A nivel nacional y en Ciudad de Buenos Aires, en materia de accesibilidad hay al menos 15 Leyes sancionadas. A ese número, también se le agregan varios decretos y resoluciones. Sin embargo, un equipo de Gestión Pública recorrió las calles porteñas y pudo corroborar que muchas de ellas no se cumplen. Lideran el ranking las quejas por falta de ascensores y baños adaptados en los subtes, como así también el ancho de las veredas y falta de rampas.

Un cronista de este medio habló con diferentes Organizaciones Civiles que protegen los derechos de las personas con capacidades diferentes y pese a la legislación vigente, confirmaron que los reclamos son muy numerosos.

Los más comunes son de accesibilidad en el subte, confesó Fernanda Vietti, Directora de Acceso Ya, una organización que brinda asesoramiento legal y patrocinio jurídico gratuito a personas con discapacidad motora y agregó: Es una constante porque las escaleras mecánicas o ascensores no andan, entonces una persona con movilidad reducida se sube en una estación y queda varada en la que se quiere bajar.

Cabe recordar que en la Ciudad de Buenos Aires la Ley N° 962, de diciembre de 2002, modificó el código de la edificación en Capital Federal y estipuló una prórroga de dos años para cumplir con la implementación de ascensores y ,asimismo, el quite de toda barrera arquitectónica que limite la accesibilidad de personas con necesidades especiales.

Cada dos semanas presentamos nuestros reclamos a Subterráneos de Buenos Aires (SBASE). En base a nuestros informes los arreglan, pero a la semana se vuelven a romper porque no hay una política integrada de mantenimiento, explicó Vietti.

Sobre el sector privado, las quejas más frecuentes se refieren a los baños no adaptados y a los ingresos sin rampas. En marzo de 1994, se sancionó a nivel nacional la Ley N° 24.314 de Accesibilidad para personas con movilidad reducida. Cuatro años más tarde, la Ciudad de Buenos Aires incorporó una normativa que establece la instalación de baños con sistema Braille o silueta en relieve en los locales públicos (Ley N°64/1998).

Es terrible lo que pasa con los comercios. Generalmente en relación a los shoppings y restaurantes llegan denuncias por no tener baño adaptado o por el ingreso sin rampa, aclaró Vietti.

En la Ciudad de Buenos Aires, pese a la existencia de las normas anteriormente mencionadas, está también vigente la Resolución N°309 de habilitaciones, la cual exime a los locales construidos con anterioridad al 2002 que no hayan realizado modificaciones y que demuestren que arquitectónicamente en el lugar no se pueden hacer obras, a realizar las necesarias reformas.

Al respecto, Vietti aseguró que en la Ciudad todo está construido antes de 2002. Se habilita todo sin tener en cuenta la Ley de accesibilidad, sentenció la Directora de Acceso Ya, situación que genera entonces una contradicción y anulación de ambas normas.

En el caso particular de personas con disminución visual, en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires se permite el acceso a todo transporte o espacio público con compañía de perros guía. La Ley N°429 del 2000, estipula que el pasajero debe presentar su certificado de discapacidad y tener su mascota registrada. Quienes dificulten o prohíban el acceso de dichas personas podrán ser multados con la suma de 80 a 150 pesos, según indica la normativa.

Sin embargo, la sanción nunca llega. Fernanda Vietti cuenta que la mayoría de los reclamos tienen que ver con los colectivos y no justamente con su accesibilidad. Sucede que hay una barrera cultural de los choferes, que no se quieren acercar al cordón. Nos llama mucha gente diciendo que pasan más de una hora sin que le pare un colectivo, resaltó.

Por último, la Directora de Acceso Ya mencionó que, junto a las quejas por el estado de los ascensores en los subtes, se reciben muchos reclamos por el estado de las veredas, sobre todo las del microcentro.

El Sistema de Protección Integral para personas con discapacidad contempla que el ancho mínimo de las veredas debe ser de 1,20 metros, como para que circule una silla de ruedas y pueda ir caminando otra persona a la par.

Hay muchas obras. Cortan toda la vereda y dejan un camino angosto por el cual no puede pasar ni una persona caminando, dijo Vietti y recordó la responsabilidad del Estado: Las empresas de servicios muchas veces rompen la vía pública por reparaciones y luego no la arreglan. La responsabilidad principal es de la empresa, pero la Ciudad tiene responsabilidad solidaria, es decir, que si la empresa no lo arregla, el Gobierno debe hacerse cargo. 

Gestión Pública también se comunicó con la Asociación Civil Soles de Buenos Aires. Norma Bonora, su Directora, se refirió a todas las normativas arriba detalladas y destacó que la legislación argentina es muy rica.

Casi no se necesita nada, a lo sumo algún retoque en lo que tiene que ver como las enfermedades poco frecuentes, analizó Bonora, que de todos modos detectó una gran falencia en la aplicación de las leyes de accesibilidad: Lo que sucede es que no hay una real consciencia y no hay penalización por el incumplimiento. Estamos convencidos de que si hubiese multas, todas se cumplirían. La falta de control y de sanción es el principal problema, sentenció.

Pero Bonora fue más allá de la falta de fiscalización y también apuntó a la sociedad en general. Todos piensan que la discapacidad no les va a tocar y la accesibilidad es para todos. Cualquier persona puede necesitar una rampa: una mamá embarazada, un niño, un anciano o una persona con una pierna lesionada, reflexionó.

Por último, Bonora se refirió al acceso a la información por parte de las personas con capacidades diferentes. En ese sentido, la Directora de Soles de Buenos Aires sentenció que hace muchos años es un tema que no se toca. Las páginas Web han adaptado su contenido para PC, pero ahora las plataformas cambiaron: Hay tablets y otros dispositivos móviles y para eso no están adaptadas, explicó.

Sobre los contenidos, Bonora sostuvo que si hay imágenes visuales también tiene que haber un texto alternativo. Cada foto tiene que tener su explicación, para que por ejemplo, un lector de pantalla le lea el texto que está debajo de una imagen a una persona ciega, amplió.