Balotaje: la hora de la verdad
Atilio A. Boron*. Pese a los temores bastante difundidos en vísperas de la primera vuelta de la elección presidencial, en el sentido de que se produciría un fraude en gran escala, lo cierto es que al finalizar el comicio hubo un amplio consenso celebrando la corrección del mismo. Ahora nuestro país se encamina, por primera vez en su historia, hacia un balotaje entre los candidatos del oficialismo y la principal fuerza de la oposición, Cambiemos.
Las próximas semanas serán pródigas en iniciativas de todo tipo, algunas non sanctas, encaminadas a lograr la mayoría requerida para prevalecer en esa decisiva contienda. Ni Daniel Scioli ni Mauricio Macri obtuvieron un caudal que los aproxime a la meta, y ambos deberán salir a conquistar los votos de ciudadanos que tuvieron otras preferencias. El massismo aparece como el territorio en donde ambos acudirán con la intención de seducir a ese voluminoso electorado que en la primera vuelta le dio la espalda.
Algunos especulan con que una indicación de Sergio Massa, producto de un acuerdo sellado con uno de los dos finalistas, podría servir para canalizar un raudal de votos hacia el elegido. Es cierto que hay otros espacios políticos que también podrían ser explorados por Scioli y Macri en su afán de robustecer su gravitación electoral, pero sin duda que el premio mayor se encuentra en el massismo. Pero no se debería olvidar que en un país como la Argentina nadie es dueño de sus votos, y que ni siquiera el general Perón tenía éxito cuando, desde el exilio, ordenaba a sus huestes votar por un candidato que no gozaba de los favores del electorado. Así, tanto Scioli como Macri tendrán que hacer propuestas concretas y factibles capaces de seducir a un electorado que el domingo pasado desoyó sus promesas. La decisión del candidato oficialista de debatir con su contrincante es una de las novedades que arroja esta inédita coyuntura. Será una tarea ardua para ambos. Para Scioli, porque tendrá que demostrar que es consciente de las asignaturas pendientes que deja la experiencia del kirchnerismo, lo que falta y no se hizo, y que él tendrá que proponer como hacerlo. Allí transitará por un escarpado sendero porque si su énfasis en lo que hay que hacer es demasiado estridente podría poner en juego el apoyo de los kirchneristas que lo favorecieron con su voto; y si no lo hace, si es vago y tibio en sus apreciaciones difícilmente logrará seducir a nuevos votantes.
Para Macri las cosas no serán mucho más fáciles porque deberá dejar de lado su nebulosa retórica pseudo-republicana y explicitar claramente qué es lo que va a hacer. ¿Será lo que dicen sus economistas los Melconian, Espert y compañía, seguros artífices de una debacle de proporciones si llegaran a manejar la economía- o tendrá alguna otra propuesta? Es poco o nada lo que se sabe al respecto, y no será una tarea menor formular planteamientos razonables para capturar ese electorado. En pocos días más comenzaremos a poder develar la incógnita.