Una alumna de la Maestría en Auditoría Gubernamental de la Universidad de San Martín propuso en su tesis articular los enfoques cuantitativo y cualitativo para evaluar los programas sociales que se aplican en el ámbito rural.

Se trata de la ingeniera agrónoma Gabriela Albarracín, quien elaboró un desarrollo metodológico que pretende ampliar el alcance de las auditorías sobre las políticas sociales rurales hasta incluir la identificación de los impactos de esas acciones.

Es que, en la actualidad, la evaluación de los programas surge de un abordaje cuantitativo, lo que no permite identificar otras transformaciones que se puedan producir, como sucesos que estén correlacionados con resultados de las políticas, sin ser necesariamente causadas por ellas.

Aunque la autora reconoce la predominancia del paradigma científico positivista-empírico, también destaca la importancia de aceptar una integración de enfoques.

Para Albarracín, las propuestas de desarrollo rural que se llevan a cabo en la Argentina, y en varios países de América Latina, se orientan a justificar la importancia de los proyectos locales bajo el supuesto de que elevan la producción y la productividad sin dejar en claro, en el resultado de sus evaluaciones, si hubo cambios en el universo inmediato y mediato como consecuencia de los programas; si los resultados son coherentes con la acción implementada; si los medios empleados en el programa son coherentes con los objetivos fijados; y cuál es la opinión de los diferentes actores que participaron en el proyecto sobre los resultados obtenidos.

En la tesis de la ingeniera agrónoma figura una metodología que surge del análisis de la situación inicial, el uso de indicadores de impacto, el relevamiento de la información, y la evaluación participativa de los actores. A partir de estos instrumentos, se propone una serie de planillas y pasos para el desarrollo del método y la posterior confección del respectivo informe de auditoría.

Más allá de que cada organismo de control tenga su propio procedimiento, Albarracín pretende contribuir a un ordenamiento en la presentación de un informe de auditoría, para establecer un esquema mínimo que incluya definiciones comunes y, así, lograr la efectividad en la tarea de fiscalización.

La idea de la autora es interrelacionar normas de auditoría de rendimiento propuestas por la Organización Internacional de Entidades Fiscalizadoras Superiores (INTOSAI) con la evaluación de proyectos sociales. De esta manera, se podría obtener un método que permita determinar el impacto de los proyectos de desarrollo rural que sean auditados.

El trabajo de Albarracín se divide en tres partes. La primera es conceptual, donde se recopilan antecedentes relacionados con la evaluación de políticas públicas y, además, figura una explicación de qué significa “evaluar” en el contexto de la gestión por resultados. Asimismo, hay una descripción de las políticas sociales agrarias en América Latina. Es este tramo, la ingeniera agrónoma recorre los distintos enfoques de desarrollo rural adoptados por organismos internacionales durante el período 2000-2006 y sintetiza las definiciones del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Banco Mundial (BM), la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, y el GTZ (Centro de Desarrollo Alemán en Técnicas Agrícolas).

En la segunda parte se desarrolla la propuesta metodológica, que parte de una pregunta: ¿cómo se relaciona la evaluación de programas con la auditoría de rendimiento? Así, y tomando las normas del INTOSAI, se describen los pasos para la formulación de los informes de control, que incluye el objetivo y alcance del trabajo, el marco de referencia, las observaciones y recomendaciones, y las conclusiones.

Ya en la tercera parte, figura una descripción de dos casos de estudio, la facilitación del proceso de desarrollo local en el Valle de Sarmiento, provincia de Chubut, y la organización de pequeños productores hortícolas en el departamento de Sarmiento, provincia de San Juan, señalando que su importancia se encuentra enmarcada en las actuales actividades programáticas puestas en práctica por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).