Publicado en el suplemento

Acciones para la Participación Ciudadana, en Diario Perfil

Cuando tenía siete años, vio una revista Muy Interesante que compraba un tío suyo. Fue, cuenta, su primer acercamiento a la ciencia. “Me voló la cabeza”, confiesa Ana Carolina Ronda. Entonces, su sueño era ser astronauta y llegar a la luna. Su mamá le hizo creer que había un concurso de la NASA. Sin dudarlo, escribió una carta. Claro está, nunca fue enviada y la respuesta no llegó, pero su futuro no estaría muy lejos de aquel deseo.  

Hoy, Ronda tiene 41 años, es doctora en Bioquímica, investigadora Adjunta del CONICET y está a bordo de un imponente barco de 95 metros de eslora en el océano Pacífico, realizando un estudio de impacto ambiental. Está casada y tiene dos hijos, Luisina (10 años) y Martiniano (6), que la esperan en Bahía Blanca.

Para llegar a realizar este trabajo, se postuló a una convocatoria de la International Seabed Authority (ISA), la autoridad internacional de los fondos marinos. El estudio es requerido por la organización a The Metals Company, una empresa canadiense que quiere extraer nódulos polimetálicos para hacer baterías sustentables para vehículos eléctricos.

¿Cómo te enteraste de la convocatoria?

Un colega y amigo la vio en la página de la ISA. Estaba orientada a mujeres en las ciencias marinas. Lo primero que hice fue hablar con mi marido, presentarle esta posibilidad. Suelo hacer campañas oceanográficas, pero no tan largas ni tan lejos. Esta implicaba tener que hacer un curso de una semana de duración y luego, 45 días arriba del barco. Lo analizamos antes de la pandemia. Me dijo que, si me gustaba, le diera para adelante. Me llamaron para hacer la campaña en 2020, se me había vencido el pasaporte y no lo pude renovar. En 2021, me volvieron a contactar.

¿Por qué buscaban mujeres puntualmente?

Creo que el objetivo es la igualdad de género arriba del barco. Sorpresivamente para mí, somos 26 científicos, más allá del resto de la tripulación, de los cuales hay 13 hombres y 13 mujeres. Para estas cosas, siempre hay más hombres disponibles. De hecho, no siempre las mujeres podemos acceder. Yo, por ejemplo, tuve que organizar mi familia.

¿Cómo se mide el impacto ambiental?

Hay muchas variables, pero estamos divididos en diferentes grupos. Uno se orienta a la macrofauna, donde estudian todos los organismos que viven sobre la superficie del sedimento. Otro pone la mira en la meiofauna, es algo parecido, pero buscan organismos que no se observan a simple vista.

En el grupo de geoquímica, donde me encuentro, se ven las propiedades fisicoquímicas del sedimento del fondo marino. Se analiza el perfil de oxígeno, niveles de metales, de compuestos orgánicos persistentes, la alcalinidad, los nutrientes.

Hay también profesionales encargados de analizar el e-ADN (environmental DNA), que poseen todos los organismos que hay en el fondo marino.

Otro grupo está encargado de un lander, una cámara que van lanzando al fondo marino y saca fotos de las especies de peces que hay, de todos aquellos que puedan encontrar.

¿Qué se hace con todo eso?

Se arma una especie de base de datos. Para saber cuál va a ser el futuro impacto de la extracción de nódulos polimetálicos, primero debe conocerse qué hay. Luego, se hacen predicciones. Impacto va a haber, es inevitable. Se pretende ver que el impacto sea lo más sustentable y lo menor posible. Cualquier cosa que haga el hombre con la naturaleza, tendrá impacto. Lo bueno de este proyecto es el estudio previo que se realiza por regulación de la ISA, que también contempla zonas de reservas, que no se pueden tocar.

¿Alguna vez pensaste en participar de una campaña semejante?

Nunca me imaginé subir a un barco y estar un mes y medio haciendo investigación. Trazo un paralelismo y me traslado a mis siete años, cuando quería ir a la luna. El fondo marino es un campo muy grande y desconocido para todos los científicos. En Argentina, no es tan usual que una mujer se vaya de campaña oceanográfica tanto tiempo. No sé si muchas mujeres lo sueñan, pero siento que es mi lugar, estoy feliz, me da paz.

¿Cómo te comunicás con tu familia?

Cuando Luisina y Martiniano me extrañan, me mandan un mensajito por Whatsapp y les contesto, hago videollamadas con ellos todos los días. Igual, mi marido los entretiene mucho. Además, Luisina les contó esto a sus maestras de la escuela y dice orgullosa que la mamá está arriba de un barco en el océano Pacífico. Nunca dejé de decirles lo que esto me generaba, incluso con algunos miedos, pero ven que se puede enfrentarlos y ser feliz.