Los jóvenes que abordaron la soledad dijeron que “no hubo una única razón para anotarse en esta comisión”. No obstante, a medida que avanzaba el estudio del tema, descubrieron un denominador común; la curiosidad por una problemática “atípica” según sus palabras, no sólo para la historia del Programa, sino también para su propio grupo etario. Este interés se vio alimentado por la posibilidad de entender la soledad en función de algunas expresiones artísticas.

La investigación se llevó a cabo mediante varios encuentros en los que se encaró el tema desde distintos puntos de vista. En el primero, “hablamos de la soledad en la adolescencia y trabajamos con varios superhéroes de historieta y su vinculación” con la problemática, dijeron los participantes, y añadieron: “Reflexionamos acerca de las máscaras que, igual que muchos superhéroes, usamos para vivir en sociedad. De este encuentro, surgió un grupo que se propuso dibujar un superhéroe e imaginar su vínculo con la soledad”.

La segunda reunión también tuvo al arte en el centro de la escena. Los chicos seleccionaron canciones del rock argentino que, desde su visión, estaban relacionadas con la soledad. “Este ejercicio nos dio pie para identificar distintos tipos de soledades, y algunos de nosotros quedamos encargados de la elaboración de una expresión musical relacionada”, afirmaron.

Ya en el tercer encuentro fue el momento de la literatura. Para eso, la organización de Escuela de Vecinos convocó al presidente de la Sociedad Argentina de Escritores, Alejandro Vaccaro, quien compartió la jornada con los adolescentes. Se intercambiaron textos vinculados con la soledad y del contacto con Vaccaro los participantes de la iniciativa rescataron: “En este momento entendimos la necesidad de soledad que tiene un escritor, precisamente al momento de encarar su obra. De nuevo, un subgrupo se ocupó de generar un texto afín”.

La palabra de los chicos

Dijeron los adolescentes que antes de llegar a Escuela de Vecinos pensaban que “la soledad era algo experimentado por pocos de nosotros, (pero) nos sorprendimos al ver que a otros les ocurría algo similar”.

Uno de los descubrimientos que surgieron de los encuentros fue que no existe un sólo tipo de soledad. El informe elaborado por los chicos sostiene: “No nos imaginábamos tantas formas de la soledad, que existe una que es personal e individual, pero hay otra que es más social (un preso, un enfermo, un niño en la calle). Empezamos a reconocer esas otras soledades. Además, vimos que la soledad puede ser algo agobiante, pero también un refugio necesario para estar con uno mismo y reflexionar. Cada uno la vive a su modo”. Y concluyeron que “el problema aparece cuando ella se nos impone, cuando no tenemos chance de elegir. Nos dimos cuenta que muchos `solos sociales` no tienen esa chance de elegir”.

Hubieron más encuentros en los que se impulsó la realización de un folleto informativo con una visión “menos dramática de la soledad”. Asimismo, los jóvenes hicieron un programa de radio sobre el tema y otras iniciativas que, aunque “no las llegamos a concretar, tampoco importa tanto. Y, si bien nos quedamos con ganas de más, estamos satisfechos con lo que concretamos y presentamos”, completaron.

“Nos gustó trabajar en grupo un tema aparentemente muy personal. Nos fuimos acompañando entre todos. Escuchar a los otros, estar con los otros fue compañía y estímulo para seguir. En eso, nos parecemos a los restantes temas de Escuela de Vecinos”, dijeron los jóvenes que participaron de la iniciativa.