Basta hojear las páginas internacionales de los principales periódicos de América Latina y, en buena medida, de Europa y Estados Unidos para confirmar aquella aseveración. Aparentemente es el único de la región que enfrenta graves problemas; el resto parece vivir en total normalidad, como para no conmover las redacciones de los grandes medios, llamar la atención de los organismos regionales como la OEA o los despachos de los principales gobiernos de la región. Es indudable que Venezuela está atravesando por una situación crítica profunda y signada por el activismo de un sector minoritario de la oposición que apuesta a la violencia para derrocar al gobierno. Pero ocurre que hay varios otros países de la región que se encuentran asimismo sumidos en la violencia: México padece 55 homicidios diarios contra 7 de la Argentina, cifra ésta que nos parece un espanto pero que es apenas poco más de la décima parte de la del país azteca. El periódico ABC de España informaba que según cifras oficiales del Instituto de Estadística de México, entre los años 2007 y 2014 murieron en aquel país 164.000 civiles en la supuesta guerra contra el narcotráfico, cifra sensiblemente superior a los 103.000 que perdieron sus vidas en los conflictos en Afganistán e Irak.[1] En lo que va del año son 8 los periodistas asesinados en México, y la noticia a fuer de reiterada ya no provoca sino indiferencia. Si hay un problema con la libertad de prensa debe ser en Venezuela, no en México; si hay un problema con la violencia debe ser en Venezuela pero no en México. No más edificante es la situación en Colombia, país que detenta el triste record de tener el mayor número de desplazados forzados en el mundo. Según informa el diario El País Colombia encabeza la penosa lista con 6,9 millones de casos, número que surge del registro oficial que lleva Bogotá. Le siguen Siria, con 6,6 millones, e Irak, con 4,4 millones. Pero estos dos últimos países están en guerra, y Colombia, en cambio, aparenta estar en paz.[2]

Todo lo anterior viene a cuento por la necesidad de adoptar una actitud cautelosa en relación a las noticias que imponen los grandes medios hegemónicos, propensos a titular y a presentarlas según sus intereses económicos y financieros, que no periodísticos. En otras palabras, la información viene sesgada, muy sesgada, y la única actitud razonable es la sospecha de que hay intereses que se mueven por detrás de las noticias y que hacen que algunas adquieran una excluyente relevancia y otras sean totalmente negadas, ocultas ante los ojos de la opinión pública. Un renombrado periodista y documentalista australiano, John Pilger, se preguntaba hace poco cuando se había producido la conversión del periodismo en propaganda, a favor de los intereses dominantes, por supuesto.

Lo anterior no significa subestimar para nada la gravísima situación existente en Venezuela. El problema es que los medios hegemónicos, aliados a los grupos dominantes tradicionales y de Estados Unidos (que a través del Comando Sur está adquiriendo un creciente protagonismo en aquel país) presentan un panorama que no es el real y que en mucho contribuye a empeorar las cosas. Sin duda que al igual que ocurriera en el Chile de Allende hay en Venezuela un desabastecimiento programado de alimentos y medicinas, facilitado además por la porosidad de la frontera colombo-venezolana que impide controlar el contrabando. Pero la prensa no informa que la situación ha venido mejorando en las últimas semanas, sin que, por supuesto, el problema haya sido resuelto del todo. Las imágenes muestran una Venezuela en llamas, pero es sólo una parte de la realidad: episodios de violencia se registraron en estos tres meses sólo en una veintena de los 335 municipios que constituyen el país, municipios en todos los casos gobernados por fuerzas opositoras que, en un alarde de irresponsabilidad, protegen y encubren a los responsables de ataques y destrozos.

Que esos episodios fueron de una violencia inaudita no cabe la menor duda. Pero la imagen transmitida refleja de forma parcial y arbitraria una realidad que es mucho más compleja porque en la mayor parte del país no se produjeron aquellos lamentables brotes de violencia. Pero la tranquilidad no es noticia. De esto no se nos informa. Cada vez es más necesario revisar y poner en marcha las recomendaciones del célebre Informe MacBride de la UNESCO (1980) para garantizar la equidad, el pluralismo y la ética en el mundo del periodismo.

[1] http://www.abc.es/internacional/20150811/abci-guerra-narco-muertos-irak-201508101829.html

[2] http://www.elpais.com.co/colombia/es-el-pais-con-mayor-desplazamiento-forzado-en-el-mundo-onu.html