En una de las últimas sesiones del año, el Senado convirtió en ley el presupuesto 2019 que estima una marcada variación en la balanza comercial, provocada por la devaluación del peso, y una caída en la inversión y el consumo.

Los datos ya habían sido adelantados por la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), flamante área del Parlamento que comenzó a emitir informes propios y de la que este medio ya dio cuenta la semana pasada.

La OPC proyectó el desempeño de las principales variables macroeconómicas del año que viene en relación con las de este ejercicio y, en ese sentido, vaticinó un crecimiento de las exportaciones al 20,9% del PBI, frente al 3,1% de 2018.

A su vez, las importaciones también aumentarán al 2,8% del producto, aun pese al aumento del dólar.

Así, y por la diferencia entre ambas, estas evoluciones darán como resultado una brecha positiva en la balanza comercial.

Sin embargo, pese a la mejora en el comercio internacional, el panorama no es tan alentador para el resto de las variables. Es que el Producto Interno Bruto Real pasará de valores de decrecimiento del 2,4% en 2018 al 0,5% el año que viene.

Algo parecido pasará con los consumos público y privado, con retracciones del 3,4% y 1,6% respectivamente.

No obstante, la merma más importante se dará en el ítem inversión que registrará -siempre según la ley aprobada por el Congreso- una caída del 9,7%. Esta performance se traduce en una suerte de envejecimiento de la infraestructura instalada en todos los órdenes de la actividad económica, que no solo no podrá reproducirse sino que tampoco alcanzará los niveles mínimos de mantenimiento de las condiciones vigentes este año.