Publicado: 09-05-2010
 
Dr. Hugo B. Quintana, Presidente Fundación Éforo

La frase "saber de qué se trata" viene del, por estos días, muy recordado 25 de mayo de 1810. El pueblo, ansioso, aguardaba el resultado de las discusiones que se producían en el Cabildo de Buenos Aires. Se comenzaba a vislumbrar un nuevo camino y el pueblo necesitaba saber.

Doscientos años después, ¿qué significa "saber de qué se trata"? Las respuestas pueden ser variadas, aquí intentaremos encontrar una.

Desde el punto de vista ciudadano, o de la sociedad civil, "saber de qué se trata" implica poner en práctica el derecho de conocer lo que ocurre "puertas adentro" del gobierno, de informarse sobre lo que los agentes y mandatarios están haciendo con los recursos que la sociedad les ha confiado en administración. Es la reivindicación del deber de exigir apertura, revelación, transparencia, acceso a la documentación, rendición de cuentas.

En las democracias representativas, como la nuestra, los pueblos no deliberan ni gobiernan sino por medio de sus representantes, pero controlan por sí mismos, basándose en sus propias percepciones, en las investigaciones de organizaciones civiles y en los informes de las entidades técnicas independientes que están adentro del mismo Estado.

Los buenos gobiernos no emergen espontáneamente de la boca de una urna.

Se consiguen con trabajo cívico, trabajando de ciudadano. El trabajo de ciudadano es, por ejemplo, reclamar que haya instituciones formales de control sobre el Estado, la Administración Pública y nuestros mandatarios. Instituciones que eviten los abusos y desvíos de poder, que los denuncien una vez detectados, que obliguen a los funcionarios a rendir cuentas de su gestión y que nos informen a todos nosotros –en forma clara y oportuna– los resultados de los controles y los responsables de los desmanes y derroches. Tenemos derecho a todo ello.

Tenemos derecho a un bienestar presente y a un futuro todavía mejor.