Publicado: 27-02-2011


Nacido en 1996 para "controlar" al sector agropecuario, a partir de 2007 fue el propio organismo el que se "descontroló". Poco tiempo necesitaron dos de las principales espadas del kirchnerismo, Guillermo Moreno y Ricardo Echegaray, para malograr una de las pocas herramientas de política agropecuaria con que contaba el Estado.

La ONCCA fue creada en 1996 por el entonces secretario de Agricultura, Felipe Solá. Su misión original era evitar que los operadores marginales actuaran a sus anchas en el negocio agropecuario, donde los niveles de evasión eran alarmantes. En aquel momento, uno de los casos más resonantes era el del matarife Alberto Samid, hoy aliado del gobierno K. Aquella AFIP lo acusó ante la Justicia por evadir 88 millones de pesos/dólares. Y aquella ONCCA le quitó la "matrícula", algo así como el registro de conducir. Por eso, era un organismo respetado.


Su rápida decadencia comenzó en 2007 con una triste anécdota: el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, comenzó a presionar al entonces titular del organismo. Marcelo Rossi, un reputado técnico de la UCR, fue el primer funcionario del gobierno que dio un portazo denunciando los "aprietes" de Moreno. Después, episodios de ese tipo se harían cada vez más frecuentes.

Echegaray, actual jefe de la AFIP, desembarcó en la ONCCA en abril de 2008, en pleno conflicto con el campo. Para ese entonces, el gobierno ya había decidido convertir al organismo en una fortaleza. Sin que mediara decreto y menos una ley, le asignó un presupuesto multimillonario para subsidiar a algunos sectores agroindustriales, como los feed lots, los molinos y las avícolas.

También le otorgó la potestad para regular a su antojo, a través de los ROE (permisos de exportación), embarques de alimentos valuados en US$ 30.000 millones.

Echegaray fue el brazo ejecutor del "operativo descontrol". En pocos meses descabezó la línea histórica de funcionarios de la ONCCA, nombró en su lugar a contadores amigos sin antecedentes dentro el Estado, modificó el programa informático para tramitar los expedientes, y hasta eximió a las empresas que cobraban subsidios de presentar la documentación respaldatoria de sus operaciones.

También se impidió durante largo tiempo la tarea de auditoría de la SIGEN y la AGN.

A fin de 2008 tal era el poder de Echegaray que, al ser nombrado como recaudador, nombró a un contador amigo, Emilio Eyras, al frente de la ONCCA. Y decidió mudar al personal de la repartición a la sede central de AFIP.

Literalmente le hurtó todo un organismo a la ex Secretaría de Agricultura, ahora ministerio.

Los escándalos por corrupción no tardaron en estallar. A partir de setiembre de 2009, Clarín denunció pagos irregulares a diversos feed lots por cifras millonarias y hasta la vinculación del propio Echegaray con un establecimiento ganadero subsidiado de Punta Alta, su localidad natal.

Hoy el funcionario y doce de sus colaboradores están "imputados" en una megacausa judicial que se tramita en el juzgado del juez subrogante Marcelo Martínez de Giorgi.