En los años 40 en Tierra del Fuego se decidió impulsar la industria peletera. Para esto trajeron desde Canadá 20 parejas de castores. Pero luego de comprobar que su pelo no servía, y con el correr del tiempo, se convirtió en una plaga que hoy amenaza el ecosistema. Estos roedores ya afectaron 30 mil hectáreas y construyeron más de 70 mil diques provocando la muerte de bosques nativos, especialmente los ribereños. Roen, talan, desvían arroyos y ríos, inundan y secan zonas.

Con su caza prohibida y sin depredadores naturales, la cantidad de castores creció de forma descontrolada. Su hábitat natural es muy parecido a su zona de origen, el norte de América. En 2015 la población de castores, según datos del CONICET, era de 150.000 sobre 136.000 habitantes de Tierra del Fuego. Estos roedores tienen la capacidad de talar árboles en una sola noche. "Recuperar todo va a llevar décadas. Estamos hablando de generaciones en el futuro", expresó Ariel Ramos, titular de la Administración de Parques Nacionales.

En 2008 Chile y Argentina firmaron un acuerdo para terminar con esta plaga, pero la primera etapa se inició recién en 2016, cuando la Secretaria de Ambiente presentó un Plan para erradicarlos que constaba de un equipo de 10 especialistas trabajando en la zona con financiamiento internacional. Esta iniciativa buscaba eliminar la plaga por completo y disminuir los daños al medioambiente. El Plan cobró relevancia internacional y a fines de ese año Argentina fue noticia por intentar matar a 100 mil castores que amenazan los bosques nativos, como título el Diario El País de España.

Hoy en día, las posibles soluciones al problema son tres. Por un lado, se puede mantener la población, sacarlos de las zonas en las que puedan generar algún riesgo o erradicarlos. La estrategia de control requiere de menos esfuerzo y menos fondos pero no tiene un plazo definido. Por su parte, la estrategia de erradicación requiere mucho esfuerzo e inversión pero si es exitosa luego de un tiempo corto el problema ya se termina, expresó Erio Curto, Director de Planificación y Gestión de Áreas Protegidas de la Secretaría de Ambiente, Desarrollo Sostenible y Cambio Climático de la provincia.

Auditoria

En marzo de 2015 la Auditoria General de la Nación (AGN) publicó un informe sobre la Administración de Parques Nacionales (APN), dependiente del Ministerio de Turismo de la Nación, con el objeto de verificar la implementación de los Planes de Manejo de Áreas Naturales Protegidas de la Eco-Región Bosque Patagónico-Patagonia Sur. En esta auditoria señaló a los castores como el mayor factor de pérdida de los sitios arqueológicos.

Según Marta Lizarralde, científica e investigadora del CONICET, en una entrevista con Gestionpublica.info expresó que se intentó controlar la población de castores sin resultados, a través de distintas alternativas. El castor está afectando al medioambiente pero es el propio ecosistema el que equilibra las falencias que este genera. Las principales desestabilizaciones que ha generado son la desaparición de árboles en los bosques de ribera y los desbordes de lagos, arroyos y ríos, recordó Marta Lizarralde.

Los castores roen el árbol, lo trozan y lo utilizan para alimentarse y construir una madriguera, de esta manera forman diques. Hay especies de peces que solo viven en aguas con corrientes y al quedar estancada el agua, mueren. También generan cortes de rutas al tapar alcantarillas y abnegar ciertos caminos. Estos trabajos solo le cuestan a los castores entre 2 y 3 semanas.