En el marco del Día de la Antártida Argentina hablamos con Julio Guarido, geógrafo y ex jefe de Control de Gestión Ambiental de la Auditoria General de la Nación (AGN) sobre los últimos informes realizados hace casi 10 años atrás.

“Argentina tiene 13 bases, siete semipermanentes y seis permanentes, de las cuales tres visitamos en 2009: Esperanza, Carlini y Marambio para evaluar la gestión ambiental allí y en las zonas protegidas", informó. "Si bien hicimos observaciones, pudimos verificar que los tratamientos y cuidados con el ambiente, la flora y fauna eran los correctos más allá de las contingencias del momento”.

Según Guarido, quien formó parte de los trabajos de campo, “la AGN fue pionera, ya que fue la primera en auditar el territorio de la Antártida". "Consideramos a nuestras bases soberanas y por eso hicimos el informe como si estuviéramos trabajando en nuestro territorio. Esto no había ocurrido antes”.

Observaciones

Entre las principales falencias se encuentran la "falta de recursos humanos, materiales informáticos y de articulación con áreas de la Dirección Nacional del Antártico (DNA), el Ministerio de Relaciones Exteriores y las Fuerzas Armadas". Tampoco se logró centralizar la información ambiental y solo “34% de los permisos de visita otorgados de 1994 a 2008 cumple con la reglamentación”, expresó el informe publicado en 2010.

Asimismo, se remarcó la falta de un plan de contingencia para unificar criterios en las bases argentinas. El “incremento exponencial del turismo provoca un impacto ambiental de carácter acumulativo, pero la DNA no monitorea los sitios de desembarco y/o uso turístico”, agrega.

En 2009 la AGN detectó perdidas en los caños de combustibles de la base Carlini
En 2009 la AGN detectó perdidas en los caños de combustibles de la base Carlini

También detectaron inconsistencias en el manejo de desechos peligrosos. En cuanto a los hidrocarburos y baterías, en ese entonces, "estaban empezando a traer al continente mayor cantidad de residuos, pero no había buques y se complicaba la tarea. Así surgió el problema de cómo gestionar la estructura faltante”, señaló Guarido. También comprobaron cómo las bases trataban sus afluentes cloacales y los líquidos que generan.

En 2011 la Auditoria volvió para confirmar si las observaciones se habían tenido en cuenta, pero los factores climáticos lo impidieron. “No pudimos cumplir con el objeto. Esta vez fue complicado, estuvimos un tiempo varados y solo logramos verificar algunas recomendaciones, como el manejo adecuado de los tambores de combustible en Marambio”, añadió el entonces jefe de Control de Gestión Ambiental de la AGN .

En esa oportunidad, el organismo de control insistió con la falta de articulación interministerial, y recomendó elaborar una línea de base ambiental que permita conocer los efectos de lo impactado en las zonas, diseñar e implementar un plan de gestión de hidrocarburos y contingencia, y por último, crear instrumentos de gestión que permitan analizar los datos relevados para poder optimizar las tareas.

“De todas formas, el sistema mismo de las Fuerzas Armadas hace que las recomendaciones se tomen de manera inmediata”, aseguró el ex auditor. El control de este territorio es “esencial”. Desde el 22 de febrero de 1904 nuestro país tiene tareas de investigación en la zona de manera permanente.

“Tenemos más bases que el resto, hay contigüidad geológica con la cordillera y queremos estar ahí. Si bien el Tratado Antártico dice que no hay prioridad sobre el territorio, controlar nuestras actividades demuestra nuestra capacidad e integridad para los compromisos que asumimos. Es hora de darnos cuenta de la importancia que tiene”.

Turismo

Según datos de la Cancillería Argentina, la temporada de verano 2018-2019 se alcanzó el pico máximo de turistas en la Antártida, con un total aproximado de 56.168 visitantes, de los cuales el 80% parte del Puerto de Ushuaia de noviembre a marzo.

En cuanto a las actividades turísticas y su crecimiento, el geógrafo aseguró que “si hay control sobre el espacio y el turismo, no hay problemas. Hay reglas y protocolos que hacen que esta sea una actividad segura para el ambiente y los visitantes. Nos hace falta tener más desarrollada esta área y sus posibilidades. Deberíamos tener mayor compromiso y crear nuestros propias reglas, ya que la mayoría de los barcos salen de nuestro suelo”.

¿Los riesgos? El impacto en la flora o fauna, los residuos, “pero sobre todo el derrame de combustibles o líquidos contaminantes. Eso debería ser más controlado”. En cuanto a reglas, todos los residuos generados vuelven a nuestro país en barco, el cuidado con el ambiente es exhaustivo, las botas se limpian antes y después de bajar del barco, se aspiran bolsillos para que no ingresen semillas y los turistas no pueden tocar nada ni mucho menos traerse rocas o “recuerdos”. 

Hace unos años se interrumpió otra auditoría. “Se había programado y se suspendió un año antes de que me retirara. No se pudo llevar adelante y se cambió el proyecto. La intención estaba. Son controles que tienen un impacto fuerte en la política. Tendríamos que seguir auditando la Antártida porque es importante para nuestra historia y nuestro futuro”, finalizó Guarido.