Hasta mediados del Siglo XV, aproximadamente, los libros eran producidos por escribas o amanuenses que trabajaban de manera artesanal, copiando textos a mano con pluma sobre pergaminos. Eran un objeto exclusivo, reservado para grupos selectos de monjes, filósofos, reyes y grandes señores feudales. Pero hacia el año 1450, Johannes Gutenberg –nacido en Maguncia, Alemania– descubrió un sistema para fabricar libros utilizando una prensa que reproducía las páginas masivamente a través de “tipos móviles”, una serie de letras acuñadas en metal que podían ordenarse para formar las oraciones que componen el texto. Así nació la imprenta y con ella el primer libro producido fue la Biblia: 200 ejemplares en un formato de 42 renglones a dos columnas, en un total de 1.286 páginas. La revolución de la imprenta daba paso a una nueva etapa en la historia de la humanidad.

Desde aquel entonces los libros se volvieron un objeto de alcance masivo, soporte material para la difusión de escritos e ideas. Hay quienes sentenciaron su muerte a partir de la irrupción de las computadoras y la revolución digital: sin embargo, los libros en papel no pierden vigencia y siguen cautivando a personas de todas las edades en el mundo entero. El pasado 23 de abril se celebró el Día Mundial del Libro, declarado por la UNESCO en 1995, tras una propuesta del Gobierno de España y la Unión Internacional de Editores. La fecha se dispuso en conmemoración del fallecimiento de grandes escritores como Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare, y sirve como pretexto para promover el disfrute de los libros y la lectura, apoyando la creatividad, la diversidad, la igualdad de acceso al conocimiento, la promoción de la alfabetización y el libre acceso a los contenidos científicos y educativos.

La fecha, entonces, se convierte en una celebración de la lectura a nivel mundial. España –fundadora de esta bonita tradición– se llena de actividades para promover la lectura en las calles, bibliotecas, parques y espacios públicos, donde miles de personas regalan libros y, principalmente en Cataluña, una rosa roja para los seres queridos, coincidiendo con la Fiesta de Sant Jordi. En China también se festeja este día, a diferencia de otras celebraciones mundiales, promoviendo la pasión por la lectura, especialmente en ámbitos educativos. En México rinden homenaje a esta fecha celebrando el Día del Libro y la Rosa en las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México, con un despliegue de foros, mesas redondas y talleres en los que el público lector se encuentra a dialogar con sus autores favoritos.

La Feria del Libro 

En Argentina esta fecha coincide con la realización de la Feria del Libro: una iniciativa impulsada por la Fundación El Libro, entidad civil sin fines de lucro creada por la Sociedad Argentina de Escritores. El evento es el más grande de su tipo en lengua española y se encuentra entre las cinco ferias más importantes del mundo. Desde 1975, fecha de su primera edición, busca reunir a lectores, editoriales y autores en un mismo ámbito, con el objetivo de promover la lectura y la cultura en general. La de este año se desarrolla en el Predio Ferial de La Rural –en Palermo, CABA– y se extenderá hasta el 15 de mayo. El escritor Martín Kohan estuvo a cargo de abrir la Feria el 27 de abril, con un discurso inaugural en el que definió al evento como “un espacio de conversación sobre libros” y puso en valor la figura del lector. En esta oportunidad la Ciudad Invitada de Honor es Santiago de Chile, con una propuesta de ocho ejes troncales que desarrollan los distintos relatos políticos, sociales y culturales que existen en torno a la capital del vecino país. Además se podrá disfrutar de un nutrido programa de conferencias, firmas de ejemplares, talleres, actividades culturales y educativas.

Nuestro país se destaca por un gran pasado y presente en materia literaria, cuenta con una profusa actividad editorial y una extensa red de bibliotecas y centros culturales dedicados al arte de la palabra escrita. Una Feria del Libro llena de vida lo demuestra. Sin embargo, vale la pena detenerse a pensar sobre el futuro, en una Argentina con graves déficits de aprendizaje vinculados a la lecto-comprensión: si el 57% de los niños que empiezan la primaria llegan a su término sin haber aprendido las nociones básicas y sólo 16 de cada 100 que terminan la secundaria lo hacen con conocimientos básicos de matemática y lectura, es evidente que las letras argentinas tienen un panorama complicado y que hay mucho por hacer en materia educativa. Esperamos que esta historia tenga un final feliz.