Desde la creencia de que el universo es un gran todo dominado por fuerzas misteriosas de naturaleza mágica o divina, a pensar que es un reloj movido por las leyes de un equilibrio eternamente repetitivo, al paso a la mecánica y la termodinámica para llegar a la complejidad ecológica y la aparición de lo inmaterial.

Sostiene Passet que la historia de las teorías económicas no es solo la historia de los progresos de la ciencia, es también una historia de la ceguera y dogmatismos que han existido, y siguen existiendo, en cada época.

La ambición transdiciplinaria que recorre el libro desemboca en una dura crítica al reduccionismo económico neoliberal, que pretende reducir al ser humano a un mero ser económico, y defiende la necesidad de un nuevo paradigma: la bioeconomía, surgida de la alerta ecológica de los años setenta, que descubrió al proceso económico como una extensión de la evolución biológica, y que se propone integrar las actividades económicas en los sistemas naturales. Porque las leyes de la macroeconomía no se reducen a las de la microeconomía, el interés general es mucho más que la suma de las partes, los mecanismos naturales no tienen nada que ver con las leyes de mercado y porque existen bienes comunes, como el aire y el agua, que trascienden la lógica de las naciones y de los mercados.