Publicado: 10-06-2010
 
La titular de la Auditoría General de la Ciudad afirma que el Ejecutivo obstaculiza el funcionamiento de los órganos de control.

Ciudad de Buenos Aires.- El primero es el tema de la recolección diferenciada, que no se hace y no se hará, de acuerdo con los nuevos pliegos de licitación. Después está la falta de educación ambiental, el tema de la instalación de contenedores y, lo más grave de todo, por lo cual yo denuncio, que es la falta de cumplimiento de metas. En 2010, la Ciudad debía tener una reducción del 30% de la recolección de basura y ya el año pasado estaba un 15% arriba de lo que tenía que estar.

¿Qué otros problemas hay en la gestión ambiental?

Está el tema de residuos patogénicos de los hospitales y de los residuos peligrosos. Se genera una gran cantidad de desechos contaminantes semanales que no se recogen. Incluso cuando los recolectan empresas privadas no se sabe el destino. La Ciudad tiene que empezar a tratar sus propios residuos, sean patogénicos, peligrosos o domiciliarios. Los porteños seguimos pensando en tirar la basura a otro distrito y no en la solución final. Esto y la inoperancia con el Riachuelo le costó el puesto a la presidenta de la Agencia Ambiental.

¿Auditaron la evolución del saneamiento del Riachuelo?

Ya hicimos dos auditorías en los últimos dos años y pese a las promesas no se le otorgan más de 10 millones de pesos anuales. Eso no alcanza para nada. Y la parte de la Ciudad en el saneamiento es clave en la urbanización de las villas. En la Auditoría lo que medimos es lo ejecutado. Se puede presupuestar mucho, pero cuando ves lo efectivamente realizado en un programa, te das cuenta de cuáles son las políticas que se desarrollan.

En Educación, la subejecución de presupuesto es importante.

Sí, y no solamente subejecución, sino políticas erróneas. Nosotros observamos todo el tiempo políticas en materia de salud -el estado de los hospitales, por ejemplo-, de educación -infraestructura escolar- y en desarrollo social. En vivienda ni hablar, no se está haciendo nada, se prometieron 10 mil viviendas anuales y no se están haciendo ni siquiera cien.

El IVC está paralizado...

El IVC está detenido y estamos hablando de una crisis habitacional enorme. Por eso hay tanto crecimiento de villas y asentamientos. Nosotros lo marcamos permanentemente en nuestros informes, el tema es que muchas veces nadie los lee. El control se envía a 17 organismos, entre ellos al jefe de Gobierno. En los informes está la radiografía de lo que se hizo y con eso se puede corregir. Pero no se corrige porque ni se mira. Sumideros, por ejemplo. En diciembre les avisamos a los funcionarios que muchos sumideros estaban tapados, y en febrero se inundó Buenos Aires. Es bastante frustrante, pero lo cierto es que no se escucha mucho a los organismos de control.

¿Por qué dijo que el macrismo dificulta el control de la ejecución presupuestaria en tiempo real? 

Porque no nos deja ver la cuenta de inversión en tiempo real. Tendríamos que verla online, todos los jefes de Gobierno, hasta 2007, lo permitieron; de hecho es lo que corresponde. Nosotros venimos peleándonos desde 2007. Además la Contaduría General cambió varias veces de autoridades, y cada vez empezamos de nuevo. Uno de los principales objetivos de la Auditoría es ver la cuenta de inversión, y estamos desactualizados porque el gobierno no nos permite acceder a ella. Lo hemos reclamado en todos los estamentos, nos falta el judicial, aunque estamos en vía de conciliación; pero si no el paso siguiente será ése.

¿Con qué criterio se definen las auditorías a realizar? 

Básicamente por el impacto presupuestario de cada programa y también por la importancia social. Una vez que está aprobada va a la Legislatura, entra en Junta Ética y los legisladores analizan qué pueden modificar, agregar o suprimir.

¿Cómo se mantiene la autonomía de la Auditoría?

Es un organismo burocrático, porque el Colegio de Auditores está compuesto por siete miembros; de los cuales tres son del PRO, tres del FPV y uno de la CC. Como todos los órganos colegiados, es difícil arribar a los consensos y al texto final de cada uno de los informes. Pero se llega porque es bastante contundente lo que viene de los equipos técnicos, profesionales que no están muy relacionados con la política y son muy respetados por el Colegio de Auditores. Igualmente existe la posibilidad de plantear disidencias al final del proceso.

¿Es buena la relación con los representantes del PRO y de la CC?

La relación es excelente, es un Colegio de Auditores muy sólido y con muy buen criterio. Obviamente, quienes defienden al PRO tratan de defender todo lo que se pueda, pero a veces es imposible, no podés tapar la realidad cuando un equipo técnico realiza una observación clara y contundente. Pero los integrantes del PRO tienen buena fe, aceptan lo que está demostrado.

¿Trabajan con otros organismos de control?

Sí, nuestros informes van a la Defensoría y viceversa. Ellos ven las cosas en tiempo real entonces ese camino a veces resulta mejor. Después hay temas que sí hacemos en forma conjunta, por ejemplo el del Riachuelo o el de la Red Federal de Control.

¿Qué problemas observa en esta gestión a la hora de realizar las auditorías?

Un problema es que cambian permanentemente las autoridades, lo que afecta la continuidad. Cuando vas a auditar, pasa muchas veces que la actual jefatura no es la que estaba en ese momento, entonces no te puede dar respuestas. Otra cosa que nos pasa es que el gobierno de Macri terceriza mucho en ONG, concesiones, consultorías, y nosotros no podemos auditar a un privado, no tenemos mandato para hacerlo, tenemos que auditar al Estado.

¿Por qué se alejó del macrismo?

Apenas ingresé a la Legislatura tuvimos el primer cruce con la modificación del Código Contravencional, porque empezaron con que iban a penalizar las marchas callejeras y yo dije "esto no lo voto". Yo venía de las marchas callejeras, de los movimientos sociales. Empecé a notar diferencias a nivel social, de criterios. Además ocurre Cromañón. Yo estudié muchísimo el caso y me parecía que había responsabilidad de Aníbal Ibarra, pero no me parecía correcta la forma en la que se lo empujaba al precipicio, me sonaba a golpe institucional. Lo escribí en una nota periodística y al día siguiente me expulsaron del bloque. Directamente eligieron autoridades y me dejaron afuera. Estuve un año sin pertenencia a ningún bloque en la Legislatura y el 10 de diciembre de 2005 ingresé en el bloque del Frente Para la Victoria.

¿Ve algún aspecto positivo en la gestión actual?

Me parece que la gestión es buena en Cultura. El acceso de la gente a los festivales y espectáculos masivos y gratuitos, que se había iniciado con la gestión Telerman, está bárbaro, porque de alguna manera acerca a los jóvenes a la cultura. Lo del Teatro Colón también es un logro.

¿Qué zonas de la Ciudad son las que más visita y cuáles le gustan más?

Recorrer, recorro todo, por mi trabajo. A nivel turístico, las zonas que todos vemos me encantan, Buenos Aires es preciosa, pese a la falta de inversión. Hay zonas que están en creciente desarrollo, en el sur de la Ciudad hay muchos emprendimientos inmobiliarios, que generan alrededor un polo comercial interesante. Palermo me encanta, vivo allí y viví en esa zona toda mi vida. Pero me parece que Buenos Aires es linda por todos lados.

¿Es difícil ser mujer en política?

Sí, primero desde lo cotidiano es complicado, en mi caso al menos, porque siempre tenés la cabeza en tus hijos, que son una prioridad. Después porque hay muchos preconceptos, siempre intentan relacionarte con cosas raras, más a mí que tengo un pasado de gatita de Porcel. La política estuvo siempre hecha por los hombres y para ellos. Como mujer, en la política, lo bueno que tenemos es que somos más de consensuar, menos confrontadoras. Ahora, a la hora de jugar fuerte y definir posturas ideológicas o políticas, tenés que jugar el rol de los hombres, porque si no, no tenés espacio, no te dejan entrar. Me parece que hoy está mucho más abierto el camino, pero la sociedad sigue mirando al hombre como conductor.