Publicado: 15-11-2009
 
OPINIÓN: Dr. Hugo B. Quintana Presidente Fundación Éforo

Las definiciones del diccionario, con frecuencia, ayudan a precisar de qué estamos hablando.

"Paz" es, para la Real Academia Española, "la relación de quienes no están en guerra".

También paz es "buena correspondencia de unas personas con otras, en contraposición a las divisiones, riñas y pleitos", y paz es, según el mismo diccionario, "virtud que pone en el animo tranquilidad y sosiego, opuestos a la turbación y la pasiones".

Pero a la hora de la realidad uno sabe que las definiciones académicas sirven pero no alcanzan. Todos somos conscientes de que Argentina no está en guerra, pero, ¿estamos los argentinos en paz? Nuestros dirigentes, ¿fomentan la paz? Cuando salimos a la calle ¿estamos predispuestos a vivir en paz? El miedo, ¿es señal de que no hay paz? Los gobernantes, ¿trabajan para la paz?

No es sencillo responder a estas inquietudes, por eso el interrogante que encabeza este artículo, ¿Dónde nace la paz?

Las personas de fe dirán que la paz viene de Dios, o bien que está en nuestros corazones.

Aquellos que están comprometidos en organizaciones de cooperación podrán sostener que la paz es posible si hay equidad social.

Está claro que es difícil alcanzar la paz si no hay justicia y que se puede afirmar que la paz procede de la verdad y el amor.

En estos tiempos de tanta confusión trabajemos, con un esfuerzo extra, por la paz, entendiendo que son sus hermanos: la calma, la paciencia, el discernimiento y el diálogo. Y sus enemigos, el rencor, la sinrazón y la crispación.

Pero, sobre todo, sepamos que la política y el estado deben ser herramientas para la paz.