Habitar una ciudad implica acostumbrarse a convivir con muchos factores, entre ellos el ruido que se genera en volúmenes cada vez mayores. Esto es lo que muchos especialistas denominan como contaminación acústica y pese a su incidencia en la salud y el medio ambiente está prácticamente desregulado en Argentina

La contaminación acústica “es el aporte del nivel de presión sonora propio de la actividad del ser humano en cualquier entorno”, explica el ingeniero Alejandro Bidondo, director del Centro Integral de Servicios Tecnológicos de Acústica y Sonido (CISTAS). Este tipo de polución tiene dos posibles fuentes de emisión: las fijas (dispositivos electromecánicos) y las móviles (vehículos pesados o livianos). Estas últimas son las que más incidencia tienen en el aumento de la contaminación acústica. Sin embargo, cabe destacar que a diferencia de otros contaminantes, el ruido sólo se constituye como tal durante su emisión y una vez terminada no deja huellas en el ambiente. Por esta razón en décadas pasadas se lo denominó “contaminante silencioso”. 

Los índices de contaminación acústica tienden a aumentar sobre todo en las grandes ciudades porque, en cierta forma, medirlos es registrar la actividad del ser humano. “En una ciudad sería bastante lógico que, si un país crece, tenga más producción automotriz, más autos, más aires acondicionados funcionando, etcétera”, reflexiona Bidondo. Uno de sus principales efectos en la salud de las personas es el incremento en aquellos descriptores del estrés y de estados nerviosos, como problemas digestivos, cardiovasculares y neurológicos. Además, la exposición a niveles elevados de ruido puede ocasionar pérdida de la inteligibilidad de la palabra y desplazamientos permanentes de los umbrales auditivos de carácter irreversible.

La Ciudad de Buenos Aires es el único de los 24 distritos en contar con una regulación específica

Por otro lado, también genera un impacto negativo en el medio ambiente: “Un ejemplo claro es que las aves abandonan las grandes ciudades o abandonan aquellos lugares donde hay gran contaminación sonora. Se dejan de reproducir porque los pájaros tienen cierto tipo de comunicación para conseguir parejas y el ruido urbano hace que se desentiendan, no se encuentren y dejen de aparearse. En la ciudad hay naturaleza y hay un impacto”, explica el especialista.

¿Cómo prevenir la contaminación sonora?

Si bien se han presentado proyectos de ley en varias oportunidades y actualmente uno de ellos cuenta con media sanción en la Cámara de Diputados, todavía las normativas son nulas a nivel nacional. En tanto, la Ciudad de Buenos Aires es el único de los 24 distritos en contar con una regulación específica. Se trata de la ley 1540 sancionada en 2004, cuyo objeto es prevenir, controlar y corregir la contaminación acústica protegiendo a los ciudadanos contra ruidos y vibraciones provenientes de fuentes fijas y móviles. La misma establece áreas y límites máximos permisibles de emisión e inmisión acústica. De manera que en zonas residenciales el máximo diurno es de 65 decibeles y el nocturno de 50; en tanto que en zonas de alta circulación (avenidas) los límites son 70 y 60, respectivamente.

Además, la ley implementó un Registro de Actividades potencialmente Catalogadas por ruido y vibraciones (RAC), al que deben inscribirse los titulares de las actividades que, por utilizar fuentes fijas de emisiones sonoras para el desarrollo de sus tareas, son consideradas como potencialmente contaminantes, porque ocasionan ruidos y vibraciones molestas a la población. Entre ellas se destacan locales bailables, con música y canto, y algunas actividades industriales que utilizan maquinaria pesada. Además, se establece la obligatoriedad de presentar un Informe de Evaluación del Impacto Acústico para la inscripción de las actividades catalogadas como potencialmente contaminantes.

La Agencia de Protección Ambiental detectó durante el 2020 una realidad sonora excepcional con disminuciones significativas de los niveles

En el marco del cumplimiento de dicha norma, la Ciudad de Buenos Aires desarrolló el Mapa de Ruido para conocer cuáles son los niveles y luego desarrollar acciones de mitigación. Para realizar una denuncia por ruidos molestos en CABA hay dos vías: de manera online o telefónicamente llamando al 147, todos los días, las 24hs.

De acuerdo a datos de la Agencia de Protección Ambiental (APRA), la autoridad de aplicación de la normativa, la Ciudad de Buenos Aires exhibió durante el 2020 una realidad sonora excepcional con disminuciones significativas de los niveles, asociadas fundamentalmente a la merma de autos, colectivos y trenes circulando. En este sentido, APRA registró 1225 denuncias por ruidos molestos durante el aislamiento social preventivo y obligatorio (entre marzo y octubre de 2020), y 1424 durante el distanciamiento. Antes del ASPO, el transporte público era el responsable del 60% de los viajes diarios y el transporte individual representaba el 31%, por lo que eran los responsables de la mayoría de la contaminación acústica. 

Según APRA durante los últimos años, se han aplicado soluciones particulares en casos de estudios concretos. Algunos ejemplos de esas iniciativas han sido la aplicación de paneles fonoabsorbentes en en las paredes de los viaductos de Carranza y Libertador, y la repavimentación de empedrados de avenidas como Alberdi, Triunvirato y Vélez Sarsfield. También se han implementado medidas globales, en conjunto con otras áreas de gobierno tendientes a mejorar el entorno, como la restricción vehicular en zona céntrica y en Tribunales, la peatonalización en algunas calles del microcentro, y la instalación del metrobús sobre avenidas principales, para sacar al transporte público de las calles aledañas.

Por último, Bidondo recomienda no sólo replicar el ejemplo de CABA y legislar a nivel nacional sobre la contaminación acústica, sino también pensar políticas públicas vinculadas a otras cuestiones que afectan lateralmente la cuestión, como por ejemplo la migración a vehículos eléctricos y a tecnologías electromecánicas que tengan en cuenta el diseño de sonido, adecuándose a cierta reglamentación. “También hay normativa de eficiencia energética que incluye el nivel de ruido que generan los electrodomésticos y no se está aplicando. Además sería deseable que se legisle para que se le informe al consumidor sobre el nivel sonoro y sobre el ruido trascendente de las viviendas donde uno va a vivir, antes de mudarse”.