Este año la mayoría de los gremios han logrado con las paritarias aumentos de salarios cercanos al 30 por ciento. Pero la inflación pasada, como la futura, hace que nos preguntemos si este porcentaje resulta o no un verdadero aumento del poder de compra de los trabajadores.

Según información a la que tuvo acceso Gestionpublica.info, el porcentaje del aumento de los sueldos que efectivamente llegue al bolsillo de los trabajadores depende, entre otras cosas, de los impuestos que deben pagar. Actualmente rige un esquema tributario para las remuneraciones asalariadas con las siguientes características: 1) un mínimo no imponible para el pago del impuesto a las ganancias muy bajo, pero dependiente de las cargas de familia que el trabajador tenga (esposa, hijos, otros); 2) una concesión hecha en septiembre de 2013 por la cual esos mínimos no imponibles benefician a los trabajadores con ingresos inferiores a los $25.000; 3) porcentajes del impuesto a las ganancias según tramos que fueron fijados en 2001 (por Machinea), obviamente desactualizados en sus montos; 4) topes de retenciones en los aportes jubilatorios, de obra social y par el PAMI que beneficia  a los ingresos más altos.

Con estos cuatro criterios se puede calcular el impacto de un aumento del 30% en los salarios sobre el bolsillo de los trabajadores. Es preciso observar que cada vez es mayor la porción que el Estado se apropia del sueldo de los trabajadores, señala el documento económico al que accedió este medio. De acuerdo a la información, esta medida repercute aún en quienes perciben mayores ingresos. Por ejemplo, un trabajador cuyo salario bruto es de $30.000, apenas llegarán a su bolsillo $18.139. Esto es, por los descuentos jubilatorios, obra social, PAMI e impuesto a las ganancias, de los $30.000 se pierden casi $12.000 al mes. En un año, este trabajador habrá contribuido al Estado con el valor de un automóvil 0Km.  

Por otra parte, ¿el porcentaje acordado para la suba salarial se trasladará efectivamente al bolsillo de los trabajadores? Si se lograra un aumento del 30% una buena parte del mismo va a manos de Estado como consecuencia de la estructura impositiva.

De este modo, las personas cuyo sueldo bruto asciende entre $15.000 y $25.000 verán incrementados su sueldo de bolsillo en un porcentaje inferior al 20%. Dado el incremento de precios esperado para este año, estos trabajadores sufrirán una pérdida de su poder de compra, alertan los expertos.

Algunas claves a tener en cuenta:

  • Si con el aumento del 30% el trabajador supera la barrera de los $15.000, el salario de bolsillo apenas aumentará, generando una fuerte pérdida del poder adquisitivo. Cuánto más cerca de ese valor quede el nuevo salario, mayor será la pérdida.
  • Si con el aumento del 30% el trabajador supera la barrera de los $25.000, el salario de bolsillo también se verá afectado por perder el beneficio del aumento de las deducciones en el impuesto a las ganancias establecidas el año pasado que operan hasta ese valor.
  • Si con el aumento del 30% el trabajador supera la barrera de los $31.167, el salario de bolsillo se verá afectado negativamente por la carga del impuesto a las ganancias, pero positivamente al llegar a los topes en los descuentos jubilatorios. Cuanto mayor sea el salario bruto respecto de ese valor, recibirá un beneficio superior.
  • Cualquier trabajador con ingresos de bolsillo superiores a $15.000 llega a pagar la alícuota máxima del impuesto a las ganancias que es del 35%.
  • En síntesis, los salarios de bolsillo se incrementarán mucho menos de lo conseguido en las paritarias. Claramente, los más perjudicados son los trabajadores con ingresos medios.