Ningún museo porteño cumple con la ley de accesibilidad
La Auditoría porteña recorrió las 14 salas culturales, tanto las casonas adaptadas como las edificaciones nuevas, y encontró falta de rampas, baños adaptados y señales en braile. Hay pasillos angostos y con obstáculos, y escaleras sin elementos de seguridad. En todos los casos se encontraron puertas que abren hacia adentro y dificultan evacuaciones.
Tras una exhaustiva recorrida por los 14 museos de la Ciudad de Buenos Aires, la Auditoría General porteña (AGCBA) elaboró un informe en el que se concluye que ninguna de las salas culturales cumple con las exigencias establecidas en la Ley 962, en lo referente a las condiciones de accesibilidad para las personas con movilidad reducida.
La investigación, que detalla datos recabados durante 2012, fue aprobada el año pasado e incluye tanto a las casonas antiguas que fueron adaptadas, como a las nuevas construcciones.
Entre las falencias detectadas, hubo dos que aparecieron en todos los museos porteños. Por un lado, se hallaron varias puertas que abren hacia adentro, lo que dificulta la libre trayectoria hacia las salidas, sobre todo ante situaciones de eventuales evacuaciones. Y, por el otro, la falta de carteles y señales en braile, destinadas a facilitar la circulación de personas ciegas.
Además, en la gran mayoría de los complejos se advirtieron desniveles que no están salvados por rampas, escaleras sin recaudos de seguridad, pasillos angostos, obstaculizados y con falta de señalética adecuada. Y en casi la mitad de los museos, no se encontraron baños “para público con discapacidad”, dice el informe.
Catorce por catorce
El informe de la AGCBA relevó unos 14 ítems que fueron evaluados en los 14 museos de la Ciudad.
En el Museo José Hernández, por ejemplo, que está sobre la avenida Del Libertador 2373, las falencias se advierten ya desde la vereda, que está deteriorada y con piezas desprendidas que se mueven.
“La única puerta de entrada al edificio tiene un ancho reducido de 90 centímetros”, detalla el trabajo, y añade: “El acceso a las siete Salas de Exposición no cumple con la normativa, siendo imposibles de atravesar en forma autónoma por cualquier persona de motricidad reducida”.
Además, el museo “no tiene ascensor ni medio alternativo de elevación que salve los desniveles que presenta en todo su recorrido y asegure que personas de movilidad reducida accedan a los sectores principales de manera autónoma. Ni hay sanitario de salubridad especial y los baños utilizados, tanto por el público como por el personal, están ubicados en sectores poco accesibles”.
En la calle Crisólogo Larralde 6309 está el Museo Histórico Brigadier Saavedra. Allí, la Auditoría observó que “las rampas de acceso al Pabellón Central son de ladrillo, con textura irregular, sin zócalo, tienen pendiente excesiva y desarrollo inadecuado, están debajo de puertas sin rellano, no tienen baranda, zócalo, ni señalización de textura”. Mientras que las del Auditorio, por su parte, tampoco tienen zócalo, barandas, ni señalización de textura. “El único sanitario para discapacitados es químico y está en el Pabellón Anexo”, completa la investigación.
En el barrio de Belgrano se encuentra el Museo de Arte Español Enrique Larreta, que tiene dos accesos; una rampa sobre Juramento, a la que le faltan barandas de ambos lados y cinta antideslizante, y otra sobre Vuelta de Obligado, que “es de madera, sin zócalos de contención, sin barandas, pasamanos, ni señalización de textura”.
Este complejo tiene senderos que atraviesan jardines. El tema es que, en este ámbito bucólico, los pasillos “son de piedra y otros materiales de textura rugosa e irregular, difíciles de atravesar por personas con movilidad reducida”.
Además, varios son los obstáculos para ir hacia la planta alta del museo. Dice la Auditoría: “Las escaleras que (van al) primer nivel son de material combustible, no tienen doble baranda, cinta antideslizante, ni bandas de señalización. Las dos escaleras de acceso a la Sala de Conferencias de la planta alta tienen alzadas de diferente tamaño, están revestidas en alfombra y no tienen pasamanos a ambos lados”, y el mismo salón carece de medios alternativos de elevación que salven el desnivel de los dos accesos.
Para completar el cuadro: “El edificio tiene el ascensor inhabilitado, sin otro medio alternativo de elevación, imposibilitando el recorrido de personas con movilidad reducida”.
Otro de los museos que presentó dificultades con el ascensor fue la casa Isaac Fernández Blanco, en Suipacha 1422. Allí el elevador no funcionaba, pero además los auditores detallaron que en el edificio “no hay sanitario de salubridad especial; los (baños) utilizados tanto por el público como por el personal, están ubicados en sectores poco accesibles y son escasos. Para cumplir con la normativa faltan tres inodoros, cinco bachas y un mingitorio”.
En el Museo de Arte Hispanoamericano del mismo nombre se observó que “el ingreso a la Sala Capilla es a través de una puerta de madera, angosta, con un escalón abajo, sin salvar por rampa y sin rellano”. Y, por otro lado, “el acceso proyectado para personas con movilidad reducida en el subsuelo del Palacio Noel, es a través de un sendero irregular, de material rugoso y con dos escalones sin salvar”.
Cerca de la Plaza de Mayo, en Alsina y Defensa, está el Museo de la Ciudad que, según la AGCBA, presenta incumplimientos en el 92% de los puntos relevados en el informe. Por ejemplo: “El edificio no tiene ascensor ni medio alternativo de elevación que salve los desniveles que presenta en todo su recorrido y asegure que personas de movilidad reducida accedan a los sectores principales de manera autónoma. Y no hay sanitario de salubridad especial para personas con discapacidad”.
Asimismo, se encontraron pasajes angostos, de un metro, que está obstaculizado, y “ninguna de las tres escaleras principales cumple con la normativa”.
Por otro lado, frente al Rosedal de Palermo se erige el Museo de Artes Plásticas Sívori, donde las rampas, tanto la exterior como la interior, no están señalizadas y les faltan zócalos de contención. “Una de las salidas alternativas tiene sus puertas cerradas con llave y su libre trayectoria esta obstruida con el taller de tallado”, dice la investigación y añade que “el edificio no dispone de medio de elevación alternativo, para que personas con movilidad reducida accedan al SUM ubicado en el segundo nivel, de manera autónoma”.
En dos de los centros culturales porteños, además de las observaciones expresadas en el informe, aparecen algunas particularidades. Como en el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken, de Defensa casi avenida San Juan, que tiene una rampa de acceso que “no responde a la normativa, quedando parte del desnivel sin salvar”; y la llamada Torre Monumental, de Retiro, que no dispone de sanitarios destinados al público en general, ni para personas con movilidad reducida en particular.
En tanto que en el Museo de Arte Moderno, de San Juan 350, se encontraron “tabiques divisorios dentro de la Sala de Exposición Temporaria de la planta baja, que dejan anchos de corredores de dimensiones reducidas, con pasos de 90 centímetros, y dos paños de vidrios fijos junto a la puerta de acceso, que no están señalizados”.
Completando la cuestión de la accesibilidad del complejo, la Auditoría porteña afirma: “El Pabellón Principal no tiene ascensor ni medio alternativo de elevación que salve los desniveles del edificio y asegure que personas con movilidad reducida accedan de manera autónoma a las nueve salas ubicadas en la planta baja y primer piso del palacio. La casa Girondo cuenta con un ascensor clausurado por la falta de adaptación y actualización de su instalación”.
En el barrio del Abasto se encuentra la Casa Museo Carlos Gardel. Allí, “tanto para ingresar al edificio, como para recorrer las diferentes salas hay desniveles, algunos de ellos muy pequeños, todos sin salvar, que dificultan que personas con movilidad reducida puedan recorrerlo en forma autónoma”, dice el informe. Y adjunta que “no hay servicios de salubridad para discapacitados”.
La Dirección General de Museos, ubicada sobre la avenida de los Italianos, carece de un ascensor u otro medio alternativo de elevación que salve los desniveles que presenta en todo su recorrido y asegure que personas con movilidad reducida accedan a la totalidad de las salas de manera autónoma.
Cuando la excepción complica la regla
Casi todas las puertas del Museo de Esculturas Luis Perlotti, en Pujol 644 del barrio de Caballito, abren hacia adentro lo que, como ya se dijo, complica eventuales evacuaciones. Salvo la puerta del sanitario de salubridad especial, que abre hacia afuera, “pero su batido obstruye la trayectoria de salida de los sanitarios contiguos”, explicaron los técnicos, y agregaron que el ascensor que vincula los tres niveles “está fuera de servicio por falta de habilitación”.
Y algo parecido ocurría con el Museo Cine del Plata, en Viamonte y Cerrito, donde había un flamante ascensor, instalado al momento de la visita de los auditores, pero que también estaba fuera de servicio por falta de habilitación.