problemática.
La obesidad infantil es un problema que se prevé en vías de agravarse, ¿cuál es su relación con la alimentación?
La obesidad infantil es un marcador de riesgo importante para entender la cuestión alimentaria, pero no es excluyente de un montón de otras manifestaciones que no se tienen en cuenta y que muestran un contexto alimentario gravísimo que diezma a todas las infancias. El 95% de los chicos de nuestro país tienen caries. Que no aumenten kilos, no significa que estén saludables. Comiendo lo que comen, están en riesgo de tener enfermedades no transmisibles, hígado graso, hipertensión. El tema es que son enfermedades menos evidentes.
¿Qué es lo menos sano de lo que suelen comer los chicos?
Lo más grave que ocurre es que las personas dejaron de comer comida para comer productos. La industria es muy agresiva en el mercado dirigido a las infancias. Desde bebés, el primer desafío con el que cuenta cualquier ser humano es que se cambia masivamente la lactancia materna por productos ultraprocesados que la sustituyen. La leche de fórmula es médicamente necesaria en pocos casos. Solo el 38% de los bebés es amamantado exclusivamente.
Hay una idea de comida dedicada a la infancia, que es un problema en sí mismo. Los primeros alimentos son yogures azucarados, galletitas de distinto tipo con marketing orientado a los bebés, jugos y afines que sustituyen al agua. El 70% de los eventos de hidratación de niños y niñas en Argentina está ocupado por bebidas azucaradas.
¿Qué es lo recomendable, lo más nutritivo?
La comida de verdad. Lo que dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) es que las personas deben comer comida, no productos comestibles, que son buenos engañando al cerebro, pero no dan al cuerpo todo lo que necesita. En la infancia hay que nutrir, ya que todos los sistemas están en desarrollo y se ven desafiados por tener que adaptarse a una matriz alimentaria que no es humana, sino económica. No es la que alimentó al ser humano en su evolución biológica. Comer comida, más allá de la cultura alimentaria que sea, es más saludable que comer cosas.
¿El poco tiempo para cocinar es otro factor influyente en la mala alimentación?
Nosotros dejamos la alimentación en manos de empresas que fueron eficientes a la hora de contar a la comida como un evento complejo que demanda muchas horas. Así, parece que hay que destinar res horas para preparar alimentos cuando con 20 minutos se puede tener una comida. Hace falta acceso a la información y acceso económico para dar con alimentos frescos.
¿Cuán importante es que se apruebe la ley de etiquetado?
Estamos esperando que la Cámara de Diputados se disponga a tratarla. Está muy cerca, es muy completa, es muy buena, solo falta decisión política para aprobarla sin modificaciones. Es una de las mejores leyes del mundo la que se elaboró en Senadores.
Se dice que la comida entra por los ojos, ¿qué rol juega el marketing y cómo influye a la hora de alimentarse?
Es lo más importante para las marcas. Como no nos dan comida, sino ideas de comidas, utilizan envases y publicidad para convencernos de que comemos lo que nos aseguran. Nos encontramos con frutas, vitaminas y cereales integrales, pero cuando vamos a leer el detalle, la mayoría ofrecer azúcar, harina y grasas de mala calidad. Con una ley de rotulado que cambie publicidad por información se puede resolver. Por eso, las empresas batallan para no tener esa norma. Una persona tarda menos de seis segundos en tomar una decisión en la góndola. Ese tiempo está regulado por la publicidad.
¿Qué sector poblacional es más vulnerable a la mala alimentación?
Sin dudas, es la infancia. En lugares donde el dinero es menor, hay que elegir. En general, las familias buscan satisfacer lo que se vislumbra como una necesidad de niños y niñas, por lo que los sectores más vulnerables económicamente hablando son más avasallados. Toda la sociedad está atravesada por una idea de alimentación infantil perversa. Chicos y chicas deben comer lo mismo que cualquier ser humano. Es una perversión enorme. Las marcas nos educaron alrededor de una idea alimentaria que se está llevando generaciones enteras que van a poder pensar y vivir menos y peor que nosotros.