Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Alemania quedó dividida en dos países con dos sistemas económicos y políticos, uno de libre mercado capitalista y democrático, y el otro de economía centralizada y socialista. La República Federal de Alemania (RFA), bajo el control de los aliados, principalmente Estados Unidos, y la República Democrática Alemana (RDA) o Alemania Oriental, dominada por los soviéticos. Ambas regiones estaban separadas por fronteras rigurosamente vigiladas para evitar el éxodo del este al oeste.

La única manera de pasar del sector comunista al otro era ir Berlín, ciudad que estaba geográficamente dentro de Alemania Oriental pero con un sector, Berlín Occidental, bajo la administración de los aliados (Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia). Cruzando una calle o tomando el subterráneo se pasaba del área comunista a la capitalista y en la década de 1950 más de tres millones de alemanes orientales votaron con los pies y escaparon a Occidente debido a la insatisfacción generalizada en la RDA, país con unos 16 millones de habitantes.

Debido a este gigantesco éxodo, las autoridades comunistas decidieron levantar, en agosto de 1961, un muro de 155 kilómetros rodeando la totalidad de Berlín Occidental, convirtiéndose en un símbolo de opresión y separación de las dos Alemanias,  justificando su erección con la excusa de  proteger a la población de elementos fascistas que conspiraban en contra del socialismo, denominándolo Muro de Protección Antifascista.

El Muro tenía unas once barreras diferentes y la realidad es que las zanjas y los artefactos para detener automóviles apuntaban hacia el este, y no al revés. Varios centenares de personas (está en debate la cantidad) murieron en el intento de cruzarlo. Además de los guardias, había zona de minas, perros y hasta lo que se denominaba el césped de Stalin, una zona descampada con clavos de acero bajo una cuidada alfombra de arena en donde caían los fugitivos que pisaban esas trampas.

Luego de que el líder soviético Mijaíl Gorbachov anunciara en 1989 la nueva política exterior de la URSS con respecto a sus aliados, la Doctrina Frank Sinatra, en referencia a la popular canción A mi manera, que implicaba que cualquier país socialista podía hacer  las cosas a su manera sin interferencias de la vieja Doctrina Brezhnev (intervención soviética si el socialismo peligraba en alguno de los países del Este), el dirigente comunista alemán, Erich Honecker, censuró periódicos soviéticos y rechazó explícitamente el camino seguido por el Kremlin.

A principios de octubre de 1989, miles de jóvenes de Alemania Oriental se reunieron para protestar con la consigna Gorby, ayúdanos, siendo Gorby el nombre que cariñosamente aludía a Gorbachov. La subsiguiente represión y la detención de manifestantes pusieron en movimiento la revolución pacífica que acabaría con el régimen, autodenominado socialista, y con el Muro de Berlín. En este momento histórico es que comienza la famosa película Goodbye Lenin!

El 9 de noviembre miles de berlineses cruzaron los puestos de control y comenzaron a picar el muro con martillos y otras herramientas. Eric Hobsbawm, el prestigioso historiador británico, afirma en su libro Historia del siglo XX, que ese siglo fue un siglo corto (en comparación al largo XIX) pues comenzó con la Primera Guerra Mundial (1914) y finalizó con la caída del Muro de Berlín (1989) y la desaparición de la Unión Soviética (1991).

Para ir a ver

Cabe destacar un ciclo de cine (con entrada libre y gratuita) durante todo el mes de noviembre sobre este tema: Huellas del Muro: A 25 años de la caída del Muro de Berlín, presentado por el Museo del Cine Pablo C. Ducrós Hicken y el Goethe-Institut de Buenos Aires, que reúne catorce renombradas películas alemanas realizadas entre 1955 y 2012. Para información sobre títulos, lugares y horarios visitar la página Goethe Institut Buenos Aires 

* Filósofo y profesor universitario