Tres cámaras patronales: la Asociación de Editores de Diarios de Buenos Aires (AEDBA), la Asociación Federal de Editores de la República Argentina (AFERA), la Asociación de Editores de Revistas (AER) y los representantes de las agencias nacionales e internacionales de noticias y de las punto.com; con la particularidad de que AEDBA y AFERA hacían constar en actas que se desconocían entre sí. Y, por el lado de los trabajadores: unos 26 delegados paritarios de base y dos integrantes de la conducción de la Unión de Trabajadores de Prensa (UTPBA).

Ni el propio ministro de Trabajo, Carlos Tomada, ni los funcionarios que intervinieron en las Paritarias de Prensa 2013, el subsecretario Álvaro Ruíz y Mario Gambacorta, habían visto antes semejante despliegue de delegados paritarios. En este sentido, las Paritarias de Prensa rompieron el molde de las discusiones colectivas para escribir una nueva página en la historia del gremio. Esta singular composición, tiene su explicación.

Pese a que tanto en la Argentina como en el mundo, los medios de comunicación llevan por lo menos dos décadas de crecimiento continuo, exponencial, durante ese tiempo los trabajadores de prensa sufrieron un deterioro franco de su poder adquisitivo, además del avasallamiento en sus derechos como trabajadores. Paradoja que tiene también explicación, pero que bien se puede graficar con una imagen, en todos estos últimos años fue como si el gremio de prensa hubiera sido arrasado por una fuerza inversamente proporcional a la que le permitía a los grandes grupos de medios expandirse y fortalecerse. Mucho tuvo que ver en que así sea el Grupo Clarín y su cuestionada connivencia con la conducción de la UTPBA que, en extraña sintonía con las preferencias empresariales, promovió desde las reaperturas de las discusiones paritarias en el 2003 hasta el año pasado que las discusiones por salarios y condiciones de trabajo de la rama de prensa escrita se discutieran por empresa. El resultado de la atomización fue funesto para los trabajadores. Durante esos años la disparidad en el gremio fue moneda corriente. Un diario como Página 12 podría otorgar un aumento del 19 por ciento, y el mismo año, La Nación ofrecer tan sólo un 6 por ciento, mientras que Clarín, en cambio, daba lo que le parecía sin mediar discusión con sus trabajadores. El gremio de prensa estaba, para colmo de males, dividido y desmovilizado, al punto de que su aporte a la discusión de la Ley de Medios fue prácticamente nulo; solo al final, ya aprobada la ley, la conducción se subió al furgón de cola.

En este contexto, fueron los trabajadores de prensa quienes desde las bases comenzaron a organizarse y a exigir la realización de paritarias únicas para el gremio. La conducción de la UTPBA se resistía, y para eso, tratándose de un sindicato, no hay explicación. No puede haberla. No hace mucho, ante los trabajadores de Página 12, el secretario gremial Jorge Muracciole ensayó una curiosa defensa de esa táctica inconsulta: Enfrente estaba el Grupo Clarín. Nuestra estrategia fue la de ‘guerra de guerrilas’, una frase que sin dudas quedará en la historia del surrealismo sindical. 

En junio de 2010, tras siete años de discusiones por empresa, un grupo de 200 trabajadores entre los cuales se contaban 50 delegados de base- asistió a la asamblea de Junta Electoral para las elecciones de ese año al grito de Paritarias. La tribuna oficialista respondió el llamado con otro grito: Elitistas, sin comprender en absoluto cuál es la cuestión fundamental del reclamo que los trabajadores le hacían a la conducción del gremio. Finalmente, dos años más tarde se impuso la visión de los trabajadores de las empresas periodísticas y sus delegados. Costó que la UTPBA entendiera que el camino elegido por las bases no podía ser otro que el de la unión y la discusión colectiva, que ahora se instaló definitivamente. Y la UTPBA debió acompañar, a regañadientes.

Los trabajadores debieron esperar hasta 2012 para tener la primera paritaria única de prensa en 37 años, aunque en su primera versión solo alcanzó a los trabajadores de los diarios; que habían sido los primeros en organizarse. Esa situación se mejoró sensiblemente en este 2013, ampliándose la convocatoria a toda la rama de prensa escrita: diarios, revistas, agencias de noticias nacionales e internacionales, y a las punto.com.

AEDBA, decime que se siente, ver al gremio reaccionar, cantaron los más de 1500 trabajadores que marcharon desde la sede de la Asociación de Editores de Diarios de Buenos Aires que preside el Grupo Clarín y que suele alternar el poder con La Nación- en Cerrito y Corrientes hasta el propio diario de los Mitre; y que unos días más tarde, en el segundo de los tres paros generales realizados, marcharon en igual número de la puerta del diario Clarín a la puerta de Ambito Financiero.

Además, por primera vez los trabajadores se animaron a romper el cerco informativo que las patronales impusieron durante todos estos años y publicar opiniones aportando información o ideas para la discusión, respecto a los temas que estaban sobre la mesa. Horacio Verbitsky fue uno de los primeros en utilizar su columna dominical para informar sobre el reclamo de los trabajadores, que no era ni más ni menos que lo que en sus respectivas asambleas los delegados paritarios habían recogido al cabo de varias jornadas de discusión en las empresas. Y así siguieron otros, hasta que los propios diarios se vieron obligados a tratar la información de las paritarias de prensa en sus páginas, algo que no había ocurrido antes, y por obvias razones.

Resulta interesante lo ocurrido tanto en Clarín como en La Nación, cuyos trabajadores fueron incrementando paulatinamente sus medidas de fuerza, algo que pocos imaginaban posible cuando arrancó la paritaria, ya que por ejemplo en Clarín apenas habían pasado seis meses desde que los trabajadores volvieron a tener representación gremial, tras once años sin delegados porque la actividad gremial había sido avasallada con el despido de más de 100 trabajadores.  

¿Cómo acompañó la UTPBA este proceso? Su aporte fue más bien escaso. Poca difusión. Sólo dos integrantes de la conducción entre los manifestantes. Ni un solo cartel. Eso sí, una semana antes del primer paro general, que fue para el día del periodistas (7 de junio), la conducción organizó un asado para 2000 personas en el club SITASde El Palomar; al que, por supuesto, los trabajadores de las empresas no fueron invitados. El acuerdo entre los trabajadores y las cámaras se logró recién en la audiencia número 22, cuando el propio Álvaro Ruíz acortó las diferencias que se mantenían entre las partes, incluso sin ser profundas.

La negociación por momentos se tornaba tan compleja, que en el medio de las mismas el propio Tomada debió citar a las cámaras patronales para que dejaran de dilatar el conflicto y acercaran posiciones con los trabajadores. El acuerdo, que fue aprobado en asambleas por los trabajadores y que tendrá una vigencia anual hasta abril de 2014, contempla un 26 por ciento de aumento sobre los básicos de convenio (10 en abril, 9 en agosto y 7 en enero); 23 por ciento de aumento sobre el salario real otra particularidad del gremio de prensa- (10 en abril, 9 en agosto y 4 enero) y un 22 por ciento sobre el salario real para quienes superen la barrera de los 12.500 pesos brutos. Además, se reinstauró el 7 de junio día del periodista- como no laborable, algo que había suprimido la Dictadura, y, otro punto muy favorable, por primera vez se incorporó a los colaboradores en la discusión salarial antes sólo ocurría esto en Página 12 y la agencia DyN- y también se consiguió un incremento importante de más del 100 por ciento en el rubro antigüedad, que representa para los trabajadores entre un uno y un tres por ciento más en el bolsillo.

Pero incluso más allá de los números, si estas Paritarias de Prensa 2013 revisten de alguna manera un carácter histórico, es ni más ni menos porque después de mucho penar, de sufrir un debilitamiento sostenido, los propios trabajadores decidieron asumir las responsabilidades colectivas que la conducción del gremio equivocadamente había abandonado y volvieron a poner al gremio de prensa de pie, a unirlo para discutir de igual a igual con los empresarios poderosos, entre los que se cuentan aquellos que aún frenan la plena vigencia de la Ley de Medios.

*Sociólogo y periodista.