¡Que se juega, no se juega, que con público, que sin público, con socios, sin socios, que la pelota tiene que rodar igual e incluso a pesar de todo para debilitar el alcance de la medida de fuerza! La jornada del martes pasado dejó en evidencia las nuevas tensiones que el flamante presidente de la AFA, Luis Segura, debe afrontar en estos primeros tiempos de su mandato.

La complicación se originó con la suspensión de la primera fecha del torneo en señal de duelo por la muerte de Grondona. Ahí se reacomodaron y se fijaron las fechas del torneo. Lo curioso es que también desde entonces se sabía que las centrales obreras opositoras al Gobierno planeaban una jornada de Paro Nacional para el jueves 28. La adhesión a la medida de fuerza de la Unión de Trabajadores de Entidades Deportivas y Civiles (UTEDyC), el gremio que nuclea a los empleados de los clubes, complicaba todavía más las cosas. Entonces surgió la idea de que los partidos de la cuarta fecha se jugaran sin público. Sin embargo, las cosas no resultaron tan fáciles porque los clubes salieron a jugar sus propias cartas de presión.

Vélez alzó la voz y pidió que se postergue su partido con Lanús, en el que se jugaba la punta del torneo. Y todo indicaba que el pedido corría con fortuna, al igual que la postergación de San Lorenzo-Quilmes en el Sur; el otro partido comprometido era Banfield-Tigre. Pero no fue así. Pasó que Boca y River -que desde la muerte del mandamás Grondona reclaman a la AFA una mayor porción en el reparto de la torta de los ingresos provenientes de la televisación, dejando en evidencia sus intenciones de imponer en la AFA su peso específico-, tiraron la bronca, en este caso con justa razón, porque sus rivales de la quinta fecha iban a llegar al partido con la ventaja de no haber jugado entre semana. Y, al menos en el caso de Boca, que por supuesto todavía no había echado a su histórico DT, Carlos Bianchi, el horno no estaba para bollos.

Al pedido le siguieron unas horas de inexplicable incertidumbre. Rápido de reflejos, el secretario adjunto de UTEDyC, Jorge Ramos, buscó reforzar la postura de su gremio aliado a la CGT Azopardo, y en el medio de las negociaciones, reafirmó la decisión de su gremio y en un intento de debilitar a la dirigencia del fútbol, buscó resaltar la inoperancia de la AFA. UTEDyC siempre adhirió a los paros que convocó la CGT de Moyano y, en esta oportunidad también adherimos. Da la casualidad que están los partidos, declaró.

Pero sus palabras no tuvieron la fuerza suficiente como para compensar las presiones que a la AFA le llegaban desde otro sector, el de los funcionarios del Gobierno que, como socios generosos del negocio, pretendían que la medida de fuerza no alcanzara al fútbol, donde la apuesta es altísima. 

La respuesta final a la pregunta se juega o no se juega, llegó comenzada la noche. Las presiones del Gobierno surtieron efecto y la AFA dio por terminadas las especulaciones de unos y otros. La fecha se jugaba a como diera lugar. Moyano, que además de titular de la CGT Azopardo es desde hace unos meses presidente de Independiente, mostró enseguida su enojo y su indignación, y explicó que la decisión final se debió a la falta de autoridad y a la presión que ejerce el Gobierno a través del Fútbol para Todos y calificó de vergonzoso que la AFA haya decidido jugar la fecha a pesar de la medida de fuerza. Pero más allá de las declaraciones, aprendió la primera lección como directivo de un club que se imparte desde la calle Viamonte, a todos y cada uno de sus elementos: que en el fútbol argentino la que manda es la AFA, y que esta responde a sus propios intereses, políticos y, por supuesto, económicos.

*Sociólogo y periodista.