Tradición, identidad y alegría al ritmo del carnaval
Es uno de los movimientos culturales más importantes del país donde se mezclan costumbres milenarias con lo propio de cada lugar. Cómo se celebra y qué representa en las distintas regiones.
Como todos los años, durante febrero, se siente el carnaval en los barrios de la Ciudad de Buenos Aires y también en el resto del país, donde cada región le da su identidad y se fusiona con las tradiciones regionales. Sin embargo, el origen de esta celebración proviene del Imperio Romano y está profundamente ligada al cristianismo.
El surgimiento de las murgas
Según el músico, historiador e investigador, Coco Romero, “hay un mismo origen en todas las murgas rioplatenses”. La palabra murga apareció en 1883 en la Real Academia Española como un modo de celebrar el carnaval en la calle.
"Tomaron una idiosincrasia diferente en cada país, permitiendo que en Uruguay crezca al nivel de una industria cultural y que, de este lado, se mantenga en un estadio folclórico, siendo parte del under”, aseguró Romero.
Las murgas se prohibieron durante la última dictadura militar y, una vez vuelta la democracia, crecieron exponencialmente en la década del 90. “En 1996 surgieron dos murgas en los talleres que doy en el Centro Cultural Rojas”, destacó el músico e historiador.
Romero, por otro lado, señaló que “el carnaval porteño es un fenómeno de exportación” y que si no se aprovecha esa identidad alguien más la va a tomar. “En Bélgica y también Italia se organizan murgas similares a la porteña”, completó.
Con sello porteño
En 1869, Domingo Sarmiento institucionalizó el carnaval en el país, copiando el de Roma. La fiesta fue pensada como un aporte a la cultura en términos educativos. La expansión se dio desde Buenos Aires hacia el resto del país.
En la actualidad, los corsos de la Ciudad se caracterizan por mantener la esencia e identidad de cada barrio. Las 158 murgas porteñas se destacan por su colorido, disfraces, música y bombos. Sin embargo, Romero expuso que el carnaval “no cuenta con el apoyo del Estado”. Pese a esto, en 1997, fue declarado patrimonio cultural de Buenos Aires por la Legislatura porteña.
El corso más importante y concurrido de CABA es el de Avenida de Mayo. Cada febrero se reúnen, aproximadamente, 60 mil personas en el centro porteño. Además de los distintos bailes, disfraces y grupos de música, se pueden encontrar comparsas y puestos gastronómicos de diferentes países de la región.
Estos festejos porteños se mantienen en una instancia amateur, lejos del carácter profesional que tienen en Uruguay. “El carnaval está en la calle y hay que trabajarlo hasta el infinito”, cerró Romero.
El carnaval de cada región
Otro aspecto que destaca a los carnavales de Argentina es la forma en que están ligados a la geografía y van tomando el color de cada región. La celebración en Córdoba es distinta a Gualeguaychú o al norte del país.
En Salta y Jujuy es una fiesta ligada a la fertilidad. La ceremonia gira en torno al entierro y desentierro del diablo. Los habitantes de la Quebrada visten con trajes con cascabeles y máscaras, se arrojan harina y ramas de albahaca, ya que la consideran afrodisíaca. El baile es al ritmo que marcan los erkenchos, anatas, charangos y bombos.
Por su parte, en Gualeguaychú, Entre Ríos, las influencias son diversas. Hay una herencia de las comparsas de Corrientes y también muchos elementos que se fueron tomando de los carnavales de Brasil. Mientras que en Córdoba hay desfiles de comparsas, quema del rey momo y concurso de disfraces.