Jesús Rodríguez: "Argentina es un país muy politizado, pero con escasa cultura política"
Durante una entrevista realizada en el programa radial El Dedo Gordo, el ex presidente de la Auditoría General de la Nación utilizó una cita textual del General Perón para referirse a la situación actual del país. A su vez, habló sobre la necesidad de recuperar la institucionalidad gubernamental.
El ex presidente de la Auditoría General de la Nación, Jesús Rodríguez, fue entrevistado por Federico Recagno y Lucía Genovesi durante el programa radial El Dedo Gordo. El funcionario habló sobre las instituciones gubernamentales, la reforma de 1994 en la que fue constituyente, el desarrollo del populismo, entre otros aspectos.
- ¿Cómo ves la institucionalidad en Argentina y en América Latina?
En general hay un acoso a la institucionalidad democrática, hay un asedio en las formas en las cuales las sociedades se organizan democráticamente, y eso es lo que a uno le permite ver un patrón que contribuye a entender a los Trump, a los Bolsonaro y a otras experiencias como Hungría y Turquía en el gobierno, y otras minoritarias que son muy influyentes en distintos lugares del mundo.
“El presidente Javier Milei repite lo mismo que hacía el (ex) presidente Alberto Fernández”, aseguró.
- ¿Qué pensás de los cuestionamientos que hacen las personas a las instituciones que burocráticamente no han respondido a su labor?
Dos cosas diría yo. Es cierto que hay algunos que tienen una visión más decisionista que te reclaman y cuestionan la institucionalidad democrática o las demoras. Ahora bien, también es cierto que uno aspira a que las decisiones de la sociedad democrática sean resultado de deliberaciones y no fruto de autocracias, es decir, el poder de uno. Es posible que ese poder de uno a veces coincida con lo que se desea, el problema es cuando va en contra de lo que se pretende. La arbitrariedad y la discrecionalidad es una pésima compañía en sociedades diversas y complejas como la Argentina.
- A 30 años de la Reforma Constitucional de 1994, ¿hay instituciones que se quedaron en ese camino de lo que debían ser? ¿Cómo hacés el análisis en comparación a la actualidad?
Yo saludo a la Constitución por varias razones. La primera es que es una Constitución del todo: fue aprobada por unanimidad expresando la diversidad del origen geográfico, de las proveniencias ideológicas, y de todos los partidos políticos. Y eso fue votado por unanimidad y es algo muy importante para la historia argentina que nunca antes había sucedido. Por otro lado, no podemos responsabilizar a la Constitución de leyes que fueron sancionadas después, con mayorías circunstanciales y generando una institucionalidad legislativa inconveniente. Por ejemplo, la Ley que regula el el tratamiento de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU). Esa es una Ley del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner que lo que hace es una contrarreforma constitucional. De la misma manera, algunos aspectos del Consejo de la Magistratura que fueron sancionados en su momento y que recién fue posible recomponer luego de un fallo de la Corte. Por eso, no le echemos la culpa a la Constitución en algunas cuestiones que son responsabilidades de Leyes. Efectivamente, se establece presencia mensual del Jefe de Gabinete en el Congreso y eso no se cumple y está mal.
- A 15 años sin Defensor del Pueblo ¿qué te parece que falla?
Falla la cultura política de la Argentina. No soy peronista, pero voy a citar al General Perón que decía que: “la Argentina es una sociedad muy politizada, pero con escasa cultura política”. A diferencia de otros países de la región, porque esto no es un mal que nos afecta a los hispanohablantes, si uno mira Uruguay, si uno mira Chile, hay una cultura de compromiso, una vocación de encontrar puntos de coincidencias entre los distintos partidos. Y aquí desafortunadamente, por la existencia del populismo, por el extendido desarrollo de las prácticas populistas que tienen que ver con una lógica del poder de suma cero, de todo o nada, de cero o infinito, se cuestionan, se impugna la ocasión de acuerdo entre los actores políticos.
- En esta escasa cultura política, ¿sentís que hay momentos en que las personas o los nombres propios se ubican por encima de las instituciones?
Eso nos lleva al principio de nuestra conversación, la debilidad de las instituciones. Instituciones débiles habilitan emergencias de conductas individuales sumadas, y no necesariamente esas culturas y liderazgos individuales son positivos en términos de sus resultados. Hay liderazgos narcisistas antes que liderazgos institucionales.
- En Argentina tenemos leyes que reconocen derechos, pero no tenemos instituciones que acompañan esos derechos. ¿Eso es porque forzamos la Ley, queremos que la Ley diga algo que la sociedad no está viendo o porque las instituciones simplemente no responden?
Yo agregaría a los problemas que tenemos de esta cultura de la cual hablábamos, que la manera de resolver no sea atada a la política. Agregaría también una conducta social que es la anomia, el no respeto a las leyes, la búsqueda permanente del atajo, la picardía supuesta que lo único que hace es generar una solución que perjudica a todos, conocida como la anomia boba porque es una solución que perjudica a todos.
Un ejemplo que me gustaría traer es de Carlos Nino, un filósofo que fue asesor del ex presidente Raúl Alfonsín. Ponía el ejemplo de la anomia boba en el tránsito de una ciudad. Cuando hay reglas, o si hay reglas que no son compartidas pasan dos cosas: o hay anarquía o hay dictadura. Si no hubiera semáforos, el colectivo le pasaría por encima a los peatones, eso sería dictadura o si nadie pudiera pasar, sería anarquismo. Eso tiene que ver con el registro cultural de creernos todos vivos, inteligentes o de hacer el atajo.
“Hay que empezar desde el principio y recuperar la institucionalidad", especificó.
-Ahora te digo Jesús, dame una esperanza porque los argentinos no es que vamos a cambiar mañana todo esto.
Para que recuperes la esperanza, hay dos maneras de tomar un problema. Primero negar su existencia y, la segunda manera, tener un mal diagnóstico. Entonces, ¿cuál es el problema el problema de Argentina? El problema de Argentina es sin duda la ajuridicidad que nos llevó 50 años de golpes, dictaduras y autoritarismos. Y luego que recuperamos la institucionalidad democrática de votar y elegir los gobernantes, un gran desprendimiento de esa juridicidad es el populismo político.
Si fuéramos capaces de vivir en una sociedad democrática, republicana, liberal, de derecha, o republicana de control y rendición de cuentas de los poderes y democrática en el sentido de solamente la soberanía popular, seguramente estaríamos mejor. Como hay que decirlo, el nuevo ejemplo de los vecinos Chile y Uruguay, que pudieron reducir, en el caso de Chile 32 puntos porcentuales, y, Uruguay 20 puntos porcentuales, de pobreza en los últimos 20 años. Y ahí no viven seres extraterrestres, vive gente parecida a nosotros donde hay una cultura política mejor que la que tenemos nosotros. Y hay una institucionalidad parecida nada más que se respeta.
- En el caso de Uruguay se entiende, pero a Chile se lo cita como ejemplo y no puede aprobar una nueva constitución, ¿hay una dificultad ahí?
Ahí hay defectos derivados de los propios actores políticos que la verdad se equivocaron en el camino porque no pudieron aprobar una constitución, no. Sino porque no pudieron aprobar dos constituciones, lo cual demuestra que no hicieron las cosas bien.
- Me imagino que tu celular nunca habrá sonado tanto como en la previa a la marcha de las universidades porque ahí surgió la pregunta de quién es el responsable de controlar, ¿cómo ves el vínculo de la Auditoría con la ciudadanía?
Eso tiene que ver con lo afectado que está el ecosistema de control en la Argentina, y ¿por qué tan afectado? Bueno por la debilidad institucional de la que hablamos al principio. Hoy en nuestro país no hay presupuesto aprobado por el Congreso, ¿qué quiere decir eso? Quiere decir que el presupuesto es el que rige del año pasado, pero como hay inflación, hay más ingresos de los que estaban previstos y, como no hay presupuesto aprobado, el Ejecutivo tiene la facultad para reasignar partidas con la más absoluta discrecionalidad generando arbitrariedades.
Entonces un ecosistema de control afectado de manera negativa, como esta, produce en primer lugar esta situación y, en segundo, vos tenés un Jefe de Gabinete que tiene que ir todos los meses al Congreso y no ha ido nunca. Este ejemplo evidencia dos cuestiones: la ausencia de presupuesto y un gesto de Gabinete que evita el Congreso, repite el presidente Javier Milei lo que hacía el (ex) presidente Alberto Fernández, gobernar sin presupuesto, gobernar con decretos de necesidad y urgencia y facultades delegadas y un Jefe de Gabinete que no concurre a su trabajo. Hay que empezar desde el principio y recuperar la institucionalidad.
- Yo tengo la última de mi parte, muy simple ¿auditoría es hoy una palabra de moda?
Ojalá lo fuera porque desde la Revolución Francesa al artículo 14 de la Declaración de los Derechos del Hombre, tenemos el derecho a conocer el uso de los recursos, así que no es moda es de republicano.