¿Cuales son las causas que están provocando el derrumbe del apoyo a esta institución? La más inmediata proviene del creciente hartazgo frente a los problemas del deficiente sistema democrático, el cual carece de sistemas de control y contrapesos y de escrutinio ciudadano, y favorece la creación de castas aferradas al poder y la recurrente aparición de casos de corrupción. Y es que los continuos escándalos protagonizados por la clase política y los sectores bancario y empresarial, en un momento en que miles de ciudadanos están pasando por penurias económicas debido a la profunda crisis que experimenta Europa, están teniendo un efecto devastador en cuanto a la confianza de los españoles en el modelo político.

La monarquía española también se ha visto inmersa en algunos asuntos de tráfico de influencias, corrupción y enriquecimiento ilícito, bien directamente, a través de personas de su entorno, y por ello ya no se libra de las iras de los ciudadanos, especialmente sensibles a cualquier desmán en los tiempos que corren. Desde que se difundieron las fotos del rey Juan Carlos abatiendo elefantes en un safari africano mientras España sufría los peores embates de la crisis, la Casa Real ha ido de escándalo en escándalo. Los más sonados, la implicación del yerno del rey y de su esposa, la Infanta Cristina, en una trama de corrupción que robó millones y millones de fondos de las arcas públicas a través de una opaca fundación.

Estos casos que cada día salpican de lleno a la clase dirigente y a la monarquía en un momento de una grave crisis económica que exige profundos sacrificios a los ciudadanos de a pie en nombre de una austeridad que los de arriba no practican, son el principal motivo del declive del apoyo a la monarquía española en los últimos meses. Pero no explican por sí solos la pérdida de influencia global que está experimentando esta institución.

Otra clave muy relevante es la creciente desafección de los jóvenes frente a una institución que juzgan como inútil, caduca y obsoleta. La mayor parte de la población española siempre se había definido como juancarlista, no como monárquica. La explicación deriva del relevante papel que oficialmente se le atribuyó al rey Juan Carlos a la hora de impulsar la llegada de la democracia y de frenar el golpe de Estado del año 81, y que supuso que varias generaciones de españoles admirasen enormemente su figura.

Pero en el momento actual, en el que los jóvenes ya no han vivido esos momentos, y cuando han surgido revelaciones que desmienten que el papel del rey hubiese sido tan heroico, nos cuesta encontrar la utilidad a una institución que no aporta ningún valor añadido a una democracia auténtica y avanzada. Pocos jóvenes entienden que se pueda ejercer un cargo público de por vida en base a un derecho de nacimiento, y por ello la desaprobación del rey Juan Carlos y, por ende, de la monarquía, es muchísimo más profunda, de acuerdo a las últimas encuestas, entre los menores de 35 años.

Por ello, creo que podemos concluir que la sociedad española, lejos de estar afectada en sus percepciones únicamente por una situación coyuntural, está recuperando poco a poco su alma republicana a través del impulso de las nuevas generaciones. Basta acudir un 14 de abril a las manifestaciones en conmemoración de la II República para comprobar que el número y la juventud de los asistentes y la convicción de los gritos en apoyo de una nueva III República crecen cada día.

*Periodista español