La Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó la 10º edición del Observatorio sobre el Mundo del Trabajo. Allí advierte que este año han confluido múltiples crisis que se vieron agravadas por la guerra de Ucrania y sus efectos adversos indirectos que afectan profundamente al mundo del trabajo. 

Entre las consecuencias del conflicto bélico, desde el organismo enumeran la inflación en el precio de los alimentos y la energía, la reducción del salario real, el aumento de inequidad y el incremento de la deuda en los países en desarrollo. Y señalan que esto conlleva a una “profunda desaceleración” del mercado de trabajo. Además indican que, de mantenerse esta evolución, el desempleo y la desigualdad aumentarán en los últimos meses del año.  

El informe destaca que, tras la recuperación de las horas de trabajo a comienzos de 2022 por la salida de las restricciones impuestas ante la pandemia del COVID-19, para el tercer trimestre de este año se estima que la cantidad de horas de trabajo sea un 1,5% inferior al nivel registrado antes de la crisis, lo que arroja un déficit equiparable a 40 millones de empleos a tiempo completo. 

En materia de empleo formal, el informe detalla que tras la gran disminución del empleo informal registrada en 2020, para 2021 la tendencia se invirtió ampliamente: el empleo informal se recuperó enteramente mientras que el empleo formal no lo hizo. Este año se prevé que el nivel de empleo informal aumente al mismo ritmo que el de empleo formal, lo que dificultará la ininterrumpida disminución del índice de informalidad de los últimos 15 años.

Recomendaciones

Como respuesta a las dificultades que presenta el mundo laboral, el Observatorio plantea la necesidad de formular “políticas exhaustivas, integradas y equitativas” para afrontar las múltiples crisis. Además, se requiere una evaluación detallada de las prioridades políticas a fin de abordar no solamente la inflación propiamente dicha, sino su incidencia más amplia en las empresas, la creación de empleo y la calidad del mismo, así como en el nivel de pobreza. 

Por último, la OIT plantea la necesidad de ampliar el conjunto de instrumentos políticos necesarios para afrontar múltiples crisis, en particular mediante intervenciones para la fijación del precio de bienes públicos; la reasignación de beneficios imprevistos; mayores garantías de ingresos en el marco de programas de protección social; el aumento de las ayudas para garantizar los ingresos y mantener el poder adquisitivo de los ingresos por trabajo; y, la focalización de la ayuda en las personas y las empresas más vulnerables.