¿Cómo se vive en una base antártica?
Cada 22 de febrero se conmemora el Día de la Antártida Argentina. Este año se cumplen 119 años de permanencia ininterrumpida de argentinos en el continente blanco. El teniente coronel Gustavo Cordero Scandolo, jefe de la Base Esperanza, conversó con El Auditor.info y detalló su presente en el territorio más austral del planeta.
El Día de la Antártida Argentina conmemora la inauguración, el 22 de febrero de 1904, del Observatorio Meteorológico en la Isla Laurie, Orcadas del Sur. Este año se cumplen 119 años de permanencia ininterrumpida de argentinos en esas tierras.
Argentina es la nación que más bases tiene en el continente blanco: seis permanentes y siete temporarias.
Argentina es la nación que más bases tiene en el continente blanco, con seis estaciones permanentes y otras siete temporarias que se mantienen habilitadas durante el verano.
Con el objetivo de conocer las actividades que se realizan en el continente, ElAuditor.info se comunicó con el teniente coronel Gustavo Cordero Scandolo, jefe de la Base Esperanza. “La Base Antártica Conjunta Esperanza es la primera y única que trae familias al continente antártico”,afirmó. La instalación científica se ubica en Punta Foca de la Bahía Esperanza en la Península Trinidad, a unos 1.100 kilómetros de Ushuaia y a 3.200 de Buenos Aires.
El teniente llegó a la Antártida el 1ro de enero de este año, luego de 14 días de viaje en el rompehielos Almirante Irizar y confirmó que invernará en el continente: “Vamos a quedarnos un año completo”, agregó.
Esta base tiene la particularidad de ser la única estación antártica en la que el personal científico y militar destinado a invernar allí es acompañado por sus familias para lo que funciona como un poblado que suma casas independientes, una iglesia, una escuela, una oficina postal, una emisora radial y un registro civil a la habitual estructura antártica de hangares y laboratorios.
“La Base Antártica Conjunta Esperanza es la primera y única que trae familias al continente antártico”, indica el teniente coronel Gustavo Cordero Scandolo.
Durante 2022, la base albergó a 80 personas en el caserío. Sin embargo, el teniente expresó que estos sitios tienen un “cupo límite” y afirmó que “este año serán menos integrantes”.
A partir de marzo, la estación antártica alojará a 60 personas, ya que llegarán cinco familias más. “Seremos un total de siete familias, tendremos un niño en edad de jardín de infantes, cuatro en primario y 11 en secundario”, detalló el jefe. Desde allí, estos últimos jóvenes seguirán sus estudios secundarios a través del Sistema de Educación a Distancia del Ejército Argentino (Seadea).
Por otro lado, la escuela 38 "Presidente Raúl Ricardo Alfonsín", que este año cumplirá 26 años desde su inauguración, forma parte del sistema educativo de la provincia de Tierra del Fuego y es la única en funcionamiento en la Antártida.
Invierno antártico
El clima se caracteriza por ser intensamente frío, poco húmedo y tempestuoso, siendo la nieve la única forma de precipitación, excepto en las partes próximas a la costa y sobre el mar, donde en raras ocasiones llueve. En invierno, las marcas descienden a los -10°C, -20°C o hasta -30°C dependiendo de la región.
“En invierno solo salimos a trabajar en las tareas específicas”, detalló Cordero Scandolo. A su vez, indicó que en dicha estación es “impensable” tener las manos afuera. Además, señaló que es conveniente utilizar dos tipos de guantes, “unos más finos y, sobre esos, otros más gruesos”.
“Los invernantes no comemos frutas ni verduras frescas”, expresó el jefe de la base. Otro de los temas difíciles de afrontar en la Antártida, es la obtención de agua. “Aquí tenemos una laguna a dos kilómetros y traemos el agua desde allí”.
En el continente blanco -según el coronel- “lo que manda es la meteorología”. Si se puede llegar a trabajar afuera, se aprovecha el día polar, 24 horas continuas de sol. Por otro lado, independientemente de la estación, “la logística es muy compleja en la Antártida”.
Tratado Antártico
La Antártida, según el Tratado Antártico, se define como todas las tierras y barreras de hielo ubicadas al sur de la latitud 60°S sin afectar derechos sobre el alta mar allí existente. Este acuerdo fue suscripto en diciembre de 1959 por 13 países y entró en vigencia dos años después.
Sus puntos centrales plantean el uso exclusivo del continente para fines pacíficos, prohibiendo así toda medida de carácter militar. Además, los países miembros son liberados a la investigación científica comprometiéndose al intercambio de información sobre el territorio en cuestión. Argentina, como integrante pleno del Tratado desde su comienzo, forma parte de los que disputan, interactúan, intervienen y conviven en el terreno blanco.
Por qué hay que cuidar a la Antártida
La Antártida es la mayor reserva de agua dulce del planeta, además es el motor que regula la atmósfera terrestre y su equilibrio a nivel global. Los impactos de la crisis climática son cada vez más severos y el continente blanco pierde más hielo del que gana.
La Auditoría General de la Nación (AGN) fue la primera en controlar la región más austral del planeta en 2009. En dos informes sobre la Antártida, que incluyeron un viaje al continente, el organismo de control observó la falta de recursos humanos, materiales informáticos y de articulación con áreas de la Dirección Nacional del Antártico (DNA), el Ministerio de Relaciones Exteriores y las Fuerzas Armadas.
Tampoco se logró centralizar la información ambiental y solo “34% de los permisos de visita otorgados de 1994 a 2008 cumple con la reglamentación”, expresó el informe publicado en 2010.
Por otro lado, advirtió la falta de un plan de contingencia para unificar criterios en las bases argentinas. El “incremento exponencial del turismo provoca un impacto ambiental de carácter acumulativo, pero la DNA no monitorea los sitios de desembarco y/o uso turístico”, señaló el texto.
En 2011 la Auditoria volvió para confirmar si las observaciones se habían tenido en cuenta, pero los factores climáticos lo impidieron. En esa oportunidad, el organismo de control insistió con la falta de articulación interministerial y recomendó elaborar una línea de base ambiental que permita conocer los efectos de lo impactado en las zonas, diseñar e implementar un plan de gestión de hidrocarburos y contingencia, y por último, crear instrumentos de gestión que permitan analizar los datos relevados para poder optimizar las tareas.