Publicado en el suplemento

Acciones para la Participación Ciudadana, en Diario Perfil

José Gesto lleva más de 40 años vinculado a la Escuela Técnica Nº 34 “Enrique Hermitte”, del barrio porteño de Chacarita. Egresó en 1985, fue preceptor, maestro de taller, profesor en aula, jefe general de talleres, vicerrector y, desde 2017, ocupa la Rectoría. En una conversación con Acciones expone similitudes y diferencias entre su época de alumno y la actualidad de los estudiantes, detalla el rol de las escuelas técnicas en la sociedad y hace hincapié en el crecimiento de la cantidad de mujeres que asisten.

- ¿Cómo fue tu paso por el colegio y cómo es ahora? 

En los ’80, veníamos con una forma de trabajo muy rígida. En aquel entonces, el modelo de escuela se transitaba de una sola manera y no había alternativa. No nos dábamos cuenta de que no estábamos recibiendo esa especie de abrazo que la escuela les puede dar a los estudiantes, desde el momento en el que nos decían que teníamos que venir vestidos con blazer, camisa, corbata y demás. Es un ejemplo de cómo cambió el vínculo entre la institución y los estudiantes.Ahora, buscamos que sientan que vienen a la escuela a transitar con libertades, que tienen sus límites, pero que son los protagonistas absolutos. En la actualidad, la educación acompaña, contempla, guía. Es muy importante la participación de los alumnos. Mejoraron los espacios que tienen y que merecen tener. Se abrió la participación a la familia y, también, el acompañamiento.  

- ¿Qué lugar ocupa la escuela técnica en la sociedad? 

La escuela técnica es absolutamente protagónica y siempre se sostuvo en el primer nivel. Necesitamos técnicos. Esta clase de colegios les da a los alumnos herramientas fundamentales para cuando finalicen. A pesar de todo lo que implica ser estudiante de una escuela técnica, como asistir en doble turno y tener un año más de cursada que otro tipo de colegios, saben que todo ese esfuerzo vale porque después tienen una salida laboral inmediata muy amplia. Hay una perspectiva de poder insertarse profesionalmente, de una manera altamente especializada, que les abre un camino distinto en el trabajo y en la vida. La escuela técnica modela personalidades por el hecho de buscar formas de solucionar problemas. También entrena la cabeza para resolver otro tipo de inquietudes. Una de mis metas es que siga aumentando la matrícula: en cinco años creció a razón de 300 alumnos por año. La actual ronda los 850 estudiantes.

- ¿Qué desafíos enfrenta este tipo de escuelas?

Quizá el primer desafío es encontrarnos con esta perspectiva de los chicos y las chicas de tener que hacer seis años con doble turno. Tiene una alta impronta de asignaturas que pueden llegar a ser complejas al principio, como matemáticas y física, entre otras. Es un desafío apasionante que se transforma en problema, pero los problemas tienen solución. 
- ¿Se modificó la cantidad de mujeres que asiste? 

La presencia de las chicas en la escuela técnica tiene un incremento que llama mucho la atención. Cuando yo cursaba, en sexto año éramos 36 maestros mayores de obra y solo una mujer. Hoy, el porcentaje está en un 30% o hasta incluso un poco más. En la actualidad no hay un clima hostil para las mujeres, como sí hubo en otros momentos. Logramos que se naturalice la presencia de las niñas en la escuela técnica. Entre 1950 y 1960, era un espacio no permisivo para la entrada de cualquier mujer: ni alumnas ni docentes. Eso cambió y cada vez hay más maestras de taller. 

-¿Qué son las prácticas profesionalizantes con las que cuentan?

Es un vínculo anticipado con organizaciones y empresas a través del que los estudiantes empiezan a ver la realidad que les espera una vez finalizado el secundario. Se está abriendo y facilitando la inserción laboral. Yo, por ejemplo, la pude desarrollar en su momento, pero era muy difícil en esa época. Entonces, el problema era ser joven, ya que no había esa confianza en una persona de 18, 19 o 20 años, más allá del título y la matrícula que se nos daba. Este vínculo anticipado me parece que favorece la inserción laboral.