El cine no es solo entretenimiento, también es denuncia sobre los males sociales y humanos. Es, en ese caso, un duro testimonio. El séptimo arte desnuda la realidad, la muestra tal como es. En algunos casos como una fantasía, como un sueño, en otro como ciencia ficción o con patetismo de documental.

Neil Jordan, Presidente del muy reciente Jurado Oficial de Cine de San Sebastián, España, definió al cine como "lo que experimentas cuando te sientas con extraños en una sala oscura para ver los sueños de otra persona en la pantalla. Algo que no puedes vivenciar en un escenario, en un iPhone ni en una pantalla de televisión". 

Hubo, en la historia de la cinematografía, películas-denuncia que golpearon a sistemas políticos, al periodismo, a la desigualdad social. "El Gran Dictador" de Chaplin, dirigida, escrita y protagonizada por el gran cómico en 1940, cuando el sonido ya estaba firmemente incorporado, fue su primera película sonora. En la Argentina fue prohibida por los militares golpistas de 1943 y muchos porteños cruzaban el Río de la Plata para verla en Montevideo. Fue un manifiesto antinazi que generó polémicas que siguen hasta el día de hoy.

Antes de Chaplin, el cine alemán de fines de los años veinte en Alemania y comienzos de los años treinta ya mostraban los perfiles de una sociedad totalitaria.

Una de las primeras películas del director Stanley Kubrick, "La Patrulla Infernal", ("Paths of Glory") en 1959 representó una gran denuncia contra los generales déspotas y cobardes en la Primera Guerra Mundial, la muerte gratuita, la vocinglería patriótica.

Solo la igualó desde una perspectiva cinematográfica Francis Ford Cóppola en su descripción de la guerra de Vietnam en "Apocalipsis Now". Fue él quien puso sobre el tapete el poder y la conducta de las mafias en la serie de tres "El Padrino", todas de una actualidad desbordante.

Las reproducción histórica de la porfía humana sin sentido en el contexto napoleónico estuvo en manos del director Ridley Scott en "Los Duelistas". La testarudez de los que se creen dioses porfiados se planteó en "Moby Dick". El cine argentino, en varios títulos que se fueron exhibiendo desde la llegada de la democracia en 1983, fue mostrando las falsedades de las dictaduras, ciertos modelos económicos, la justicia apagada por el terror de las Tres A, las consecuencias del drama económico y social del 2001/2002. Y faltan otros ejemplos, muchos más.

Ahora, la película "El Guasón" ("Joker") nos muestra las peripecias de la vida de un "malo", el "Guasón", el enemigo de Batman en la Ciudad Gótica. Pero el film no es una reproducción de la historieta. Es una denuncia que desnuda una sociedad sin misericordia, vacía, violenta, injusta, invadida por ratas enormes, abusadora, degradante, donde los valores se han perdido y el poder y los principios se han diluido.

La trascendencia de esta película es consecuencia de mostrar la realidad, el detalle del enemigo, del asesino, de su desgracia. Tan actual no podría ser. El antihéroe también es un títere en un contexto en el cual lo humano deja lugar a lo bestial. La Ciudad Gótica es una exageración de los grandes conglomerados sociales de la actualidad, pero concluye siendo una fotografía exacta de los peligros que le esperan a la humanidad.

Joaquín Phoenix, actor nacido en 1974 en Puerto Rico por las peripecias de los viajes de sus padres -quienes eran seguidores de sectas secretas- y que tuvo su formación en la mejor escuela teatral norteamericana, es quien asume el rol de "Guasón". La historieta acaba por traducirse casi en una documental. 

La película no justifica al "Guasón", simplemente lo muestra con sus tics de risa estruendosa (que parecen provenir de una enfermedad), en su soledad, en su relación con su madre. Phoenix es un actorazo, con mayúsculas y un testimonio ofrecido tras un paciente ejercicio de transformación.

El Director, Tood Phillips, casi de la misma generación cronológica del actor, logra maravillas con los primeros planos, imágenes precisas del personaje y de la mugre en la decadente ciudad, en un juego admirable de luces y sombras. 

Este domingo pasado se registraron un millón de espectadores del film. No está dicho cuántos fueron a encontrarse con los dibujos del entredicho con Batman y cuántos ignoraban los valores y las realidades sociales que se exhibirían en la pantalla.