Por Facundo Martínez*.

No pasó desapercibido también el escándalo por coimas que salpica al titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Gustavo Arribas- y el sinceramiento por parte de altos funcionarios del gabinete económico con respecto a la meta del 17 por ciento de inflación para este 2017, que ahora sitúan en el orden del 20.

Antes de iniciar su viaje a los Emiratos Arabes y a China, donde espera tentar a esos inversores que prometió en su asunción, el presidente Macri tomó conciencia de las tensiones que dividen las aguas dentro de su equipo económico. Las mediciones del Indec señalaron un 9,1 por ciento de inflación en el primer cuatrimestre que se calcula llegará al 11 por ciento al finalizar mayo- y eso recalentó las discusiones paritarias, donde el reclamo de los trabajadores se disparó ahora entre el 30 y el 35 por ciento; cifras que están lejos de las especulaciones del oficialismo.

Los indicadores obligaron al equipo que lidera el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, a dejar de respaldar la pauta de inflación que el Banco Central intentó instalar sin éxito y que, si bien justifica la política monetaria atada a la suba de tasas que alejan a los capitales de la producción y los vuelvan hacia la especulación, lejos de frenar la inflación y ablandar las ruedas de la economía, más bien parece trabarlas.

El dato inobjetable que se desprende de lo informado por el Indec es todavía más crudo cuando se considera que los mayores aumentos se han producido en los precios de los alimentos que componen la canasta básica los lácteos, por dar un ejemplo, experimentaron en lo que va del año un aumento del orden del 40 por ciento- y eso dificultará aún más las negociaciones.

En este contexto poco favorable para un año electoral en el que Cambiemos plesbicitará de manera directa su gestión, el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, ve con mucha preocupación los números que los gremios han comenzado a bajar sobre las mesas de negociaciones: la UTA endureció su postura y pidió un 30 por ciento; Camioneros quiere entre un 32 y un 34 por ciento; en Alimentación también van por un 30; el reclamo de los Aceiteros supera el 35; son sólo algunos ejemplos que dan cuenta de la enorme distancia que separa las expectativas optimistas del Gobierno de la demanda de los trabajadores.

El problema igualmente no pasa sólo por el reconocimiento que los altos funcionarios del Gobierno hacen de las dificultades reales que encuentran en su lucha contra la inflación, sino por entender que incluso esta nueva cifra tres puntos mayor a la que se venía machacando a instancias del BCRA sigue siendo difícil de digerir para los asalariados, castigados por la pérdida en el salario sobre la inflación del 2016, que superó los 40 puntos, y por el alza indiscriminada de precios y los tarifazos que viene avalando el Gobierno en estos primeros meses del 2017.

*Sociólogo y periodista.