La Dirección Nacional del Antártico (DNA) no “monitorea” el impacto ambiental de carácter acumulativo en los sitios de uso turístico, provocado por “el incremento exponencial” de visitas a la región. Así lo explicó un informe de la Auditoría General de la Nación (AGN), en el que se detalla que la cantidad de turistas creció de 6.700 en el año 1993 a 28.531 en 2007.

El informe, aprobado el año pasado sobre datos del período 2004-2009, dice que algunos “proyectos viajaron a la Antártida sin completar los permisos y evaluaciones (ambientales) correspondientes”. Esto se debe a que “la información necesaria para considerar las evaluaciones de impacto ambiental fue recibida de manera irregular”.

De hecho, la AGN agrega que el Programa de Gestión Ambiental y de Turismo (PGAyT), que hasta 2009 tenía cuatro empleados, “no logró centralizar la información ambiental (evaluaciones de impacto, permisos de visita e informes y registro de movimientos de residuos peligrosos), ni garantizar que esos datos circulen y se utilicen en tiempo y forma”.

Por otra parte, se explica que “la DNA no tiene un plan de acción de respuesta” para reducir los daños resultantes de posibles derrames de combustible, “que unifique los criterios a adoptar por todas las bases antárticas argentinas”.

Inconsistencias en el manejo de Residuos Peligrosos

La Dirección del Antártico no puede “completar en tiempo y forma el mecanismo de transporte y disposición final de residuos peligrosos”. Afirma la Auditoría que esto se debe a demoras en el proceso de licitación y contratación para el manejo de estos deshechos que lleva a cabo el Ministerio de Relaciones Exteriores, la órbita donde funciona la DNA.

Además, según el informe, desde 2004 “la DNA no cuenta con el Certificado Ambiental Anual como generador de residuos peligrosos, pese a haberlo solicitado formalmente” a la Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable.

Por último, a través de la visita del equipo de auditoría a la Base Jubany, se detectaron “inconsistencias en el manejo de residuos peligrosos”, que a su vez habían sido comunicadas con anterioridad por el jefe de la base en informes de supervisión ambiental. Sin embargo, la DNA “no brindó soluciones hasta el momento de la verificación in situ” de la AGN.