Hay hambre de nuevas voces y nuevos discursos
Sobre esta idea se conformó Podemos, una formación político partidaria que emergió de las revuelta de los Indignados españoles. Dos integrantes del partido, Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero, visitaron Buenos Aires y coincidieron en el vaciamiento de las democracias actuales. Además, recalcaron la importancia de construir liderazgos mediáticos para interpelar a sectores populares.
La política se conjuga en un entramado de narrativas que marcan un tiempo y un lugar. Gobernantes y gobernados hacen eco de estos discursos fundacionales a través de los que se constituyen mutuamente. Sin embargo, cuando este equilibrio se rompe, emerge la necesidad de ir por nuevas palabras que den sentido a lo que está aconteciendo.
Esta necesidad de nuevas palabras se hizo presente el 15 de mayo de 2011 cuando una multitud que tiempo después sería reconocida mundialmente como los Indignados- copó las calles de toda España para decir no nos representan y dejar en claro que aquella no era la democracia que esperaban. Los reclamos giraban en torno a la precarización laboral, producto de los recortes económicos, la falta de acenso social y el descredito al modelo bipartidista.
Así surgió el Movimiento 15M. Diverso, heterogéneo e irrepresentable, tal como lo catalogan diversos analistas. Lo cierto es que quienes salieron a la calle aquel día no tenían más que un malestar difuso el cual los impulsó a reunirse y a debatir sobre la política que esperaban.
Sostenido sobre los escombros que dejaron 40 años de neoliberalismo en España, nació Podemos, una formación político partidaria que se constituyó como tal el 11 de marzo pasado y que logró obtener cinco escaños en el Parlamento Europeo durante las últimas elecciones. Su líder, Pablo Iglesias (35), un profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid, logró obtener un lugar central en los grandes medios de comunicación, hecho que le acarreó elogios y criticas.
Los politólogos de la Universidad Complutense de Madrid e integrantes de Podemos, Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero, estuvieron de visita por Buenos Aires y se dieron tiempo para hablar acerca del partido en el Centro Cultural de la Cooperación. Durante charla, Errejón hizo hincapié en el uso estratégico del liderazgo mediático. Según él, Iglesias se convirtió en una figura de las tertulias televisivas más importantes. Produce audiencia porque hay hambre de nuevas voces y nuevos discursos.
Con la mirada puesta en los procesos políticos de América Latina, Errejón detalló la necesidad de proponer tipos de articulación que constituyan una voluntad popular posible para lo cual fue preciso pasar por encina de algunos de los tabúes de gran parte de la izquierda para interpelar a sectores populares: Hay que usar la televisión, exclamó.
Esta formación político partidaria, que se propuso convertir la indignación en un cambio político, plantea además subvertir las metáforas de derecha e izquierda: Creemos que se puede construir mayorías populares alternativas partiendo de oposiciones tales como gente versus casta o democracia versus oligarquía, completó Errejón.
Por su parte, Monedero habló sobre el vaciamiento de la democracia. Para el politólogo, 15M se resumió en dos preguntas devastadoras: Le gente le dijo a la democracia representativa por qué no me representas y al sistema económico por qué me tratas como una mercancía.
Estos dos interrogantes fueron el motor que logró movilizar a cientos de miles de jóvenes hasta la Puerta del Sol. Cuando salimos a la calle todos los partidos políticos envejecieron, consideró Monedero quien a su vez tildó el híperdemocratísmo (sic) del 15M como terriblemente ineficiente ya que fue incapaz de transformar ese asamblearismo en políticas públicas.
Ese es, claro, el propósito de Podemos: canalizar aquellos reclamos desde un aparato político que permita hacerle frente a las elites políticas y económicas. Porque, tal como retoma Monedero, si no hay una alternativa, cuando las multitudes piden que se vayan todos al poco tiempo el mensaje se traduce en ¡qué vengan los de siempre!.