Una reforma fallida para un secundario fallido
El sistema educativo bonaerense es el más grande del país. Una propuesta para modificarlo generó la polémica y reavivó el debate sobre el cambio que se requiere para que sea más eficiente.
La provincia de Buenos Aires es la más extensa y poblada de Argentina. Según datos del último censo cuenta con 17.569.053 habitantes, lo que representa un 38% de la población total del país. Su sistema educativo, también es el más grande del país, está estructurado en cuatro niveles que van desde el inicial, primario, secundario y superior, conformado por casi 20.000 espacios educativos, contabilizados en el último Padrón de Establecimientos Educativos elaborado por el Ministerio de Educación de la Nación. Esta extensa y compleja red de escuelas, colegios e instituciones alberga a una población estudiantil de casi 4 millones y medio de estudiantes de todos los niveles y cuenta con una dotación de 239.000 cargos docentes.
Un proyecto proponía dejar atrás la repitencia con tres materias adeudadas, para pasar a una modalidad que divide a las asignaturas en “agrupamientos”.
Si ponemos estos datos en el contexto del sistema educativo argentino podemos advertir la magnitud del sistema educativo bonaerense. Tal vez su gran dimensión pueda explicar el tamaño de la polémica que se produjo en torno a la propuesta de reforma de la educación secundaria, durante la primera semana de febrero.
El Consejo General de Educación de la Provincia anunció que en su primera sesión del año trataría un proyecto para introducir un cambio profundo a nivel del secundario: el mismo buscaba dejar atrás el sistema de repitencia con tres materias adeudadas, para pasar a una nueva modalidad que divide a las asignaturas en “agrupamientos”, permitiendo que un estudiante pueda pasar de año acumulando hasta dos años de materias pendientes de aprobación por cada agrupamiento. Considerando que la propuesta establecía ocho agrupamientos, se daba la hipótesis de que los alumnos pudieran pasar de año adeudando hasta 16 materias.
La propuesta generó una catarata de críticas, enfocadas en varios aspectos: desde la falta de planificación e improvisación de la medida, hasta la ineficacia de la propuesta para garantizar un aprendizaje de calidad, en condiciones de igualdad para todo el alumnado. Por ejemplo, los consejeros escolares de la oposición bonaerense, agrupada en Juntos por el Cambio, emitieron un comunicado en donde califican la medida de “populismo educativo” que genera un “siga siga escolar”. Por otro lado, la especialista en educación Guillermina Tiramonti señaló en diálogo con La Nación que “el problema es que todos los cambios están basados en que los chicos sigan adelante sin modificar el esquema pedagógico. Está claro que la repitencia no sirve, pero forma parte de un modelo escolar. Si no se cambia esto último, modificar solo el sistema de promoción es inútil”.
Otra voz crítica fue la de Mónica Marquina, doctora en Educación, quien manifestó que la propuesta de reforma contenía “cambios superficiales que apuntaban a atacar el síntoma: que los estudiantes no repitan, haciendo más laxo el paso de un año al otro (...) estos cambios no son la reforma del secundario que se necesita, porque nada se hace respecto de cómo lograr que los chicos aprendan, lo que implica revisar contenidos, métodos de enseñanza, formas de evaluación, formatos de organización curricular, etc”.
Es que la reforma fue propuesta en el contexto de una profunda crisis de la educación en general, evidenciada en los números de bajo rendimiento educativo que ponen en duda la efectividad de la medida para revertir una situación ya de por sí alarmante. Los resultados de la Evaluación Aprender 2021 para sexto grado en la provincia de Buenos Aires demostraron que en Matemáticas hubo un descenso del porcentaje de alumnos con desempeño avanzado que pasó del 18,32% en 2018 a un 14,69% en 2021, y un aumento del porcentaje de alumnos con desempeño satisfactorio: del 38,04% en 2018 a un 40,05% en 2021. En la categoría de alumnos con desempeño básico se observa un leve descenso, pasando de un 23,52% en 2018 a un 22,65% en 2021. En la categoría de alumnos con desempeño por debajo del básico se observa un incremento de un 20,12% en 2018 a un 22,61% en 2021.
Los datos más preocupantes están en Lengua, donde hubo un un descenso del porcentaje de alumnos con desempeño avanzado que pasa del 35,55% en 2018 a un 23,14% en 2021 y un descenso del porcentaje de alumnos con desempeño satisfactorio que pasa del 39,97% en 2018 a un 34,41% en 2021, al mismo tiempo que un aumento de 4,16% en la categoría de alumnos con desempeño básico que pasa de un 17,29% en 2018 a un 21,45% en 2021. Lo más grave puede verse en la categoría de alumnos con desempeño por debajo del básico, donde se observa un fuerte incremento de un 7,20% en 2018 a un 21% en 2021.
Las críticas a la propuesta de reforma calaron hondo en la Gobernación bonaerense y, a pesar del intento de defenderla por parte del ministro Sileoni quien planteó que no proponen “el facilisimo” y que “nadie debe aprobar lo que no sabe”, desde el oficialismo decidieron postergar el debate hacia más adelante. Esto es una buena noticia, ya que la discusión sobre la crisis del sistema educativo requiere análisis más profundos y un consenso entre todos los actores que lo conforman. Es evidente que en este grave contexto las medidas propuestas no resolvían las deudas pendientes y sólo iban a profundizar la desigualdad: el derecho a la educación no se garantiza de manera enunciativa, sino que requiere un Estado fuerte, con capacidad para desplegar todas las acciones necesarias para que cada joven pueda estudiar, aprender y progresar.