Esa es una de las maneras de distinguir la naturaleza y la cultura. Acaso la más común, la que nos enseñan en la escuela. Pero los antropólogos desconfían mucho del sentido común.

Solemos analizar los lugares y los seres que los habitan en función de nuestras costumbres adquiridas a través de la educación, de los paisajes a los que estamos acostumbrados y de las maneras de vivir que nos resultan cercanas desde la infancia. Esa diversidad es una fuente de riquezas, pero también hace difícil la coexistencia. Los pueblos con lenguas y costumbres distintas, que perciben espacios diferentes, ¿viven todos en un mismo mundo?

Sobre el autor:

Philippe Descola es una de las figuras más lúcidas de la antropología contemporánea. Es profesor en el Collège de France, donde sucedió a Claude Lévi-Strauss en la cátedra de Antropología de la naturaleza. Descola ha revolucionado la antropología y las ciencias sociales contemporáneas a partir de un nuevo enfoque sobre las maneras de repartir continuidades y discontinuidades entre el hombre y su medioambiente.