Una antigua iglesia y un pasaje, testigos de las invasiones inglesas
Sobre la manzana que comprende Avenida Belgrano, Defensa y Venezuela, en San Telmo, un santuario nos trasporta a distintos momentos históricos del país.
En el barrio porteño de Monserrat, a pocos metros de la Plaza de Mayo, se ubica el convento de Santo Domingo y uno de los callejones más bellos que se pueden encontrar en Buenos Aires: el Pasaje 5 de Julio.
Esta antigua esquina de la ciudad data de 1751 cuando empezó la construcción de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario. Sus paredes, de fines del siglo XVIII, son parte de la historia, ya que fueron sede de las invasiones inglesas y de la victoria del Virreinato del Río de la Plata, comandada por Santiago de Liniers.
Además, personalidades destacadas como los Azcuénaga, Pueyrredón y Balcarce eran habitués del templo. Por otro lado, los restos de Belgrano descansan en un mausoleo construido 100 años después de su muerte, en la entrada de la típica construcción colonial.
La ciudad planeada por los españoles
Según el historiador Eduardo Lazzari, Buenos Aires fue ideada por los españoles, de forma similar a cómo planificaron todas las ciudades importantes en aquella época.
La actual capital estaba dividida en una zona sur y otra norte, siendo la catedral el punto medio. Las familias aristocráticas, de alto poder económico y político, se fueron asentando hacia la zona sur, como los Pueyrredón, los Alzaga o los Zarratea.
La arquitectura colonial era pobre, no había maderas, ni piedras por la zona. En general, las casas tenían una sola planta, sin embargo, cerca de la plaza mayor las viviendas contaban con dos.
Por su parte, el Río de la Plata llegaba hasta Paseo Colón. Y el convento San Pedro Telmo -su nombre original- era una de las torres más altas de ese momento superando a la casa de gobierno.
La resistencia popular y la reconquista
La primera invasión inglesa fue improvisada y, conforme a Lazzari, la resistencia popular de los criollos de Buenos Aires tomó por sorpresa a los ingleses que habían organizado un ataque mucho más planificado en 1807, con el objetivo de consolidar su expansión luego de la batalla de Trafalgar contra España y Francia, siendo una de las expediciones más significativas de Gran Bretaña a comienzos del siglo XIX. La acción bélica llevó alrededor de 10 mil hombres, un gran número de soldados para una ciudad que, en ese entonces, tenía 40 mil habitantes.
Los ingleses marcharon desde Plaza Miserere a -lo que hoy sería- la Plaza de Mayo y terminaron siendo acorralados en las cercanías del Convento de Santo Domingo. La iglesia se convirtió en el cuartel general de los británicos y desde el fuerte fueron atacados con cañones. En la actualidad, el campanario tiene muestras de balas de ese momento.
El rol histórico del pasaje 5 de Julio y el convento
El pasaje 5 de Julio es uno de los más bellos de la Ciudad de Buenos Aires y de los más pintorescos. En el medio de la calle se ven las paredes del convento y llegando a la calle Venezuela hay una entrada a una sede de la Universidad Santo Tomás de Aquino donde se estudian las carreras de filosofía y teología ligadas al ejercicio de la fe católica.
El responsable del archivo histórico, Fray Alberto Saguier, docente universitario, sacerdote, licenciado en filosofía, teología y administración agraria, conversó con El Auditor.info. Según sus palabras, “las paredes tienen mucha memoria histórica, sobre todo de las invasiones inglesas, pero también de varios próceres como Liniers, Belgrano, Pueyrredón o Azcuénaga que fueron habituales fieles de la iglesia”.
“A veces el relato histórico argentino esquiva lo sangriento de algunos episodios para mostrar la historia con un carácter épico, pero no trágico”, manifestó Lazzari sobre el pasaje, el cual fue testigo privilegiado de la reconquista de Buenos Aires comandada por Santiago de Liniers.
En cada pared del convento, además, se pueden encontrar hechos históricos relevantes como la escalera por la cual subieron los ingleses a caballo durante la invasión, los rastros de las balas de los cañones disparados por la defensa o los pisos que tienen la marca del incendio ocurrido en 1955, cuando luego del golpe de Estado a Perón se atacaron distintos templos católicos y eso significó una gran pérdida patrimonial.
La promesa de Liniers y Belgrano
Las paredes del convento, que tiene casi tres siglos de existencia, son testigos de distintos periodos históricos de nuestro país y de Buenos Aires cuando aún el territorio pertenecía al Virreinato del Río de La Plata.
La prueba fiel de ese momento histórico son las banderas que se encuentran dentro de la iglesia, detrás de la imagen de la Virgen del Rosario de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires. Según Fray Alberto Saguier, “Santiago de Liniers era devoto de la virgen, traída desde España en el siglo XVII, e hizo la promesa de traer las banderas inglesas si es que Buenos Aires volvía a ser reconquistada por el ejército”. En la actualidad, las banderas se encuentran exhibidas junto a la insignia del reino español que Manuel Belgrano dejó luego de la independencia, haciendo la misma promesa a la virgen.
Manuel Belgrano, por su parte, fue enterrado con los hábitos dominicos y a 100 años de su fallecimiento se construyó el mausoleo que está ubicado en la entrada, entre la Avenida Belgrano y Defensa.