En 2050, el 70% de la población mundial (más de 6.000 millones) vivirá en ciudades, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Por eso, cada vez son más importantes la planificación urbana y el desarrollo de mecanismos de decisión dinámicos que “tomen en cuenta el crecimiento y la inclusión de procesos de participación ciudadana”.

Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sostiene que transformar “ciudades tradicionales” en Ciudades Inteligentes, también llamadas Smart Cities, es una demanda “cada vez más importante” y también una “oportunidad para gobiernos”. 

Una Ciudad Inteligente y sostenible es innovadora ya que utiliza las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC’s) y otros medios para “mejorar la toma de decisiones, la eficiencia de las operaciones, la prestación de los servicios urbanos y su competitividad”.

El BID recopiló ejemplos de varias regiones del mundo en donde se pueden identificar las ciudades pioneras en la adopción de este concepto, como Bogotá, Nueva York, la Ciudad de Buenos Aires y Barcelona, entre otras.

En la Gran Manzana lograron optimizar el tránsito mediante la informática urbana. ¿Cómo? El Departamento de Tránsito recibió imágenes generadas en tiempo real que ofrecen datos sobre el flujo del tráfico en las calles y están instaladas en las rutas importantes y en los principales cruces. 

Al mismo tiempo, los investigadores encontraron la forma de combinar esta información con “datos relativos a condiciones del tiempo recibidos de las estaciones meteorológicas, datos enviados por los conductores de la flota de taxis de la ciudad e inclusive datos extraídos de aplicaciones móviles”. 

Así, utilizando las tecnologías y herramientas analíticas, pudieron “reducir el congestionamiento del tránsito: cambiar el tiempo de apertura y cierre de los semáforos, mejorar la señalización y crear sistemas de alerta de tránsito utilizando aplicaciones móviles, entre otros recursos”.

Mejorar el servicio de transporte urbano también trae otros beneficios como la “reducción de la contaminación al disminuir el tiempo que los automóviles pasan parados en el tránsito; menos atrasos de las personas en el trabajo y regreso más rápido al hogar; reducción de los gastos de transportes”.

Otro de los ejemplos es el caso de la Ciudad de Buenos Aires, que para enfrentar el alto índice de criminalidad, se decidió en 2011 “modernizar a la policía y sus protocolos operacionales”. 

Para ello, la Ciudad “promovió el intercambio de los sistemas informatizados y las redes de comunicación de voz y datos, implantó cámaras y sensores de seguridad, incorporó vehículos conectados y capacitó al personal de la policía en el funcionamiento de los nuevos dispositivos de seguridad”.

Además este sistema fue integrado a los servicios y centros de emergencia 911, lo que “contribuyó a mejorar los resultados y a cambiar la percepción de seguridad de sus ciudadanos”.

De esta forma, el Centro Único de Coordinación y Control de Emergencias (CUCC) hace la gestión de las llamadas recibidas por teléfono y coordina las acciones de las entidades y áreas competentes que actúan en cada caso: emergencias civiles (Defensa Civil y Logística), emergencias médicas (SAME), incidentes de seguridad (Policía Metropolitana) y control de tráfico (Cuerpo de Agentes de Control de Tránsito y Transporte). 

También permite articular la “colaboración de otros organismos nacionales”, como la policía federal, los bomberos y las empresas de servicios de energía y agua.